La voz enérgica de la Iglesia

Editorial El Nuevo Día.

Los ataques del Gobierno contra la Iglesia Católica no son nuevos, aunque el tono se acentúa. La novedad es que los obispos ya no parecen dispuestos a poner la otra mejilla en silencio y han comenzado a escucharse carraspeos que permiten presagiar un escenario de confrontación que puede acentuarse, en la medida en que el Poder Ejecutivo insista en generar división dentro de la Conferencia Episcopal, tratando de minar la credibilidad del catolicismo.



El último ataque se originó luego de la visita periódica y rutinaria que hicieron los obispos al Papa Benedicto XVI, ante quien expresaron algunas críticas hacia el proceso político nacional. Tras la virulenta reacción del Gobierno, especialmente contra el cardenal Terrazas, el obispo de El Alto, Jesús Juárez, ha dicho que no se van a quedar callados y van a “desenmascarar” las acciones que no contribuyan al cambio que espera el pueblo boliviano.

Esta respuesta no es casual y tampoco lo son las palabras del vicario de la Arquidiócesis de Santa Cruz, Roberto Flock, quien pidió no confundir con los ataques a los “jerarcas” de la Iglesia, como trata de hacerlo ver el MAS, pues “quien ofende al pastor, también lo hace con el rebaño”, ha dicho. El sacerdote, que pronunció estas palabras en la Catedral cruceña, llegó a cuestionar el papel del bono Juancito Pinto, del cual exigió una evaluación para comprobar si está cumpliendo con mejorar la educación.

Las reacciones de varios miembros de la Iglesia Católica, tanto de oriente como de occidente demuestran que existe una postura unida y orgánica en la defensa de la institución y de lo que ésta representa para la mayor parte de la población. En La Paz, el vocero de la Asamblea de Obispos, Thelian Corona, calificó como “infantiles y pueriles” las declaraciones del viceministro de Coordinación con los movimientos sociales, Sacha Llorenti y consideró “inútil” la polémica desatada. Pese a ello, el prefecto de Cochabamba y ex sacerdote jesuita, Rafael Puente, subió aún más los decibeles del enfrentamiento, al calificar de “colonialistas” a algunos obispos, aunque después trató de suavizar sus palabras en la radio Fides, gracias a la gentileza que le dio un antiguo colega de la Compañía de Jesús.

El más contundente de todos ha sido el vocero del arzobispado de Santa Cruz, Marcial Chupinagua, quien le recordó al MAS que los votos que consiguió Evo Morales en el último referéndum alcanzan el 67%, mientras que los católicos en el país representan el 80% de la población. Esta voz valiente y persistente de los pastores resulta un bálsamo para los que observan con temor el repliegue de los líderes que se han agazapado frente a la arremetida totalitaria del Gobierno. La fuerza moral de la Iglesia es muy grande y su voz se escucha más allá de las fronteras. Una prueba de ello ha sido la postura del Papa en relación a los problemas del país.

La voz del pueblo

bajo el penoco

El Gobierno chileno es el que más anima las buenas relaciones con Bolivia y ya nadie esconde en Santiago que están dispuestos a darle una “satisfacción” al país en relación a la demanda marítima. Las autoridades no quieren hacer olas porque en realidad la población piensa algo diferente. Las encuestas dicen que el 43% no quiere que Chile le dé a Bolivia una salida al mar y tampoco facilidades para exportar. Sólo un 14 por ciento es partidario de ofrecer una “satisfacción”, es decir, ceder una franja de territorio rumbo al océano. Políticos de esa nación creen que la decisión podría tomarse de todas formas y nadie teme, como en estas tierras, a que se desate una guerra interna como la de 2003 en Bolivia. Confían que el Estado es capaz de decidir en asuntos fundamentales y están conscientes que el pueblo no siempre sabe lo que es bueno.

La frase

“Las marchas de indígenas bolivianos en Perú son actos de injerencia y estamos analizando expulsarlos”

José Antonio García Belaúnde, canciller peruano.