Los reos juzgaremos a los jueces

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Anualmente invito a algunos compañeros de prisión, con quienes hace mucho tiempo compartimos las celdas de la cárcel de San Pedro de La Paz, cuando fui acusado ‘calumniosamente’ de bigamia y ellos por la comisión de delitos varios, entre ellos robo de gallinas, atraco a cholas que lucían con joyas, abuso de confianza en el manejo de fondos del Ministerio de Vivienda, desaparición de 80 camiones cargados de contrabando, etc.



Esta vez invité a algunos cuyos nombres no publico porque se trata de personas casi honorables y los cito sólo por sus alias, o sea, falsos nombres. Vinieron a mi casa ‘el Malavida’, ‘el fiero Lorenzetti’, ‘el Chompa Roja’, ‘el Wairuru’, ‘el Liki-Mozo’ y su hermano ‘el Mantecas’; también estuvo ‘el Penderejil’ y su hermana ‘la Potocañón’.

Fue una reunión divertida en la que también estuvo mi comadre Macacha, que no participó de la fiesta, pues tenía la misión de vigilar a mis amigos reos o, mejor dicho, ex reos.

Después de haber comido y bebido, uno de mis ex compañeros de cautiverio nos propuso un juego novedoso e interesante, sugiriéndonos la formación de una ‘corte de reos’ para juzgar a la Corte Suprema de Justicia y a las cortes departamentales, al Tribunal Constitucional y al Consejo de la Judicatura. El presidente de la corte de reos sería nuestro colega ‘el Corte Inglés’, conocido ‘cogotero’ (estrangulador), que se ‘limpió’ a varios taxistas, aclarando que en nuestro argot, también llamado coba, ‘limpiar’ significa cargarse a un individuo, o sea, victimarlo sin anestesia y por móviles económicos o sexuales.

‘El Corte Inglés’ presidió la reunión y dijo: “Comienza la audiencia en sala plena de esta especial corte de reos, que pasen los acusados”. El secretario de la organización dijo: “Va a perdonar, señor Presidente, pero los acusados ‘no están en aquí’, porque casi todos viven en Sucre, sede de la Corte Suprema de Justicia y de otros altos tribunales, y una chola me ha dicho que sólo podremos juzgarlos allí. Es todo lo que me corresponde decir, sin otrosí”.

El presidente dijo: “Como no están aquí los acusados, que se presenten los fiscales para acusar a los mencionados magistrados en ausencia de éstos y que se agregue entre las causales del proceso la declaración de contumaces y rebeldes ante la ley. Y también que se los enjuicie por desacato, mentecato y abigeato”.

Cuando el juicio estaba en su parte más interesante, ingresé en mi dormitorio y comprobé que alguien me había robado el televisor y unas joyitas de mi mujer, además de una apreciable suma de dinero que me acababa de prestar mi comadre. Era ‘el Chompa Roja’, que me había afanado en mi propia casa. Despedí a todos mis amigos reos y me dije: “Los reos no podemos juzgar a los jueces”. El Deber