Obama Vs. Mccain

¿cuál conviene más a Bolivia?

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Recta final. Siete analistas observan cuál de los candidatos presenta políticas más o menos favorables para América Latina y Bolivia. Barack Obama llega a la elección del martes 4 con cinco puntos de ventaja en las encuestas, pero el final está abierto.

Revista Domingo, La Prensa



OBAMA

Abogado de raíces africanas

El 10 de febrero de 2007, Obama anuncia su candidatura frente al edificio del capitolio en Springfield, Illinois. El lugar es simbólico ya que allí Abraham Lincoln pronunció un histórico discurso, aquella reseña fue en 1858

Durante un foro religioso, el candidato demócrata admitió que durante el bachillerato se dejó arrastrar por las drogas y el alcohol.

El padre de Barack Obama nació en la aldea Nyang’oma Kogelo de la República africana de Kenia. En su juventud fue cuidador de cabras y empleado doméstico de familias inglesas. A duras penas acabó el colegio y consiguió una beca para estudiar la carrera de Derecho en Hawai.

En Honolulú, ciudad capital de la isla hawaiana, se enamoró de la estadounidense Ann Dunham. Entonces nacía la década del 60 y un 4 de agosto de 1961 llegó al mundo Obama Hussein Barack. El pequeño heredó el nombre de su padre, sus rasgos étnicos y la afición por las leyes.

El lazo entre Barack padre y Ann se rompió antes de que el niño cumpla dos años. Ella se casó con Lolo Soetoro y llevó a su hijo a Indonesia, el país natal del padrastro de Obama.

El reencuentro entre padre e hijo se dio cuando este último tenía 10 años. Un accidente automovilístico segó la vida del oriundo de Kenia y dejó marcada la vida de Obama.

Tras el deceso de su papá, Obama fue a vivir con sus abuelos paternos a Hawai, allí concluyó sus estudios secundarios.

Aquellos años fueron bastante duros para Barack. Se dejó arrastrar por las drogas y el alcohol, según él mismo reflexionó en un foro presidencial de Saddleback Church.

A los 18 años, Obama emigró a Los Ángeles (Estados Unidos) e inició sus estudios superiores en el instituto Occidental College, pasaron dos años y se fue a la Universidad de Columbia, en Nueva York. Allí se matriculó en la carrera de Ciencia Política y se graduó con la especialidad de Licenciatura en Artes Liberales. Entonces el almanaque señalaba 1983.

En la Universidad de Harvard él siguió la huella que le dejó su padre y estudió Derecho. Al mismo tiempo inició actividades paralelas, en la ciudad de Chicago fue director del proyecto Developing Communities Project, una organización religiosa de ayuda contra la delincuencia y el desempleo. Según sus biógrafos, entonces se dio cuenta de que para luchar contra estos problemas era necesario plantear nuevas leyes y políticas.

Su estancia en la universidad fue ascendente. En las aulas rompió el primer gheto discriminatorio y se convirtió en el primer presidente afroamericano de la Revista de Leyes de la casa de estudios superiores (Harvard Law Review). En 1992 promovió una fundación de desarrollo juvenil denominada Public Allies.

Para entonces el amor ya había tocado la puerta de la vida de Obama. El 3 de octubre de 1992 se casó con Michelle Robinson.

Illinois se convirtió en la residencia de Obama y la ciudad fue testigo de su primer gran triunfo cuando su organización

—Project Vote— empadronó a unos 150.000 de 400.000 afroamericanos no registrados en aquella urbe.

A principios de 1993 fue integrante de la junta de directores de la entidad filantrópica Woods Fund of Chicago. Cinco años después nació Malia Ann, y en 2001, Natasha.

Su labor como activista y su afinidad con el Partido Demócrata lo animaron a postularse para el Senado por el estado de Illinois. Durante las elecciones de 2004 Obama recibió el 70 por ciento de los votos contra Alan Keyes, quien obtuvo el 27 por ciento de la preferencia en las urnas. Así, el descendiente de africanos fue posesionado senador estadounidense en enero de 2005 y se convirtió en el octavo senador más poderoso del país del norte.

