Lujo y cienciología se dan la mano en Saint Hill (Sussex), el retiro británico donde Tom Cruise se prepara para ir al espacio.
Todo parece indicar que Tom Cruise está pasando la pandemia en uno de los lugares sagrados de la cienciología: la Base, el complejo de Saint Hill en Sussex, donde el fundador L. Ron Hubbard se instaló hace 61 años. Allí pasa el tiempo en un restaurante acristalado donde un chef Michelin anónimo (pero que, según Tatler, trabajó codo con codo con Gordon Ramsey en el Royal Hospital Road, que ostenta tres estrellas desde 2001) se encarga de que los elegidos puedan disfrutar de las mejores comidas. En un entorno sin igual: la zona es una de las 50 Áreas de Belleza Excepcional del Reino Unid y a dos pasos de la mansión de Saint Hill que fue durante casi una década la sede mundial de la organización y que es parte del patrimono protegido de Inglaterra.
Una reclusión de lujo en la que el actor prepara su salto al espacio. Algo que confirmó el administrador de la NASA, Jim Bridenstine, hace dos semanas: «Nos emociona poder trabajar con Tom Cruise en una película a bordo de la Estación Espacial Internacional». Aunque al parecer la película no será una entrega de Misión imposible, la saga que el actor ha tomado como una serie de retos de superación de los límites del ser humano, fracturas incluidas.
El complejo en sí se inauguró en 2015, pero se cree que Tom Cruise se trasladó allí de forma semipermanente en algún momento de 2016, convirtiéndolo en residencia ocasional, y tras haber puesto a la venta una mansión cercana que compartía con Katie Holmes. Una mudanza que habría costado más de 10 millones de euros adicionales, según Tatler, para transformar el complejo en una residencia digna de hombres que quieren ir más allá de la atmósfera terrestre y que quieren estar cerca de la vivienda original del autor que los guía. Pero eso es en el nuevo complejo, no en la mansión en sí, que en tiempos sin confinamiento está abierta al público y que cumple también como museo de Hubbard.
¿El último antes de Hubbard? El marajá de Jaipur Man Singh II, que fuera embajador en España, y abuelo de Pacho de Jaipur.
La historia de la adquisición que circula en medios y redes es un tanto apócrifa, y afirma que Hubbard y Jai, como llamaban a Man Singh, se conocieron en un casino londinense, donde negociaron la compra. Aunque chirría un poco. El marajá había comprado la finca en los años 40, justo cuando la independencia de la India y las subsiguientes reformas arrebataron el poder político, pero no la fortuna, a los príncipes como él. La bellísima maharaní Ayesha (Gayetra Davi, tercera esposa del marajá) reformó el hall de la mansión con tres espectaculares columnas de mármol negro. También encargó un mural (el de la «sala de los monos», por la decoración) a John Spencer Churchill, el sobrino artista del primer ministro Winston Churchill. Y ella y su marido dividían su tiempo entre prestigiosas fiestas y la finca de Saint Hill. Donde alternaban con royals con los que compartía la afición al polo, como Felipe de Edimburgo y su tío, lord Mountbatten, hermano de nuestra reina Victoria Eugenia. El motivo real de la venta posiblemente fuese el salto a la política de ambos, y el inicio de una ambiciosa política de renovación para convertir Jaipur en una potencia turística.
Fuente: revistavanityfair.es