Mal año para los hidrocarburos

Todo parece indicar que durante el próximo año comenzaremos a cosechar los frutos de la nacionalización de esa riqueza natural no revocable

Editorial Los Tiempos.

Dando una muestra más de que ya sabe dónde está el problema pero no cómo afrontarlo, el gobierno central ha adoptado una nueva medida en su hasta ahora estéril afán de resolver, o por lo menos paliar, la escasez de combustibles en nuestro país: después del rotundo fracaso de su campaña de lucha contra el contrabando, intenta aplicar tarifas diferenciadas en surtidores fronterizos, de modo que se vendan a precios cercanos a los que rigen en países vecinos.



Lamentablemente, es previsible que el resultado no sea mejor que los anteriores, por cuanto el mal no está siendo atacado en su raíz, sino en sus manifestaciones externas. El problema de fondo es, como lo vienen repitiendo insistentemente los expertos en la materia, que en Bolivia está disminuyendo la producción de hidrocarburos mientras la demanda no deja de crecer. Y este no es un problema que pueda resolverse con medidas policíacas, sino aumentando la producción.

Hace unos días, el presidente de YPFB dio una señal alentadora pues por fin, transcurridos muchos meses durante los cuales se negó a hacerlo, admitió que la escasez de gasolina y gas licuado en los centros de expendio de todo el país se debe a que la producción es insuficiente para atender la demanda. A primera vista, puede considerarse como un dato alentador que esta realidad comience a ser reconocida. Como es fácil recordar, hasta hace poco tiempo las autoridades del sector coincidían en calificar como exageradas y malintencionadas las opiniones de expertos que alertaban de esta situación.

Según los que entienden del tema, que no son quienes tienen en sus manos la conducción de la empresa estatal del petróleo, la crisis sectorial se explica porque el contenido de líquidos con que sale el gas natural de los campos de producción, ha ido mermando debido al agotamiento natural de los yacimientos y a lo largo de los últimos años no se han hecho las inversiones necesarias para revertir o detener la tendencia.

Para resolver este factor se requiere dos condiciones básicas. La primera, es la inyección de fuertes inversiones de capital, y la segunda, una eficiente gestión administrativa.

Sensiblemente, YPFB no tiene ninguna de las dos, aunque pretende abordar la primera echando mano de las Reservas Internacionales Netas, en tanto que nada permite suponer que podrá implantar la segunda.

En estas circunstancias, todo parece indicar que el año 2009 tendrá, entre sus principales características, el agravamiento de la crisis hidrocarburífera. Los bolivianos tendremos que prepararnos, pues, para cosechar los frutos de la “nacionalización” de esa riqueza natural no renovable.