Ciudadanos diferentes libres de presiones

Mauricio Aira

Se necesita vivir fuera, tener muchos amigos, ser receptivo y llueven los mensajes. “Uf! Cuánto alivio, ahora con aire puro y sin la presión de los medios masistas” una frase que resume el cambio de ánimo de los cochabambinos, de los bolivianos en general. Es que, se nota el cambio, la salida del tirano permite respirar profundo, ¡permite bendecir a Dios!, permite escuchar noticias que no están direccionadas ni con negras intenciones, ni alimentando el odio y la venganza! En realidad las cosas han cambiado, están cambiando para bien.

“Si hasta policías y otros funcionarios son ahora amables”, se acabó ese humor agrio que caracterizó los últimos meses. Funcionarios de toda laya, próximos a perder la paciencia y agredir al público, amenazarle, hacer que obedezcan a la fuerza. Hay sin duda, un cambio de actitud en general. Algún amigo escribió “no podíamos concebir una TV del Estado sin amenazas, o sin alabanzas al cocalero. Fue una cadena interminable de elogios, de falsa propaganda por bienes que no se veían, o de medidas que sonaban a “encanto, a ruido de sirenas, a dulces melodías” pero ¡ay! Eran anticipos de mal agüero, pronósticos de lluvia y tempestad, presagio de desgracias para todo opositor, o al menos para toda mujer o todo hombre que resistiese al narcomasismo.



Nada extraño por tanto, la violenta reacción de miles de jóvenes mujeres y hombres, en Pando, como en Tarija, en el Desaguadero como en Puerto Suárez, de norte a sur de este a oeste, sin que se hubiesen puesto de acuerdo previamente, el “mágico hilo de las pititas” unió a los bolivianos, hermanó a cambas y collas, cholos y mestizos, blancos y negros (negros casi no existen, salvo un puñado de ellos en Los Yungas) para decir “no blancos”. O sea en Bolivia ha surgido un nuevo amanecer, el cielo oscurecido, cubierto de nubes negras y amenazando llover con truenos y relámpagos se transformó en descubierto, límpido azul, de sol esplendoroso y primavera florida.

Admirar la conducta colectiva en Santa Cruz, en Potosí, en Sucre, Oruro, Cochabamba, unidos en una sola voluntad y con la consigna de no aflojar “nadie se cansa, nadie se rinde” ello nos permitió medir el temple del boliviano, de su voluntad de acero, muchos días de tensión, de hambre, de inseguridad, resistiendo en cada esquina, en cada plaza las hordas masistas ahítas de sangre, de ganar de romper los bloqueos. Lo sucedido en Bolivia, sirve hoy de ejemplo, de modelo para otros pueblos que están sufriendo hoy la agresión socializante de los Castro-chavistas.