Cómo identificar a una Persona de Alto Mantenimiento (o «Ser yo sale muy caro»)

Aprende a lidiar con PAMs como Gwyneth Paltrow o Beyoncé, representantes de una subespecie entre lo exigente y lo insoportable.

Gwyneth Paltrow

Gwyneth Paltrow, Beyoncé, José María Aznar y…quizás usted. La expresión deriva de la inglesa high maintenance que se aplica a personas difíciles de contentar y que demandan validación (o likes) constantes. Para sujetar estas exigencias cuentan con un aspecto físico bien construido. A una persona de alto mantenimiento (en adelante PAM) le cuesta tiempo y dinero ser quien es. No le importa, porque no entiende otra forma de estar en el mundo.Esta estirpe de personas viven entre el divismo, la ultraperfección y en muchas ocasiones, la pesadez. Aunque puedan resultar insoportables (Ava Gardner, PAM, Frank Sinatra, PAM) son más interesantes que ese amigo encantador que come lo que le ponen sin rechistar y solo habla para soltar perlas como “de arte no entiendo, pero sé lo que me gusta y lo que no” y “el AVE es muy cómodo”. Un PAM es insufrible (Steve Jobs, PAM) pero deja huella.



Descubramos con este sencillo decálogo si usted es o no una PAM.

Una PAM nunca reconoce que lo es

Si usted piensa y va soltando en sobremesas que es una PAM quizás no lo sea. Funciona igual que el Club de la Lucha: nadie que pertenezca a esta estirpe lo dice. Si se enerva cuando le acusan de PAM no lo dude: es una PAM.

Una PAM es una persona de centro

No de Ciudadanos, sino del centro emocional. Disfruta siendo la protagonista. En la boda de Pippa hubiera querido ser Pippa. Y su hermana, la nanny española y hasta la trucha de Berkshire que se sirvió en el menú. En los Oscar quiere ser presentador, ganador, acompañante y tener un número musical propio. En la moción de censura una PAM querría haber sido Irene Montero y en la baby shower de su amiga querría…No, ahí estaba mejor siendo una invitada.

Tiene que preguntar a su madre cómo es en realidad. No se acuerda

Ha cambiado tanto su color de pelo, ha moldeado tanto su cuerpo a base de clases privadas de Pilates, carreras por el Retiro y sesiones de SBC y se ha infiltrado tantas vitaminas (o más cosas terminadas en -ina) que no tiene ni la más remota idea de cómo sería sin todo eso. La PAM necesita un físico que respalde su actitud ante el mundo. Personas como la ínclita Paltrow, Jennifer López, Rihanna o Madonna no sabrían responder a su color de pelo real. Un momento: aquí hay muchos nombres de mujeres. También hay un jardín verde y frondoso. El apelativo “alto mantenimiento” se ha dedicado más a mujeres que a hombres. Ellas han sido, tradicionalmente, acusadas de caprichosas, exigentes y pluscuamperfectas. Puede que los ejemplos de mujeres sean más floridos ( y algo machistas), pero hay ejemplos de PAMs en todos los géneros. La Princesa Diana, PAM, Almodóvar, PAM, Justin Bieber, PAM, Victoria Beckham, PAM. Esther Doña… menos PAM de lo que querría. La Reina Letizia, PAM. ¡PUM!

Madonna

Pedid y se os dará, dice la biblia PAM

Una PAM maneja las relaciones de poder de una manera que riámonos de las tesis de Foucault. Katy Perry pide a sus conductores que no le hablen ni le miren por el espejo, Cher pide una habitación para sus pelucas, Madonna pidió sellar las ventanas de su habitación del Alfonso XII de Sevilla para no ver el color especial de la ciudad. También que le cambiaran el suelo y luego ella se cambió de habitación. Jennifer Lawrence pide que no le den la mano para saludarla. Una PAM exige porque sabe que puede. Una PAM no pide regalos, los espera. Si nos toca el trago de hacerles uno, dejemos atrás la idea del “regalo simbólico”, de la foto de la infancia impresa, del pastel hecho a mano. Una PAM valora los buenos regalos: un retiro de yoga de tres días en el Ampurdán, una cena en Punto MX, la última de Les Infusiones (la de Rose) de Prada, el Sablier de Diptyque, un tratamiento en el URSO, unos cuadernos de CalepinoNo tienen que ser caros, pero sí deben tener un valor objetivo. 

