Sombría y triste realidad

José Luis Bolívar Aparicio*
Antes que nos abandone y deje la tierra de los mortales, es un deseo personal rendir un humilde homenaje a mi tía, doña Gladis San Martín Vda. de Rodríguez, hermana de mi abuela y de toda esa parentela, la más dulce y buena.
De profesión era maestra de nivel básico, y la recuerdo desempeñándose en la escuelita Cuba de la zona de San Pedro, empero, sé que sus mejores dotes estaban en las tablas y las ollas.
Esos datos sólo los tengo como referencia, y con ellos respaldo que fue de las primeras actrices de radio novelas de Bolivia y trabajó en el teatro con hombres como don Raul Salmón y don Rafo Mori. Como lo conocía a don Tino Lozada, en cierta oportunidad me acompañó a una fallida audiencia con el abuelito Tino. Definitivamente mi destemplada voz me acompaña desde mi dulce infancia, por lo que de ninguna manera me hubieran permitido cantar “Pinocho” por televisión abierta y a nivel nacional y aunque mi tía formó parte de mi frustrante periplo de artista, fue el cariño con el que me llevó a esa jornada, lo que guardo con tanto cariño y respeto.
Otro detalle que no vale menos, es su inconfundible sazón. Nunca comeré una picana navideña tan deliciosa como la suya o el ají de sus papas a la huancaina, son tan sólo dos muestras de su inmenso repertorio de delicias culinarias.
Escribiría sobre su dulce de duraznos, pero ameritaría una columna entera, prefiero referirme a su mejor legado y que es el sentido cabal de estas líneas.
A diferencia de casi toda su familia, mi tía se entregó a la política plenamente, el Dr. Hernán Siles y el Comité Ejecutivo del Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda, pusieron en ella, grandes esperanzas y grandes responsabilidades también, al extremo de que durante la dictadura de García Meza tuvo que salir al exilio y desde Lima ser parte de la resistencia.
La familia completa sufrió las consecuencias, sus hijos estuvieron al igual acosados por el régimen militar y dos de ellos tuvieron que partir rumbo al extranjero, expulsados por un gobierno que se sentía dueño de la patria, y apoyado en la fuerza de las armas, hacía con ella lo que quería.
Cuando retornó la democracia, Bolivia le pagó con creces, y fue servidora pública en muchas instancias de poder y estoy seguro que en cada cargo que ocupó dejó lo mejor de ella para con todos, pero con la que yo me quedo y me quedaré siempre, es con la Gladis que luchó enconadamente para recuperar esa democracia.
No midió las consecuencias, no puso límites ni reparos, más de una vez su casa fue allanada, sus hijos detenidos y su vida misma estuvo amenazada, pero ella no declinó ni un solo instante, tenía la meta clara y el 10 de octubre de 1982 la alcanzó, cuando su querido Hernán juró ante la Biblia, defender la Constitución.
Como ella, miles y miles de bolivianos, de todos los estratos sociales, desde uno y otro ángulo político, han sido a lo largo de muchas décadas, la barricada donde los opresores civiles y militares, han estrellado la metralla de su irracionalidad y prepotencia.
Después de la Guerra del Chaco, Bolivia ha sido una perpetua sucesión de arbitrariedades y abusos a pedido del cliente. Diecinueve golpes de Estado de toda índole, desde los más pacíficos como el de David Padilla, hasta el más sangriento como el de Alberto Natusch, le han dado a nuestro país una fama de inestabilidad comparable sólo con los países subsaharianos y pese a ellos, cada uno de los bolivianos era consciente de que la única forma correcta de gobernarnos y vivir en paz, era en democracia.
Estado al que logramos alcanzar en 1982 y desde entonces, con altas y bajas con aciertos y errores, hemos sabido surgir, lamer nuestras heridas cuando fue necesario y abrazarnos cuando lo hicimos bien, hemos vivido en paz y también nos hemos sabido agarrar a tiros, pero durante estos 36 años, lo hicimos en el marco de la democracia.
Más allá de los estipulados de Clístenes, Lincoln o Churchill, o de cualquier pensamiento que se haya podido elaborar en su honor, el concepto básico de la democracia es el respeto a la Ley, sobre todo, la más importante de todas, la Constitución.
No puede existir democracia en un Estado en el que prime la antojadiza interpretación de la Ley, el sometimiento de las autoridades que velan por su cumplimiento y mucho menos donde quien debería garantizar la elección de la gente, está claramente parcializado con quien pisotea las reglas del juego.
Es un estipulado de la izquierda dogmática, que el uso de los medios burgueses para la obtención del poder, solamente son útiles cuando todas las circunstancias están dadas para garantizar la toma del mismo. Una vez entronizados, quien gobierna debe hacer uso de todos los medios a su alcance para mantenerse en el mismo, a toda costa, sin importar qué o a quien se pueda afectar.
El Movimiento al Socialismo, da cátedra de ello y sus principales ideólogos son capaces de decir cualquier cosa con tal de justificar cualquier tropelía que puedan hacer con tal de conservar el poder y seguir gobernando, en lo posible, eternamente.
García Linera suele ser quien más de frente va y a veces con estilo y otras no tanto, suelta verdades a medias que son una afrenta para quien le entiende y en especial para sus rivales políticos.
No vamos a esperar de quien llegado el momento se levantó en armas contra el Estado y su institucionalidad que sea un paladín de la democracia, pero al menos uno espera del “intelectualoide calculador” un poquito de recato a la hora de disfrazar sus tropelladas contra la Ley.
“No vamos a ceder el poder por un apego abstracto a la norma” dijo en una oportunidad, como si obedecer la Ley fuera un juego de pelota quemada y quien gana es quien más la esquiva. Don Álvaro es lo suficientemente inteligente para saber que lo que dijo es un oprobio absoluto y un verdadero disparate, más aún viniendo del segundo al mando, aunque de verdad me gustaría preguntarle, hasta dónde la norma me permite a mí, despegarme de ella.
La decisión del Tribunal Supremo Electoral de habilitar a la dupla Morales García para las elecciones del próximo año, ha sido con seguridad, la afrenta más dura que ha vivido nuestra democracia en sus ya largos 36 años de vida. Han pisoteado no sólo la Constitución y la Ley, sino que lo peor, es que los que deberían ser la garantía del respeto al voto ciudadano, lo han invalidado de un solo plumazo, dejándonos huérfanos de cualquier garantía para cualquier proceso electoral a futuro.
No tengo la menor idea de qué es lo que vaya a acontecer a  futuro, veo las posibilidades de lucha incapaces de hacerle siquiera cosquillas a corto plazo al grupo de poder y tampoco hallo la fuerza necesaria en la sociedad como para llevar adelante una resistencia prolongada.
Me queda la esperanza de que dentro de un tiempo (Ojalá no sea más de un año), la CIDH (que al parecer no sirve para maldita cosa), se pronuncie en sentido de que la re re re elección no es un derecho humano, para que por lo menos, se deslegitimice todo este vergonzoso proceso.
Tristemente, mi tía Gladis ya está muy viejita y de paso con un terrible Alzheimer que seguramente hace que ni se acuerde de mí, lo que es realmente triste, pero al menos, se está privando de vivir esta sombría y triste realidad nacional.
*Es paceño, stronguista y liberal