Aquí estamos

Editorial El Deber.

Unidos y con la verdad por delante, haciendo nuestras las causas grandes y nobles del campanario y de la Bolivia amada que motiva nuestros más fervorosos y encendidos sueños.



Son más de cincuenta años los que curvan nuestras espaldas y durante el largo medio siglo hemos sabido de los rigores de tempestades devastadoras que, en lugar de agobiarnos, de tronchar fe y voluntad nuestras, más bien las reforzaron. No por nada, de cara al nuevo tiempo, renovamos nuestras vocaciones que giran en torno del servicio al bien común.

El 2008 que expira, por infinidad de circunstancias que pesan en la conciencia colectiva, ha sido catalogado como uno de los años más negros para el periodismo independiente en Bolivia. Y así lo corrobora el registro de más de doscientas agresiones contra periodistas y medios de comunicación orquestadas y ejecutadas desde los centros del poder político soberbio y sobrador.

El propio presidente Evo Morales tiene entre ojos a los comunicadores que no le caen simpáticos ni le cantan loas a su paso. Si aún está fresca en la memoria ciudadana, entre otros hechos, la humillación pública a que sometió a un periodista en el Palacio Quemado, amén de ser una constante presidencial desacreditar a los medios que, por lo que parece, no tienen cabida en su soberbio entorno.

La prensa abrió espacios expectables al hoy presidente Evo cuando fungía de dirigente cocalero promoviendo su acceso a foros de alto nivel. La prensa se hizo eco de la postulación de Morales para la primera magistratura del país con el lema del cambio. Suficiente hizo la prensa en el afán de dejar sentado que reconocía en el cocalero las mismas cualidades del boliviano tipo, para acceder a las más altas magistraturas. No puede, a la hora nona, Morales, desconocer tales circunstancias y alentar y acrecentar sus malevolencias contra los medios de comunicación y los comunicadores en particular.

Como no se para en chicas a la hora de salir adelante con las suyas, el jefe del Estado tiene en ensayo una nueva táctica para mellar a la, según él, malhadada disciplina de la comunicación, y a los comunicadores por supuesto. Apunta, o tal vez más que eso, a tender una barrera entre periodistas y propietarios de medios, sustentando que estos últimos inducen a sus dependientes a faltar a la verdad y a presentar los hechos según el color que más les conviene a aquellos.

Por lo que a EL DEBER concierne, con más de medio siglo de vigencia plena, desde ningún nivel,  jamás recurrió a la insinuación siquiera de teñir la noticia o el comentario de éste u otro color . Si algo se demandó y se exigió estrictamente fue el servicio a la verdad, sobre todas las cosas, al bien común, respeto a las personas e instituciones y puertas cerradas para el sensacionalismo. Es así que 2009 contará con el Diario Mayor en sus moldes tradicionales ya. Como ayer, como ahora, como siempre.

Con broche de oro

Marcelo Rivero

Como no podía ser de otra manera, se ha lucido el centralismo encabezado por su máximo representante, el Presidente de la nación, quien el pasado fin de semana solicitó a sus colegas cocaleros que defiendan la revolución. Una revolución que es un revoltijo -cosa muy distinta-, porque prácticamente no hay justicia -a no ser la comunitaria que mata gente sin miramientos y al instante-, porque no hay entendimiento con gremios, instituciones y autoridades regionales, porque la carta magna está siendo modificada al gusto y capricho de los detentadores del poder, porque desde las altas esferas del oficialismo se ofende y se agrede, porque se miente con descaro a través de una monstruosa maquinaria propagandística, porque las leyes y reglas se violan pasmosamente, porque las FF.AA. y la Policía ofician de marionetas… ¡A tal extremo llega el revoltijo que ni lo mismos masistas se entienden!Sí, reclama el primer mandatario la defensa de ese revoltijo que es la trasnochada revolución que el gobierno está imponiendo más tuerto que derecho -que en el colmo del cinismo ahora oficia de autonomista cuando está profundizando el centralismo-, como que si alguien estuviese armando asechanzas. Si los de abajo, desde prefectos hasta cívicos son los que están yendo presos por sus rebeldías autonomistas, si docentes meritorios están quedando en la calle por la misma causa, si se desobedece a magistrados, si en la Corte Electoral, en la Fiscalía, en la Contraloría y en otros organismos que deben tener autoridades de probada imparcialidad se coloca gente ligada al masismo, quiere decir que si hay un atacante, ése es el propio Poder Ejecutivo.

No obstante, sigue la defensa. Se ha defendido con uñas y dientes a contrabandistas sorprendidos casi in fraganti -y no es contrabando hormiga sino de más de 30 camiones repletos de mercadería- y el resultado es que el acusador es el acusado y el involucrado ministro de la más vara alta sale limpio de polvo y paja. Defensa ardiente también se hace -más por debajito de cuerda en vano intento de guardar las apariencias-, de narcotraficantes, ‘peces gordos’ de cien kilos para arriba de cocaína, masistas conocidos que están saliendo libres con una fianza equivalente al precio de uno o dos kilos del nocivo producto en los grandes mercados internacionales, hacia donde lo mandan.

No paran ahí las defensas: ahora Bolivia tiene nuevo representante en la ONU, cuya misión en el máximo foro mundial no será buscar apoyo de las naciones pudientes para combatir la pobreza, para prevenir los desastres naturales, para salvar vidas del sida y de las drogas, sino para defender la coca, materia prima sin la cual no es posible fabricar cocaína y por lo cual está penalizada.

Decididamente el gobierno masista está cerrando con broche de oro su gestión 2008.