Los retos múltiples de Yacimientos

Editorial de La Razón.

Dejar las cosas como están, equivaldría a desembarazarse de la responsabilidad que tiene el propio Gobierno al haber estatizado este sector, que ha pasado a ser el de mayor importancia en el país, debido a que genera la renta más alta que percibe el Estado.



Al habérsele asignado la responsabilidad de administrar toda la amplia y compleja cadena operativa del sector de los hidrocarburos, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) se halla frente a múltiples retos. Viene a cuento lo vivido con la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) en octubre de 1952, cuando tuvo que asumir la conducción de las tres grandes empresas nacionalizadas en ese entonces.

La historia está todavía fresca. Comibol no pudo responder a tanta exigencia, al punto de que ni siquiera consiguió descubrir nuevos yacimientos al faltarle capacidad económica y técnica para desarrollar la exploración, un aspecto que requiere tanto la minería como los hidrocarburos en la actualidad.

A la luz de esta experiencia, el Decreto Supremo 21060 dispuso la descentralización de la Comibol en cuatro nuevas empresas subsidiarias: la Estatal del Sur, la Estatal del Centro, la Estatal del Norte y la Estatal del Oriente. El plan, sin embargo, no llegó a concretarse porque, en octubre de 1985, a dos meses de la aprobación de dicha norma, el mercado internacional de minerales desapareció y esto provocó el cierre de la Comibol.

En el caso de YPFB se hizo otro tanto al disponerse su descentralización en la Empresa Petrolera del Oriente, con sede en Santa Cruz; la Empresa Petrolera del Sur, en Camiri; y la Empresa de Industrialización y Comercialización de Hidrocarburos, en Cochabamba. Pero esa iniciativa, finalmente, tampoco prosperó.

Estos ejemplos hacen notar que un conglomerado empresarial —como es actualmente YPFB— necesita de ajustes en su organización para que pueda responder a los enormes desafíos que se le ha impuesto a partir de los cambios anunciados por el gobierno de Evo Morales el 1 de mayo del 2006.

En el sector privado existen grandes conglomerados empresariales, cuya actividad depende de condiciones excepcionales que YPFB no tiene actualmente.

Dado el decisivo papel que ha resuelto conferirle la actual administración gubernamental, lo que correspondería es hacer un esfuerzo y contratar a un grupo de profesionales bolivianos, experimentados en la materia, para que asesoren a los funcionarios de la estatal petrolera sobre la forma en que se la debe conducir y poner en funcionamiento. Para ello, por supuesto, se tendría que dejar de lado cualquier tipo de sectarismo.

La contratación de estos expertos podría no ser permanente; eso dependería del análisis que se realice al respecto. En este momento, lo más conveniente para YPFB es reorientar su administración, con bases de conocimientos sólidos, pues, si el futuro de Bolivia dependerá de la buena salud de esta empresa, mejor será colocar en ella a gente experimentada.

Dejar las cosas como están, equivaldría a desembarazarse de la responsabilidad que tiene el propio Gobierno al haber estatizado este sector, que ha pasado a ser el de mayor importancia en el país, debido a que genera la renta más alta que percibe el Estado. En muchos sentidos, se constituye también en el “salario” de los bolivianos, como en otros tiempos lo fue la minería.

Por tales circunstancias, la ineficiencia no está permitida, más que nunca, en el área de los hidrocarburos. YPFB, si no se encuentra en manos de especialistas, al menos debe recibir asesoramiento para ser capaz de atender sus múltiples obligaciones.