Desde entonces desplegó efectivas políticas sociales. Por ejemplo, cooperó a familias obreras tanto de demócratas como de republicanos. Creó programas de crédito para los trabajadores y también cuestionó la pena de muerte recopilando la grabación de interrogaciones y de confesiones en todos los casos en los que pudiera aplicarse esta medida.

En el estado de Illinois, colaboró a los veteranos de la guerra y demostró su espíritu de paz cuando viajó a Moscú (Rusia) para promover la no proliferación de armas nucleares, entre otras políticas.

El 10 de febrero de 2007, Obama anunció su candidatura para la presidencia frente al antiguo edificio del capitolio en Springfield, Illinois. La elección de este lugar fue simbólica, allí también Abraham Lincoln pronunció un histórico discurso, en 1858.

En junio de este año pateó el tablero de la historia cuando rechazó el financiamiento estatal para promover su campaña.

A pesar de su cercanía con el poder, Obama no olvida sus raíces. Así, en medio de su agitada vida escribió el libro Sueños de mi padre (Dreams from My Father). En el texto relata cómo un africano pastor de cabras luchó por superarse.

MCCAIN

El héroe de Vietnam

Es una especie de conservador independiente que defiende la permanencia de los soldados en Irak hasta que las fuerzas de aquel país estén listas para enfrentarse a los insurgentes y terroristas; se opone al aborto y a los matrimonios homosexuales; ofrece mano dura contra dictadores enemigos y contra la red Al Qaeda

Un problema que afronta el candidato republicano es el cáncer de piel, contra el que lucha desde hace 15 años. Además sufre de presión alta.

El “Tornado Blanco”, es como se conoce en el Senado estadounidense a John McCain, por su temperamento durante los debates. Es un hombre fuerte, sobreviviente de accidentes, de la Guerra de Vietnam, del cautiverio y la tortura. En su hoja de vida quiere aumentar un logro: la Presidencia de Estados Unidos.

Nació el 29 de agosto de 1936 en la base naval de Coco Solo, en la zona del Canal de Panamá, que estaba bajo el control norteamericano. Su familia es de descendencia escocesa-irlandesa, anglo-irlandesa e inglesa. Es hijo y nieto de almirantes de la armada estadounidense, lo cual lo obligó de niño a ir con su familia a varios puestos de la Marina en Estados Unidos y el Pacífico. Tuvo que asistir a más de 20 escuelas diferentes.

Al llegar a la juventud ingresó en la Academia Naval de Annapolis, de la cual se graduó en 1958. El 3 de julio de 1965 contrajo matrimonio con la modelo Carol Shepp, de Filadelfia, y adoptó a sus dos hijos: Douglas y Andrew. Con ella tuvo una hija que se llama Sidney.

Comenzó su carrera de piloto de combate en 1967, en medio de la Guerra de Vietnam. Su vida dio un giro espectacular el 29 de julio de 1967, cuando se preparaba para despegar rumbo a una misión de bombardeo sobre Vietnam del Norte desde el portaaviones USS Forrestal. Accidentalmente, un misil se disparó desde una aeronave cercana e hizo impacto en el tanque de combustible del avión de McCain. El ahora candidato a la presidencia salió ileso milagrosamente, pero 134 compañeros suyos murieron y centenares resultaron heridos. Veinte aviones quedaron totalmente destruidos.

Luego de este hecho, se alistó voluntariamente para nuevas misiones de combate, algo que cambió nuevamente su vida tres meses después. El 26 de octubre de 1967, otro misil enemigo alcanzó el avión de McCain, obligándolo a catapultarse en paracaídas. Estuvo inconsciente, con sus brazos y piernas fracturados, sobre el lago Truc Bach. Allí fue capturado por soldados norvietnamitas que lo trasladaron a Hanoi Hilton, una cárcel exclusiva para prisioneros de guerra de Estados Unidos.

