Bayard y Salazar, monigotes del gobierno

Objetivo: hundir al prefecto de Tarija.

Están en prisión y dispuestos a vender su alma al diablo para recuperar su libertad, el gobierno que es experto en la utilización del chantaje y la guerra psicológica (modelo cubano-venezolano) los utiliza.

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Conferencia de prensa: Gonzalo Salazar y Reynaldo Bayard se dirigen a los medios en el penal de San Pedro. Otros presos no gozan de  este privilegio.

El viceministro de Régimen Interno, Marcos Farfán está más que dispuesto a hacer buena letra para que no lo manden de buenas a primeras con la música a otra parte como sucedió con su antecesor.

Farfán desde el inicio de su gestión encaró una paciente y disuasiva labor de convencimiento dirigida a dos cívicos tarijeños, alojados momentáneamente en el penal de San Pedro. Sus enviados personales, en largas conversaciones terminaron por convencer a Fernando Bayard y Gonzalo Salazar, que habían sido traicionados por el prefecto Mario Cossio y que no era justo que se jodieran por él.

Los convencieron que habían sido víctimas de las oscuras maquinaciones del prefecto Cossio y que lo mejor que podían hacer era echarle la culpa de todos los males, pasados, actuales y venideros y a cambio ellos recibirían un trato preferencial, es decir serían sometidos a un juicio abreviado, lo que de entrada implica un reconocimiento de culpa, pero la sentencia sería mínima y por tanto podría quedar en suspenso.

Los ofrecimientos fueron variados. Desde la simple promesa de dejarlos tranquillos a ellos y sus familias hasta cargos públicos y retribuciones económicas.

Dadas las debilidades que implica nuestra humana condición, el trato fue aceptado y ambos, Bayard y Salazar ya comenzaron con sus andanadas contra el prefecto Cossio, particularmente el primero.

De Bayard no podía esperarse otra cosa. Ya le ofrecieron el perdón a cambio de que el pidiera perdón pero igualito lo ensoquillaron a pesar de que soltó gruesos lagrimones y maldijo el momento en que se le ocurrió incursionar en el comité cívico.

Ahora dice que tiene “eso que ponen las gallinas” pero es claro que nadie le cree; por lo menos sus antecedentes no permiten hacerlo.

Pero queda claro que las arremetidas gubernamentales contra el prefecto Cossio son una variante de los métodos ensayados contra su colega Leopoldo Fernández en Pando. En Tarija no hubieron muertos pero si los buscaron. En consecuencia un supuesto atentado contra un gasoducto será el pretexto, un atentado que solo existe en la mente de los funcionarios gubernamentales ya que la propia empresa Trans Sierra se ha encargado de afirmar que lo que existió fue una mala manipulación de una válvula.

Sin embargo eso es lo de menos cuando tenemos un gobierno inescrupuloso en sus métodos y existen abyectos personajillos que son capaces de decir cualquier cosa para salvar su pellejo. Pero deben recordar que si bien se librarán del encierro los espera una condena peor y más difícil de soportar: el desprecio de un pueblo que se equivocó al confiar en ellos.