Los efectos políticos de la crisis global

Ante los primeros efectos sobre sus respectivos proyectos políticos, Chávez y Morales tendrán que pensar dos veces antes de organizar los festejos por la crisis del capitalismo.

Los Tiempos

Editorial



Hace algo más de dos meses, cuando el desmoronamiento de Wall Street comenzó a poner en evidencia que el capitalismo ingresaba a la mayor crisis de la historia, los gobernantes de todo el mundo se asustaron y, previendo las consecuencias que la debacle traería a sus propias economías, tomaron medidas para atenuar sus efectos negativos.

Hubo muy pocas excepciones. Hugo Chávez y Evo Morales estuvieron entre los que no ocultaron su regocijo pues creyeron ver una señal confirmatoria de sus delirios socialistas. Ambos batieron palmas y coincidieron al decir que, gracias a lo que habían avanzado en su lucha contra el capitalismo, podrían ver la crisis como algo ajeno, algo que afectaba sólo a quienes no siguieron sus pasos.

Dos meses han sido suficientes para poner en evidencia cuán ridículamente alejada de la realidad estaba esa interpretación de la realidad. La caída de la cotización de los minerales y los hidrocarburos en el mercado internacional ha bastado para hacer tambalear a la economía boliviana y Venezuela, cuya dependencia del precio del petróleo ya no es sólo económica, sino también política, está, de lejos, entre los países más afectados por la crisis económica global. El famoso “blindaje económico” del que se ufanaban al unísono Chávez y Morales demostró no ser más que una ilusión.

En el caso venezolano, probablemente más importantes que las secuelas económicas de la crisis, serán las políticas. Es que mucho más que la ideología, la base sobre la que desde sus orígenes se sostuvo el proyecto chavista fue el precio del barril del petróleo. Un precio que, mientras se mantuvo alto, hizo posible la multimillonaria subvención de un proyecto político que, sin el respaldo de los dólares, poco tiene que ofrecer.

Pero ahora la historia dio un giro. Si bien es cierto que Chávez y sus seguidores, entre ellos Evo Morales, tienen motivos para alegrarse al ver venir los difíciles días que se avizoran para la economía mundial, se equivocan cuando creen que su suerte será diferente. Al contrario, como los hechos han comenzado a demostrar, estarán entre los más afectados y los menos dotados para ensayar fórmulas alternativas.

Con un barril de petróleo que se cotiza a la mitad de precio que hace sólo unos meses, Chávez ya no podrá darse el lujo de comprar bonos de la deuda argentina, ni financiar campañas electorales a lo largo y ancho del continente. Tampoco podrá financiar “Planes Dignidad” ni en Bolivia ni en Nicaragua y menos aun regalar cien mil barriles diarios a Cuba.

Ante ese panorama, al que se suma la sistemática destrucción del aparato productivo en sus respectivos países, Chávez y Morales tendrán que pensar dos veces antes de organizar los festejos por la crisis del capitalismo.