Fue golpeado y torturado, pasó la mayor parte del tiempo en confinamiento solitario, a partir de marzo de 1968. A mediados de ese año, su padre fue nombrado jefe de las fuerzas navales de Estados Unidos en Vietnam. Luego, el Gobierno comunista de Vietnam del Norte le ofreció su libertad, pero él se negó, lo que le costó un severo régimen de torturas por cuatro días. Intentó suicidarse, pero se lo impidieron. Tras ese horror, McCain aceptó firmar una “confesión” en contra de sus principios y de la política estadounidense. Hoy sus brazos aún sufren las secuelas de la guerra y no puede levantarlos por encima de sus hombros.

Permaneció prisionero durante cinco años y medio, hasta que fue liberado el 14 de marzo de 1973. Recibió tratamiento médico por casi un año y medio y regresó a su carrera militar como jefe de un escuadrón de aviones de entrenamiento en Florida. A principios de 1977 fue nombrado enlace de la Marina de Guerra con el Senado de Estados Unidos, lo cual significó su ingreso al mundo de la política. Así se convirtió en funcionario público electo en 1982, cuando sus simpatizantes de Arizona lo eligieron para la Cámara de Representantes.

En abril de 1979 conoció a Cindy Lou Hensley, maestra de Arizona. Se divorció de su esposa, con quien tuvo tres hijos: Meghan, John y James, además adoptó a Bridget.

En octubre de 2000, luchó por incluir una enmienda a la ley militar que impedía a los soldados tomar parte en actos crueles y degradantes contra los prisioneros de Estados Unidos. George W. Bush amenazó con vetar la norma, pero cedió ante el empuje de McCain, quien quiso dejar claro que su país “no tortura” a enemigos.

A sus 72 años, McCain es una especie de conservador independiente que defiende la permanencia de los soldados en Irak hasta que las fuerzas de aquel país estén listas para enfrentarse a insurgentes y terroristas; se opone al aborto y a los matrimonios homosexuales; ofrece mano dura contra dictadores enemigos y contra la red Al Qaeda.

Otro problema que afronta el candidato republicano es el cáncer de piel, contra el que lucha hace 15 años. Además sufre de presión alta, tiene cálculos en riñones y vesícula, y fue operado de un quiste en su cuello. A pesar de estas dolencias, sus médicos aseguran que se encuentra bien de salud.

 

Latinoamérica para republicanos y demócratas

Sus planes

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Los tratados de libre comercio, los problemas de inmigración y la lucha contra el narcotráfico son los ejes de la campaña de EEUU en relación al sur. La expulsión de sus embajadores en Bolivia y Venezuela tuvieron repercusiones en los candidatos

En el tramo final de la campaña proselitista, Barack Obama y John McCain desviaron su atención hacia Latinoamérica. A su turno, ambos marcaron la cancha de las futuras relaciones políticas entre el país del norte y la región. El libre comercio, los problemas de migración y la lucha contra el narcotráfico son los ejes de ambos planes de gobierno.

Tanto McCain como Obama expresaron su opinión sobre el giro a la izquierda en la región, y los líos diplomáticos con Venezuela y Bolivia causaron arduas reacciones.

McCain y las “tendencias”

El viernes 12 de septiembre, John McCain disparó a quemarropa contra el presidente de Venezuela, Hugo Chávez y, en su arremetida, se llevó consigo a Evo Morales. El senador alertó sobre “las tendencias peligrosas” que sobrevuelan la región.

“(El) régimen autoritario del presidente Chávez reprime a su pueblo e intenta comprar el apoyo en Bolivia y en otras partes. La amenaza que representa Chávez se extiende más allá de sus fronteras”, fustigó el héroe de Vietnam.

La reacción fue después de que los Gobiernos de Caracas y La Paz expulsaron a los embajadores estadounidenses Patrick Duddy y Philip Goldberg.

Esta preocupación no es reciente, cuando McCain aún era candidato de las elecciones republicanas anunció: “Trabajaremos para impedir que Venezuela y Bolivia sigan el mismo camino de fracaso que Castro trazó en Cuba”.

Según CNNExpansión, en su visita a Colombia, McCain se comprometió con el presidente Álvaro Uribe a impulsar y lograr la aprobación este año de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con es nación si resulta elegido como presidente.

