Ataques de False Flag y piro-masismo

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Emilio Martínez Cardona

Wikipedia define a los ataques de False Flag (bandera falsa) como “operaciones encubiertas llevadas a cabo por gobiernos, corporaciones y otras organizaciones, diseñadas para aparecer como si fueran realizadas por otras entidades”.



En la historia militar sobresalen operativos como el de la Unión Soviética en 1939, que bombardeó una población de su propio territorio como pretexto para invadir Finlandia. En ese año, la Wehrmacht utilizó el mismo ardid, simulando un ataque “polaco” a una estación de radio germano-parlante en Gleiwitz, abriendo el camino a la operación militar que concluyó en la ocupación de Polonia.

Pero los ataques de False Flag no se restringen al campo bélico, sino que también han sido implementados en el terreno político para justificar persecuciones contra sectores específicos de la población civil. Tal vez el caso más antiguo registrado por la historiografía sea el incendio de Roma, en el año 64. La leyenda atribuye el siniestro al emperador Nerón, quien ciertamente lo manipuló para emprender una sangrienta cacería de cristianos.

El procedimiento flamígero se repitió en febrero de 1933, cuando Adolf Hitler instrumentalizó el incendio del Reichstag (Parlamento), probablemente iniciado por sus propias Secciones de Asalto pero atribuido a la oposición, para comenzar el proceso de ilegalización de las demás fuerzas políticas. De esta forma, su versión nacionalista del socialismo se convirtió en partido único.

En Bolivia, podemos citar al menos tres casos de hace una década en los que podría haberse aplicado la táctica False Flag: los desmanes cometidos durante la toma de instituciones públicas en Santa Cruz en el 2008, por supuestos integrantes de la Unión Juvenil Cruceñista que un año después terminarían militando en el Movimiento Al Socialismo; las muertes provocadas en Porvenir por “sicarios” que tiempo más tarde aparecían ligados al entorno de Juan Ramón Quintana; y el montaje del caso terrorismo en el 2009, donde el único atentado real (la bomba incendiaria en la puerta de la residencia cardenalicia) fue perpetrado por los infiltrados policiales en el grupo Rozsa.

Estos operativos contribuyeron a desactivar el movimiento autonomista, a través de la criminalización de la protesta.

Es inevitable asociar esta metodología con lo sucedido días atrás en el Tribunal Electoral Departamental de Santa Cruz, cuyo ingreso fue incendiado durante una marcha universitaria que protestaba contra la habilitación inconstitucional del binomio Evo Morales-Álvaro García Linera.

El ataque fue perpetrado por jóvenes que, a diferencia del resto de los marchistas, llevaba el rostro cubierto. Uno de ellos lucía un tatuaje del multihomicida estalinista Ernesto “Che” Guevara en uno de sus homóplatos, posible indicativo de su pertenencia a alguno de los grupos de choque locales del masismo.

También es inevitable recordar las distintas ocasiones en que militantes del partido oficialista dieron rienda suelta a su inclinación piromaníaca, como en el 2007, cuando quemaron la puerta de la Prefectura de Cochabamba; o en el 2016, cuando incendiaron la alcaldía de El Alto, provocando seis fallecimientos.

En ambos casos, como en el TED, la custodia policial había sido “convenientemente” retirada.

Fuente: http://estotambiensucede.com