México regala al mundo la flor de Navidad

265px-Poinsettia_MBG MEXICO (JOAQUIM IBARZ – CORRESPONSAL LA VANGUARDIA)

Es la planta más apreciada y vendida durante las fiestas navideñas. Además de bonita y decorativa, dicen que trae buena suerte. Adorna más de 60 millones de hogares en todo el mundo, pero su origen es mexicano. La que ahora se llama ponsetia, o flor de Navidad, ya se cultivaba en los jardines que el emperador Moctezuma poseía en la capital azteca Tenochtitlan (actual Ciudad de México). Es el adorno que conjunta la tradición prehispánica con los ritos cristianos correspondientes a estas fechas.

Los aztecas la consideraban sagrada. La llamaban cuetlaxochitl, «la flor mortal que fallece y se marchita como todo lo que es puro». Con este nombre, la planta representaba la pureza y servía como recordatorio de los sacrificios de sangre. Además del efecto decorativo y simbólico, la utilizaban con fines medicinales -la savia lechosa servía para tratar fiebres- y estéticos, de las brácteas se extraía un tinte violáceo para teñir tejidos y preparar cosméticos. Los aztecas y los pueblos mesoamericanos concedían especial importancia al cultivo de flores y plantas, lo que asombró a los conquistadores españoles por la belleza de los jardines de Chapultepec y Oaxtepec.



Según el historiador mexicano Marcelino Sánchez Cardoso, la flor de Navidad tuvo gran importancia en el proceso de evangelización, ya que fueron los franciscanos los primeros en utilizarla para adornar los Nacimientos. En su libro “Historia de las plantas de la Nueva España”, el médico español Francisco Hernández escribió ya en 1525 que los indígenas de México comían las hojas crudas o cocidas para aumentar la leche en las mujeres que amamantaban a sus hijos. La flor de Nochebuena, considerada un preciado legado que México ha hecho al mundo, también sirvió para preparar fomentos y cataplasmas para curar erisipela y otras enfermedades de la piel. Asimismo, el jugo lechoso de la planta se usaba como depilatorio.

Uno de los grandes cronistas de la conquista de México, el fraile español Bernardino de Sahagún, la describió como «flor que se llama cuetlaxóchitl, de un árbol con hojas coloradas».

Por sus colores vivos y su floración en Navidad, los padres franciscanos de México la empezaron a utilizar ya en el siglo XVII para adornar las celebraciones de la Natividad. Así, del simbolismo de la sangre de los sacrificios aztecas se pasó al simbolismo cristiano. Los primeros misioneros quedaron prendados por el color rojo intenso de las plantas; por ello, las incluyeron en las ceremonias religiosas del adviento. De ahí nació la asociación de la planta con las fiestas navideñas. Desde tiempos de la colonia, en el fin de año la flor de nochebuena ha adornado calles, casas y templos en Ciudad de México y otras poblaciones novohispanas. 

Por florecer en diciembre, a la cuetlaxóchitl los españoles la rebautizaron como flor de nochebuena. Su nombre científico es euphorbia pulcherrima.

La planta se dio a conocer fuera del país en 1825 gracias a Joel Roberts Poinsett, primer embajador de Estados Unidos en México. Poinsett dirigía una escuela médica, pero la botánica era su fuerte. Al conocer esta planta tan vistosa en la hermosa ciudad de Cuernavaca, la envió a su natal Charleston (Carolina del Sur), donde ilegalmente tramitó una patente con el nombre de poinsettia. Se la apropió hasta el punto de vender el registro a una importante firma que se encargó de comercializarla tras mejorarla genéticamente. Los reproductores la denominaron euphorbia poinsettia, nombre botánico que se adoptó en los países de habla inglesa. Al llegar a Europa, una vez analizada y clasificada, fue denominada euphorbia pulchérrima (pulcherrima significa la más bella). En Estados Unidos es tan popular que el 12 de diciembre se conoce como Día Nacional de la Ponsetia.

En otros países se le conoce como flor de nochebuena, flor de navidad, estrella de navidad, corona del inca (Chile), flor de papagayo (Venezuela). En México, también recibe otros nombres: flor de pascua, sijoyo, flor de bandera, flor de santa Catalina, corona de los andes, flor de fuego, guacamayo. Cultivada como arbusto, alcanza hasta 3.1 metros de altura. La flor que se comercializa en macetas es una variedad modificada y alcanza un tamaño máximo de 17 a 30 cm. Florece de noviembre a enero y su propagación se realiza por esquejes.