Ha elogiado a los mandatarios de México y Colombia por su trabajo en la lucha contra el crimen organizado dentro de sus países y manifestó su apoyo a la recientemente aprobada Iniciativa Mérida que otorgará recursos a México por 400 millones de dólares y 65 millones más a otras naciones latinoamericanos para apoyarlos en su lucha contra el narcotráfico.

“Favorezco la colaboración cercana con el Gobierno de México y apoyo el paquete de asistencia para el combate a los carteles de la droga que están envenenando a Estados Unidos y a México”, dijo McCain.

El aspirante a la Casa Blanca también expresó su compromiso con una reforma migratoria integral, la que será prioritaria. “Abordaremos la reforma migratoria y al día siguiente de mi inauguración le urgiré al Congreso que la considere”.

El senador busca la aprobación de un programa de trabajos temporales que conlleve la capacitación de inmigrantes. Agregó que dará prioridad a las medidas de vigilancia y patrullaje en la fronteras, antes que una legalización contra los indocumentados.

En el tema de libre comercio, el republicano defiende el tratado con América del Norte (NAFTA), que agrupa a Estados Unidos, México y Canadá. El diario La Nación de Argentina publicó una entrevista en la que señala: “Uno de los objetivos primordiales de mi gobierno será promover el libre comercio. Es uno de los elementos clave para mejorar las condiciones económicas de los países de la región, tanto como es beneficioso para la economía estadounidense”.

El pedido de Obama a Evo

Cuando el Gobierno de Evo Morales expulsó al embajador Philip Goldberg, el candidato Barack Obama consideró que “Bolivia debe resolver sus tensiones internas a través del diálogo, no intentando culpar a ajenos o recurriendo a la violencia”.

El candidato demócrata dividió las relaciones del norte hacia el sur “entre amigos y enemigos” y está interesado en conversar con todos sus pares de la región.

Hay más. En un discurso dijo que estaba dispuesto a dialogar con los hermanos Castro de Cuba y Hugo Chávez, de Venezuela.

Según él, el éxito del discurso antinorteamericano del presidente Chávez se debe a que “Estados Unidos ha estado tan obsesionado con Irak que no se ha interesado lo suficiente en América Latina”.

En la página oficial del candidato Barack Obama, su plan para renovar el liderazgo en las Américas señala que “la política estadounidense hacia América Latina ha fracasado” y que la gestión de George Bush ha sido “incapaz de avanzar nuestros intereses en la región”.

Durante sus varios discursos y debates, Obama también ha propuesto renegociar el NAFTA e incluso declaró que optaría con abandonar el pacto si fuera necesario. Aclaró que entiende los beneficios del TLC, pero se opondrá a los tratados injustos y que no apoyará un TLC con Colombia mientras continúe la impunidad y los asesinatos de sindicalistas en el país.

Según la página www.latinforme.com, Obama promete, al igual que McCain, “garantizar una propuesta de reforma migratoria durante el primer año (de gestión)”. Y coincide con su opositor en que su país debe seguir con la ayuda a los países del sur en la lucha contra el narcotráfico, en especial a Colombia y México.

También habló del tema energético. “Quiero unirme a países como Brasil para buscar formas más limpias de energía…”. Para ello, señala su página, creará la Sociedad Energética para las Américas e incrementará las inversiones en recursos energéticos alternativos como la energía eólica (que se alimenta de la fuerza del viento) y la solar, los biocombustibles y el carbón limpio, en todo el sur del continente.

El aspirante a la Casa Blanca promete aumentar de manera sustancial la ayuda a las Américas y adoptar un Objetivo de Desarrollo del Milenio, que consiste en reducir a la mitad la miseria en el mundo para el año 2015, doblando la ayuda exterior a 50.000 millones de dólares. Afirma que ayudará a los Estados más débiles del mundo a construir comunidades saludables e instruidas, disminuir la miseria, desarrollar mercados y generar riqueza.

Obama no visitó nunca los países de la región —a diferencia de McCain que incluso en su campaña fue hasta Colombia y México—; en contrapartida, él tiene un ambicioso plan con la región.

