Desempleo: Más sombras que luces

Editorial El Nuevo Día.

El Gobierno está manejando cifras optimistas respecto al desempleo en el país. Sin duda, su intencionalidad es política, como no podía ser de otra manera. Sin embargo, el imparcial análisis económico del desempleo en Bolivia muestra que este problema seguirá manifestándose en toda su crudeza durante los próximos años, por la simple razón que se constituye en uno de los tres grandes problemas de la economía boliviana junto al crónico déficit presupuestario fiscal del Gobierno y las negativas consecuencias del modelo neoliberal implementado en el país al principio de los años ochenta. No hay por qué negarlo.

Mientras el país siga dependiendo de la cooperación internacional y bilateral como soporte directo para equilibrar la brecha entre ingresos y egresos, no es posible augurar cambios en el déficit fiscal en el plazo inmediato. Las dudas persisten en tanto las medidas gubernamentales para reactivar el aparato productivo nacional se fundamentan en el desmontaje del modelo económico neoliberal. Este modelo sustenta todavía la economía boliviana y viene a resultar la fuente más importante de empleo para los bolivianos. La puesta en marcha de un modelo económico distinto no resuelve el problema, por el contrario lo empeora, especialmente si los grandes problemas económicos persisten.



El viraje a una economía de estado ha traído consigo una suerte de inseguridad jurídica que desincentiva la inversión privada y agrava el problema de la desocupación. Por otra parte, la crisis económica mundial ha encendido la alarma en la mayoría de los países del planeta, que ven cómo el desempleo aumenta sin cesar pese a los esfuerzos por equilibrar la economía. Esta crisis llegará con fuerza al país cuando todavía se toman medidas de cambio de modelo. En los hechos, el desempleo aumentará pese a lo que diga el Gobierno. Recientes estudios (CEDLA) señalan que en el índice de desempleo en el país llegará a superar ampliamente el 10 por ciento previsto.

El último informe del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario señala claramente que el desempleo alcanzará a 182.108 personas, más aún si la suspensión unilateral de los beneficios de la Ley de Promoción Comercial Andina y erradicación de drogas (Atpdea) por parte de Estados Unidos afectará por fuerza a los pequeños productores del eje troncal, pero fundamentalmente a los de El Alto. Conviene recordar que la crisis y la caída de precios de los minerales ha provocado el cierre de cooperativas mineras con aumento de las cifras de desempleo.

El Gobierno debería mostrar cifras reales y reconocer que todavía queda mucho por hacer en la generación de empleos. Por tanto, resulta sensato insistir que si se propone dar mayor apoyo -así sea con plan de contingencia- al sector productor privado, resolvería en parte el problema de la desocupación creciente. Las obras de infraestructura caminera son inaplazables y los programas laborales requieren de mayor impulso. No se trata de negar la realidad, sino por el contrario, de encararla con firmeza.

La puesta en marcha de un modelo económico distinto no resuelve el problema del desempleo, por el contrario lo empeora. El viraje a una economía de estado ha traído consigo una suerte de inseguridad jurídica que desincentiva la inversión privada y agrava el problema de la desocupación.