Condena al acullico de la hoja de coca

La Razón

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La Junta Internacional de Fiscalización de los Estupefacientes (JIFE) acaba de ratificar su condena al acullico de coca no solamente en los países que importan el producto, sino también en aquellos que tienen cultivos propios de la hoja. Se trata de uno de los casos de incomprensión internacional a las tradiciones de los pueblos andinos, que desde hace siglos usan la coca como compañera de las labores cotidianas y en ceremonias y rituales de su cultura.

Es cierto que la coca es desviada, en porcentajes cada vez mayores, a la fabricación de droga, como es el caso de Bolivia y los cultivos del Chapare, pero se debe insistir ante la JIFE y la comunidad internacional en la necesidad de diferenciar la hoja de la droga. Para ello, hará falta que todos los países se comprometan a combatir de veras al narcotráfico, pero con la intención clara de eliminarlo o, por lo menos, reducirlo. Lamentablemente, en este momento es la droga la que avanza y los controles son los que retroceden.

Los últimos informes señalan que los cultivos han aumentado y comienzan a amenazar incluso parques nacionales.

El Gobierno ha permitido el incremento del área autorizada para los cultivos, con el criterio de que las 12.000 hectáreas asignadas desde hace décadas son insuficientes para atender la demanda del consumo tradicional y legal. Pero no se ha hecho un estudio serio sobre este consumo. Las 12.000 hectáreas fueron consideradas sin bases científicas y las iniciativas para elevarlas hasta 30.000 hectáreas tampoco se basan en datos precisos, sino tan sólo en estimaciones.

Si el país exigirá el respeto a la coca y a su consumo tradicional, se debe comenzar por establecer el tamaño real del mercado de la hoja en el país y la demanda que existe de la coca boliviana en algunos países vecinos, como por ejemplo en Argentina.

El estudio, además, facilitará el trabajo de las oficinas de recaudación de impuestos. Porque, como se sabe, las exportaciones de coca a Argentina no pagan ni impuestos ni aranceles, a pesar de que comprenden miles de toneladas todos los años.

Sin estos estudios, la coca seguirá siendo tratada como algo pecaminoso en el mundo, tal cual lo hizo el JIFE, condenando a la hoja y su uso tradicional.