Aquello es criticado por algunos. Por ejemplo, el senador de origen cubano Robert Menéndez cree que “Obama es una combinación de ingenuidad y posiciones peligrosamente de izquierda”.

Para McCain, el régimen de Chávez reprime a su pueblo e intenta comprar el apoyo de Bolivia. Elogió los avances de los gobiernos de México y Colombia

Obama cree que Bolivia debe resolver su crisis con diálogo y sin violencia. Está a favor de conversar con los hermanos Fidel Castro y con Hugo Chávez

Edmundo Paz Soldán, escritor boliviano

¿Obama o McCain?

Si los latinoamericanos pudieran votar en las elecciones de noviembre, su opción más clara debería ser, sin dudas, Barack Obama. El candidato demócrata ha dado este año, en mayo, el discurso más ambicioso y concreto sobre una nueva política de los Estados Unidos hacia la región. En ese discurso, Obama se ha mostrado dispuesto a una reforma de las leyes inmigratorias que permita que muchos ilegales se conviertan en ciudadanos; en cuanto a la política con Cuba, al mostrarse abierto al diálogo, a cierta apertura que no castigue a los ciudadanos cubanos ni a sus familiares en los Estados Unidos, ha sido capaz de romper con una ortodoxia de casi medio siglo que apresa a los políticos estadounidenses como una camisa de fuerza, impidiéndoles soluciones creativas al problema; su política de libre comercio es algo confusa, pues el Partido Demócrata se ha vuelto más proteccionista y Obama no quiere perder el voto de las bases que, durante las primarias, se mostraron receptivas al discurso populista de Hillary Clinton. Con todo, lo importante es que Obama demuestra un claro interés en América Latina, un deseo de no descuidar a un continente que se halla cada vez más distanciado de los Estados Unidos.

En cuanto a John McCain, sus instintos guerreros lo llevarán a continuar con la obsesión de George W. Bush en Irak. Si bien es uno de los pocos republicanos con una mirada humanitaria hacia la inmigración y está convencido de la necesidad de una reforma, el rechazo recalcitrante de su partido a este asunto le ha obligado a endurecer su posición. De la misma manera, cuando habla de América Latina lo hace con un rígido discurso en el que la seguridad de Estados Unidos es prioritaria y la sutileza diplomática pasa a segundo plano: se debe continuar con el apoyo a Álvaro Uribe en Colombia, no se debe negociar con Cuba, se debe ser más severo con Hugo Chávez y Evo Morales.

Ésta ha sido una década perdida para las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Hay razones para pensar que las cosas cambiarán para mejor con una nueva administración: son varios los temas urgentes en la agenda que no pueden seguir siendo postergados. Igual, hay que aceptarlo: para Estados Unidos hoy, embarcado en dos guerras sin fin cercano en el horizonte, América Latina no tiene la importancia estratégica que alguna vez tuvo.

“Obama demuestra un claro interés en América Latina, un deseo de no descuidar a un continente que se halla cada vez más distanciado de los Estados Unidos”

“En cuanto a McCain, cuando habla de América Latina lo hace con un rígido discurso en el que la seguridad de Estados Unidos es prioritaria”

 

Michael Shifter, analista estadounidense

El reto en Sudamérica

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“Ambos tienen mucho que aprender sobre cómo América Latina ha cambiado. La preocupación es que cualquiera que gane la elección caerá en viejas formas de tratar a países diseñadas en una era que ya se fue”

Es una apuesta segura que el próximo Presidente de Estados Unidos destinará relativamente poco tiempo a América Latina. Otras preocupaciones —desenterrar al país de este profundo agujero financiero, para no mencionar las prioridades de política exterior como Irak, Irán, Afganistán, Pakistán y el Oriente Medio— consumirán la mayor parte de su atención.

Que América Latina no estará primera en el ránking de la agenda estadounidense no es, por supuesto, nada nuevo. Lo que es nuevo, sin embargo, es cómo el escenario político se ha transformado, especialmente en Sudamérica. El nuevo Presidente se enfrentará con una región donde todos los gobiernos están buscando una mayor independencia respecto de Estados Unidos. Algunos son más confrontacionales que otros, pero todos quieren diversificar sus alianzas en el nuevo orden global. Los tradicionales impulsos paternalistas desde el norte están fuera de sintonía en la realidad actual.