Jennifer Lawrence

Su unidad del medida del afecto es el like

¿Qué dice afecto? Del amor puro y duro. No nos referimos solo al entorno de las redes sociales, también al de los restaurantes, piscinas y salas de reuniones, llamado vida tangible. Un like inmediato es como un aplauso. Una foto que triunfa (como esa que se hizo cenando verduras codo con codo con Richard Gere cuando vino a España) es un abrazo. No hablemos de la acumulación desbordada de seguidores. A una PAM le comentan que el buen sexo es mejor que su K de Instagram, pero no se lo acaba de creer.

Su mantenimiento es alto, como bien puede deducirse

Ser una PAM no es tan difícil. Mantenerse como PAM sí lo es. Todos podríamos ser Kim Kardashian un día con el equipo de producción de diez personas pero, intente serlo todo el año. Ahí está su valor. ¿Más PAMs? Las princesas de Park Avenue lo son, al menos en su acepción estética. Intente seguir el ritmo de coloristas, ecopedicuras, yogas varios, litros de ácido hialurónico y maletas varias de Lauren Santo Domingo o Aerin Lauder. Pruebe a ser Elena Foster. O Pablo Casado. Agota. Los PAM están exhaustos. La propia Gwyneth Paltrow lo ha reconocido.

La PAM tiene su propia medida del tiempo

Si recibe un WhastApp de una PAM respóndala antes de que tome aire. A una PAM no se le hace esperar. Y no trate de educarla: todos lo hemos intentado antes. A una persona así hay que quererla como es o asumir un rosario de emojis enfurecidos. La PAM puede llegar tarde, pero nadie puede hacerla esperar. Un consejo a todo PAM en ciernes: si de verdad quiere ser parte del club pruebe a ingresar en una familia real o a ser presidente de una empresa el IBEX 35. Entonces será el perejil de todas las salsas y nada empezará hasta que no llegue.

lauren santo domingo

Un Iced Café Latte con leche de soja en vaso grande y quítele algunos cubitos de hielo, que luego me duele la garganta

La PAM no ha pedido “un cortadito” en su vida. “La vida es complicada, abracemos dicha complicación” tiene como mantra. Las personas así pedirán la ensalada de quinoa sin quinoa y un chai latte con leche avena en un bar de carretera en Palencia, porque hay PAMs por todo el mundo. Una PAM sabe cuando hay que pasar de una falda estampada de piñas a una de gardenias o en qué semana del verano han caducado los bañadores noventeros. También distingue cincuenta tipos de alpargatas de mayo a septiembre. Una PAM exige que el mundo esté listo para ella. Lo paradójico de estos seres es, con frecuencia, lo logran. Consiguen que en las casas a las que son invitados el frigorífico esté lleno del zumo (natural hasta la intoxicación) que les gusta, que los armarios se ordenen por orden alfabético como ellos tiene los suyos, y que guardemos el ¡Hola! porque lo censurarían, sobre todo porque no salen. Cuentan que una PAM conjugó un día el verbo reflexivo adaptarse, pero no hay documentos que lo confirmen.

Una PAM veranea, No “irá viendo que va a ir haciendo”

Una persona de alto mantenimiento no usa el gerundio. La improvisación es de quien no tiene más opciones. Una PAM tiene sus vacaciones organizadas, normalmente por otros. Y, ¡ay de si no le encuentran habitación libre en un Amán y tienen que recurrir a Booking para buscar otro hotel! Una PAM escruta las fotos de la casa que ha alquilado en AirBnB en el Alentejo por si encuentra unas colchas que osan ser estampadas y brillantes. En ese caso la PAM llevará su propia ropa de cama. Si viaja a Londres querrá cenar en The Ned y eso requiere reserva, es decir, control de la situación. Este tipo de personas no son control-freaks, sino que exigen los de alrededor lo sean para que ella pueda, sencilla y llanamente, vivir.

UnA PAM no es alguien pijo. No nos confundamos

Una PAM ortodoxa requiere una cuenta corriente relajada. Solo así se pueden permitirse exigir, pero el concepto es más complejo que todo eso. La acepción de PAM que habla de ellos como seres que reclaman atención nos lleva por otros vericuetos. Según ella la nueva política masculina española es un poco PAM. Pedro Sánchez lo sería; Albert Rivera también. Quieren ser Pippa en la boda de Pippa, aunque ellos no usarían ese símil. Exigen aplausos, portadas y públicos entregados. En su imagen, aunque pretendidamente sencilla, no hay nada al azar: mantenerla es parte de su trabajo porque es parte de su discurso. Si Pedro Sánchez le manda algún mensaje no tarde en responderle. A menos que usted sea Susana Díaz. Fuente: revistavanityfair.es