Los periodistas dignos

Editorial de La Razón.

El presidente Evo Morales aseveró que, en su criterio, sólo el 10 por ciento de los periodistas bolivianos son dignos. Y aclaró que los demás, es decir nueve de cada diez, trabajan para sus patrones; por lo tanto, no son dignos.



De esta manera expresó su molestia con el periodismo, completando una serie de ataques iniciada desde que el general retirado César López, ex presidente de la Aduana, denunció que el contrabando se habría instalado en el Gobierno nacional.

La actitud del Jefe de Estado no repara en el hecho de que los periodistas se ocupan de su labor, es decir, de transmitir la información que se genera en el país. Cualquier consideración es respetable, siempre y cuando no se falte a la dignidad de nadie.

Y precisamente en este último punto incurrió el Presidente de la República, dando muestras suficientes de que ha perdido la compostura que debe guardar toda primera autoridad.

Para comenzar, la clasificación presidencial de los periodistas parte de la certeza de que el trabajador de una empresa de comunicación ha vendido su alma, además de su pluma, su voz o su imagen, según el medio: periódico, radio o televisión. Y presume que el periodista independiente, que no tiene un patrón identificado, es el único digno.

Luego de exponer su criterio matemático, el Mandatario anunció que él, a partir de ahora, prescindirá de los periodistas. Dijo no necesitar de las conferencias de prensa y, en su lugar, comunicó que prefiere viajar, para informar de sus actos personalmente. Pues, este método sería efectivo si Bolivia tuviese unos cientos de habitantes, mas no los millones que tienen el derecho constitucional de informarse de lo que hace o deja de hacer su gobierno. Para esto, le guste o no al presidente Morales, son necesarios los medios de comunicación.

A este paso, de mantenerse la actitud contraria al periodismo independiente, en poco tiempo la mayoría de los bolivianos podría estar marginada de las noticias oficiales, dando paso a un monopolio secante de los medios estatales que, como es sabido, se han convertido en voceros gubernamentales.

Para el efecto, el Poder Ejecutivo, como en un trabajo de hormigas, se ha ocupado de fortalecer su aparato comunicacional. Tiene 96 emisoras comunitarias instaladas por el Gobierno venezolano, la red Patria Nueva, el canal 7 de televisión, algunas agencias de noticias financiadas por ONG europeas y el canal regional Telesur, con una señal que se origina en Caracas. En la clasificación del Jefe de Estado, los reporteros dignos deben ser los que trabajan en esos medios de comunicación, y nada más.

Porque, según su lógica, quien tiene un patrón no puede ser digno. El periodista con patrón no puede expresar libremente su opinión, pues la debe supeditar a lo que diga su empleador.

Esa es, a todas luces, una clasificación obsoleta. No toma en cuenta, por ejemplo, que gracias a la red internet todos los periodistas pueden difundir sus puntos de vista sin la participación de sus jefes. Y, lo más importante, seguramente por un mal asesoramiento de sus colaboradores, su opinión no condice con el trabajo interno de los medios de comunicación en Bolivia.

Al Presidente no se le puede pedir que conozca la naturaleza de la labor periodística, de la actividad de un medio informativo. Él tiene un equipo de profesionales en la materia que debería orientarle de mejor manera en este ámbito.