La gran pregunta es si cualquiera, Barack Obama o John McCain, tendrá la capacidad para comprender tales cambios y para responder constructivamente a este desafío.

Los antecedentes cosmopolitas de Obama, junto con su visión para cooperar con América Latina en una amplia gama de asuntos desde la energía hasta luchar contra la desigualdad, están más en línea con la agenda y las sensibilidades de la región. Particularmente bienvenida será la mayor apertura diplomática para dialogar con Cuba, donde EEUU ha tenido una improductiva e impopular política por casi medio siglo. Pese a que no es probable que ninguno de los dos candidatos levante el embargo completamente, Obama ha prometido eliminar las restricciones a los viajes y el envío de remesas para los cubano-americanos.

Es fácil imaginar que él pueda tener buena química personal con los presidentes sudamericanos de diversas perspectivas ideológicas, incluyendo a Álvaro Uribe, de Colombia. Pese a que Obama se ha opuesto al acuerdo de libre comercio entre Colombia y EEUU, ha respaldado en gran medida las políticas de seguridad de Uribe. Él probablemente simpatizará con mantener preferencias arancelarias (ATPDEA) con gobiernos como Bolivia y Ecuador. Su énfasis en respaldar una red de seguridad social para trabajadores estadounidenses puede incluso hacer más fácil alcanzar acuerdos comerciales a través de un Congreso Democrático.

Bajo una presidencia de Obama, algunos gobiernos podrían tener dificultades para aprovecharse de la ola antiestadounidense. Los líderes se encontrarán sin aquel chivo expiatorio típicamente utilizado para obtener respaldo popular para proyectos políticos más autoritarios.

Pocos creerán, como lo hacen con George W. Bush, que Obama es el “diablo”, lo que quiere decir que Hugo Chávez tendrá poca opción más que modificar su libreto. Probablemente tomará la medida de Obama y la pondrá a prueba.

Se podrá esperar que Obama inicie un reacercamiento, pero es probable que él se cuide, medite sobre cómo se podría interpretar en EEUU cualquier gesto caluroso hacia Chávez. De hecho, Obama ha sido notablemente cauto en su campaña, lo que explica buena parte de su éxito. Sudamérica no debería esperar ninguna audaz ni dramática movida hacia los líderes progresistas ni por sus causas.

Una presidencia de McCain no contrastaría fuertemente con Obama en su estilo y en su tono, sino en sus políticas. En gran parte, como Bush, McCain tiende a ver a América Latina (y al resto del mundo) en términos de amigos y adversarios. Él ve bloques en competencia que se oponen o que respaldan la agenda de EEUU en la región. Durante la campaña dio una clara señal al viajar a Colombia y México, como un despliegue de amistad hacia Uribe y Felipe Calderón. Su retórica hacia Chávez ha sido mucho más agresiva que la de Obama, y a lo mejor él tendría una relación más conflictiva con Evo Morales y Rafael Correa. (Sin embargo, las relaciones personales pueden ser sorprendentes. Por ejemplo, pocos predijeron que Bush podía haber tenido la buena relación que tiene con Lula).

Aun así, las ideas de McCain tendrían un gran atractivo para algunos gobiernos de Sudamérica. Él ha sido consistente en su respaldo a las políticas de libre comercio y ha apoyado con gran entusiasmo el acuerdo pendiente con Colombia. McCain, sin embargo, no se ha opuesto al uso de las preferencias arancelarias para objetivos políticos, como lo está haciendo la administración de Bush frente a Bolivia. A diferencia de Obama, él tuvo una posición fuerte en contra de los subsidios al etanol, lo que puede satisfacer particularmente a los brasileños mientras piden acceder al mercado estadounidense. McCain y Obama también han prometido reducir las importaciones de gas y petróleo, pero parece difícil de llevar a la práctica, y no tendría un gran impacto en las relaciones con la región.

