Larga pesadilla

El Deber. Marcelo Rivero.

Linda distracción se mandó el Gobierno en la lata con los prefectos, firmando un acuerdo con cinco serviles, tres de ellos nombrados a dedo, mientras sus bases se dedican a preparar cercos y asaltos, y a cultivar más coca para contento del narcotráfico. Además, el centralismo gobernante continúa su frenética arremetida contra los departamentos autonomistas, habiendo tumbado a Pando. En realidad estos departamentos autonomistas lo serían casi todos, porque a los cuatro ‘tradicionales’ (Tarija, Beni, Pando y Santa Cruz) se estaban agregando Cochabamba, Chuquisaca (que prácticamente ya lo hizo), e incluso La Paz, pero el regalo de Podemos lo recibió el masismo en bandeja y con gran regocijo y así se vino la pesadilla que ya padece toda la nación.

Larga pesadilla que incluye cuanto lugar sea escenario de medidas y decisiones contrarias a los objetivos del centralismo absorbente, el cual de inmediato pone a funcionar su máquina represiva. Como ocurrió en Sucre cuando su población, en los últimos pataleos de ese bodrio llamado Asamblea Constituyente, reclamaba con absoluta legitimidad su derecho a la capitalidad plena y sufrió una masacre en La Calancha. Como en La Paz y en la misma capital chuquisaqueña con la presión y agresión más la compra de conciencias -que ahora se pretende reeditar escandalosamente en el Parlamento-, que se ejerció sobre representantes opositores. Como fue en Cochabamba en el primer intento de derribar a Reyes Villa de la Prefectura, la que fue incendiada por los ‘movimientos sociales’, trifulca que se cobró una vida y más heridos. Como en Huanuni con los mineros que defendían los derechos de sus cooperativas, con más sangre y luto porque murieron 18 personas.



Pesadilla que se extiende sobre todo a la ‘media luna’, llegando al extremo en Cobija y pueblos aledaños hasta donde arribaron, desde Riberalta, militares, campesinos aleccionados y mercenarios venezolanos para poner freno al ideal de autonomía, con otra matanza que le endilgan cínicamente al caudillo pandino y a otros patriotas a los que se persigue en forma implacable, igual que en el Chaco tarijeño. Cayó un incordio del centralismo totalitario, era el turno  de Santa Cruz. La carnicería iba a ser feroz, alguien de fuera le dijo a los dictadores que se atengan a las consecuencias a nivel nacional e internacional y la embestida se detuvo. ¡Pero las lanzas siguen pendiendo sobre las cabezas de los cruceños!

Al masismo le gustaba contar los muertos en anteriores gobiernos ¡Van 32!, decía cuando Sánchez de Lozada. ¿Y ahora? Van de 100 para arriba, sumando los enterrados en el monte, los que arrastran los ríos y las víctimas de la ‘justicia comunitaria’. Pero los ‘movimientos sociales’ y sus jefes no se inmutan: amenazan, ofenden, siembran el caos, roban derechos, todo para imponer su régimen de oprobio y de terror.