Hitler indígena desató su ofensiva

El incendio del Reichstag en 1933 fue utilizado por Adolfo Hitler para imponer una de las dictaduras más sangrientas que ha conocido la historia del mundo. Evo Morales está utilizando las muertes en las poblaciones pandinas de Filadelfia y Porvenir para aplicar un plan que venía madurando desde hace tiempo atrás: silenciar cualquier expresión contraria a su régimen.

Ni el incendio del parlamento alemán ni los violentos sucesos de Porvenir fueron casuales, sino que fueron preparados en forma meticulosa y con la debida antelación. Ambos, además, tenían un objetivo muy claro: conculcar las libertades ciudadanas e imponer un régimen de terror.



Independientemente de la procedencia supuestamente aria de Hitler o indígena de Evo, los planes se parecen, se ve a las claras que existe una ideología común caracterizada por el totalitarismo y la intolerancia. Ya era hora que Evo se quitara la máscara y comenzara a actuar como le mandan sus más íntimas convicciones.

Los sucesos violentos de Porvenir fueron preparados en forma minuciosa por el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana. El fue quien se hizo presente en esa zona y llevó la gente y los pertrechos necesarios para armar el desbarajuste que ahora está sirviendo de pretexto al gobierno del MAS para aplicar una escalada represiva que no tenía antecedentes desde la dictadura de Luis García Meza, con allanamientos a domicilios particulares y una sañuda persecución militar a la población civil.

Y Quintana, como todo cobarde, al estar rodeado de cientos de militares a su servicio, actuó con prepotencia, y con voz de mando ordenó al prefecto Fernández, a quien no quiso dar ni la mano, que subiera al avión rumbo al destierro. Un nombrado a dedo, humillando a una autoridad surgida del voto popular.

No es necesario ser un agudo analista para percatarse de cual es el origen y el objetivo de la violencia desatada. Eso si resulta para todos una noticia novedosa que hubiera tantos «normalistas» paceños en la población de Filadelfia. Es tan novedosa que cabe preguntarse si es que los supuestos «normalistas» no son aquellos que el ministro Quintana trasladó hacia ese lugar la semana pasada con la promesa del pago de 200 bolivianos diarios.

Por otro lado, se conoce que el rector de la normal de Filadelfia obligó a varios estudiantes, bajo chantajes y amenazas de multas, a sumarse a la marcha campesina que tenia el objetivo de cercar Cobija y pedir la renuncia del prefecto.

Otros supuestos «normalistas» fueron vistos también en el Plan Tres Mil de la ciudad de Santa Cruz y otros distritos, también fueron detenidos en la población chaqueña de Yacuiba cuando el subteniente George Nava perpetró el atentado contra las instalaciones de la red Unitel. Estos últimos indicaron que habían llegado a esa ciudad para apoyar el rechazo al referéndum autonómico y que, por supuesto, recibieron un pago.

La detención del prefecto pandino, Leopoldo Fernández y el traslado de un grupo de ciudadanos de ese departamento a La Paz para residenciarlos, confirma lo que se venía sospechando. Evo Morales está dispuesto a deshacerse de toda atadura para imponer su proyecto «socialista indigenista» que nadie entiende y en este su empeño no retrocederá.

Con el afán de preservar su imagen internacional y seguir vendiendo el slogan de «indígena discriminado» a los incautos, Evo y su gobierno, muestran hoy un signo de flexibilización y abren el diálogo con los prefectos. Es una hábil maniobra mediática ante la llegada de observadores internacionales, el show para la foto, la verdad surgirá en las negociaciones reales que comenzarán en las mesas de trabajo los siguientes días.

Al igual que los estrategas hitlerianos, Evo y su equipo, son eficaces en la propaganda, contando muchas mentiras salpicadas de algunas verdades, para ello les sobra dinero y cinismo.