Ambos, Obama y McCain, tienen sin duda mucho que aprender sobre cómo América Latina ha cambiado. La verdadera preocupación es que cualquiera que gane la elección caerá en viejas formas de tratar a otros países diseñadas durante una era que ya se fue. McCain, especialmente, carga mucho equipaje, y su visión de buenos contra malos es una reminiscencia de la Guerra Fría. Obama es más abierto y sintonizado con los cambios que están en camino, pero algunas de sus metas —un creciente número de consulados de EEUU y voluntarios del Cuerpo de Paz, por ejemplo— también hacen eco de John F. Kennedy en los años 60, un periodo que ha pasado hace mucho tiempo.

En el nuevo contexto de carencia de recursos presupuestales (que se han hecho aún más restringidos por la crisis financiera), un pensamiento fresco es necesario. Un área de la política que es crítica para América Latina y EEUU, pero que no ha recibido seria atención por Obama ni McCain, es el problema de las drogas. Sólo se ha agravado la situación en los años recientes, y la fórmula de EEUU para combatir el narcotráfico ha fracasado. Ésa no es sólo la visión para la mayoría de los latinoamericanos pero, de acuerdo con una encuesta Zogby realizada en septiembre de 2008, tres cuartos de todos los estadounidenses llegaron a la misma conclusión.

Se espera que, como Presidente, Obama o McCain tenga una honesta mirada hacia el Sur e inicie una nueva senda, en lugar de apoyarse en lo que John Kennedy, Ronald Reagan o Bill Clinton hacían. Esto incluirá consultas con los líderes regionales, recogiendo sus ideas y buscando políticas diferentes que dependan menos del dinero que del compromiso y de un liderazgo más imaginativo.

DE PERFIL

Es vicepresidente de las políticas del Diálogo Interamericano, un foro sobre asuntos del hemisferio occidente, con sede en Washington DC. A partir de 1993 ha sido profesor adjunto en la Universidad de Georgetown, donde enseña la política latinoamericana. Desde 1996 ha sido ponente frente al Congreso estadounidense sobre la política de EEUU hacia Latinoamérica. Antes de asumir su cargo en el Diálogo Interamericano, dirigió el programa sobre Latinoamérica y el Caribe de la Fundación Nacional para la Democracia. Anteriormente dirigió el programa de gobernabilidad democrática y derechos humanos de la Fundación Ford en la Región Andina, con sede en Lima, Perú, y luego el Cono Sur, con sede en Santiago de Chile.

Eduardo Gamarra, analista boliviano

Agenda para la región

Las encuestas realizadas en las últimas semanas dan como ganador de la contienda electoral estadounidense al senador de Illinois Barack Obama. ¿Cuál será su enfoque hacia América Latina, una vez en la Casa Blanca? ¿Si se dan cambios, afectarán éstos a Bolivia?

Durante los ocho años de George W. Bush, América Latina ha estado rezagada de la agenda de prioridades del Gobierno de Estados Unidos, lo que ha traído como resultado el debilitamiento de la influencia de Estados Unidos en la región, así como una falta de confianza del pueblo latinoamericano hacia el país del norte. La falta de atención de Washington ha abierto un espacio al diálogo intrarregional a pesar de la polarización ideológica de los países latinoamericanos, y que ha dado pie a la creación de iniciativas como el Banco del Sur y Unasur (Unión de Naciones Suramericanas).

Asimismo, durante la presente campaña electoral, América Latina ha sido la gran ausente en los debates presidenciales que se han llevado a cabo, —con sólo un par de alusiones—, como producto de la profunda crisis económica que se vive en el país y que ha centrado la atención de los candidatos, los entrevistadores y el público en general.

Seguramente esta situación no va a cambiar, y Latinoamérica continuará rezagada a un segundo plano por temas más apremiantes como la economía de Estados Unidos.

A la hora de proteger los intereses nacionales es lógico que el Gobierno en Washington —cualquiera sea el partido— se enfoque en resolver los problemas domésticos, que en el caso de la economía afecta directamente no sólo a los ciudadanos, sino al proceso de formulación de política exterior. En este contexto, los demócratas han sido tradicionalmente más proteccionistas que los republicanos, y es de esperarse que un Gobierno de Barack Obama tienda precisamente a mirar hacia adentro.

