Huevadas que solo a mí me pasan…
Alberto Alegría es el nombre de un aopau que conozco. Un tipo con plata, pero más aopau que Doria Medina y Miljaus Ortíz juntos.
– ¿Qué haces? – le dije.
– Aquí, esperando que mi mujer salga, la están tuneando. -dice.
– ¿Qué hay? -le pregunto.
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– Ah, es reina de la comparsa. En un rato nos vamos a la preca.
– Ah, ¿y qué te parece como van las cosas? -le pregunto pensando en las comparsas políticas que manejan el país.
– Súper oye. Este año la organización está mejor.
Lo miro extrañado.
– Mirá la gente está esperando con ganas. -me dice algo eufórico.
– Si, pero gran parte de la gente está confundida, molesta. -le respondo en tono amargo.
– ¿Y por qué?, no se puede quejar, alegría y unidad es lo que sobra, solo hay que estar ahí para sentirlo.
Ahí pelé los ojos.
– Esperá un ratito. ¿De qué estás hablando?
– ¿Vos de que hablás? Yo hablo de carnaval -me dice el aopau platudo.
– …Ahh, yo hablo de la situación política, de los oportunistas, de ex presidentes dementes, de gobernadores vivísimos y excívicos bocazas…¿No estás al tanto? – le respondo casi molesto.
– Claro que si, pero ya hablamos de eso en todos mis grupos y vamos a ver que hacemos, pero después de carnaval.
Me sentí estúpido, iba a decir algo, pero justo apareció su mujer que salía vestida con una cosa blanca y una corona de plástico.
– «Parece el Rey de los muñecos Michelin» -pensé.
– Hola Escribidor, ¿cómo le va?, ¿va también a la preca?
– No.
– Mi amor, ni lo invités al amargau este, no fuma, no bebe y fíjáte, ¡Ahuringa me hablaba de política!- Uhhh, bah…¿Pa que vivir así? –contestó la «reina».
Unas risas y se fueron.
Sintiéndome ridículo caminé por la Colón, bajé por la Ingavi y llegué a la Cañoto para esperar mi micro.
Estaba ahí parau, cuando apareció una diosa de vestido rojo, choca pero morena, una cara rara, muy parecida a la candidata Jeanine que me sonrió.La miré desconcertado y ella dijo.
-«Que viejo bello, que canas divinas, te invito a la preca y después vemos que pasa…»Justo apareció el micro 44, me subí al vuelo antes que se detenga, me senté y miraba por la ventanilla con la cara de Romero preso y en mi cerebro resonaba la voz de la chocanga que me invitaba.
Solo había un problema:
Era más vozachuda que Jorge Arias…EL ESCRIBIDOR.Fuente: El Escribidor