Esto quiere decir que un Gobierno demócrata será más cauteloso frente al libre comercio, y tendrá más en cuenta los intereses laborales internos. Probablemente a la hora de tener que aprobar los acuerdos pendientes, como el de Colombia y Panamá, se requiera volver sobre asuntos como los derechos de los trabajadores, las medidas ambientalistas y los derechos humanos.

Asimismo, con los problemas económicos que está viviendo Estados Unidos, sumado a sus compromisos en Irak, es poco probable que la asistencia hacia América Latina se incremente, a pesar de promesas electorales de establecer una Nueva Alianza para las Américas que implicaría la creación de un nuevo modelo de cooperación a la región. Los montos de asistencia económica probablemente se mantengan en sus actuales niveles bajos y que algunas iniciativas como la Cuenta del Milenio sufran recortes significativos.

Sin embargo, el cambio en la Casa Blanca puede traer nuevos vientos en las relaciones con América Latina.

La visión más abierta de Barack Obama podría ser refrescante y positiva para las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica. Uno de los principales retos del próximo Presidente es construir un diálogo más constructivo con algunos países de la región. El sólo hecho de que el candidato demócrata haya afirmado que estaría dispuesto a sentarse a conversar con Hugo Chávez, o a revisar la política de viajes de los cubano-americanos a Cuba, es de por sí un hecho que rompe con el viejo y desgastado esquema de la Guerra Fría de definir las relaciones de Estados Unidos con el resto del mundo entre quienes eran amigos y quienes eran enemigos de Washington.

Obama puede tener una importante oportunidad para probar un nuevo enfoque con Bolivia, país con el que están congeladas las relaciones tanto por el mal comportamiento del Gobierno de Evo Morales en la lucha contra el narcotráfico como por las improbadas acusaciones de que Estados Unidos conspiró para derrocarlo. Un acercamiento podría lograr resolver asuntos de interés específicos para dos individuos de perfiles curiosamente similares.

Morales es el primer presidente indígena que ha puesto en marcha una controvertida agenda de cambio. Obama será el primer presidente afroamericano quien también pretende impulsar el cambio en Estados Unidos, aunque dada la fortaleza institucional y la misma cultura política de este país, será menos radical y a la larga impulsará el cambio sólo de manera gradual.

Obama puede reenfocar la relación con América Latina comenzando con Bolivia. Lo primero que debe hacer es conocer más sobre la región, estudiar alternativas serias a las fallidas políticas de lucha contra el narcotráfico y, sobre todo, insistir en la necesidad del cambio pero sólo con democracias plenas. En segundo lugar, debe buscar una reunión con Morales para hablar directamente sobre los temas de gran interés para Estados Unidos como la lucha contra el narcotráfico y la profundización de la democracia.

De la misma manera, Morales no debe perder la oportunidad de la llegada de Obama para reencauzar las relaciones entre Bolivia y Estados Unidos. Para comenzar, Morales debe demostrar que su proyecto político es verdaderamente democrático y que en el futuro buscará primero el consenso y no la confrontación, pues hasta ahora el patrón ha sido a la inversa. Y segundo, debe buscar una relación directa con Obama basada en el respeto mutuo y sobre la base de los verdaderos intereses nacionales. Esto implicará definir de manera clara una agenda boliviana que no sea simplemente el eco disonante de las agendas de otros países en conflicto con Washington.

DE PERFIL

Eduardo Gamarra es profesor y director de la Universidad Internacional de Florida desde 1986, donde es Director del Centro Latinoamericano y del Caribe. Es el autor, coautor y editor de varios libros. Entre estas obras se encuentran los siguientes títulos: Revolución y Reacción: Bolivia 1964-1985; tres volúmenes de América Latina y el Caribe Contemporáneo; Mercados de la democracia y las reformas estructurales en América Latina: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y México; Entre la Droga y la Democracia. Es autor de más de cuarenta artículos acerca de América Latina. En la actualidad, su investigación se centra en la economía política del narcotráfico en la región andina y el Caribe, y la democratización.