El crecimiento de los cocales

Tras conocerse la denuncia de la paralización temporal de la erradicación de cocales en el Chapare, el viceministro de Defensa

Editorial La Razón.



Al finalizar el 2008, la región del Chapare produjo dos noticias que por poco pasaron inadvertidas: el narcotráfico estaba acaparando grandes volúmenes de gasolina y las fuerzas de tarea conjunta habrían abandonado la zona —aunque sea de manera momentánea— en vista de que ya no cuentan con el apoyo logístico que recibían de la expulsada agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA).

La primera noticia permitió conocer que la gasolina había sido incorporada entre los insumos de la industria ilegal, no como reactivo químico sino como combustible para mover los sofisticados equipos usados por los fabricantes de droga. Un tema que da para reflexionar sobre la magnitud de ese negocio.

Las autoridades de YPFB llegaron a pensar en la posibilidad de establecer cupos de gasolina para cada región del país a partir de la cantidad de motorizados con que cuenta, pero la idea, al parecer, se presentó de difícil aplicación.

Pero la otra información no es menos preocupante. El presunto retiro de la Unidad Móvil de Patrullaje Rural (Umopar) del Chapare, por más que fuera por poco tiempo, habría dejado ese territorio a merced de los narcotraficantes, lo que no era seguramente la idea del Gobierno cuando decidió expulsar a la DEA.

La ayuda de EEUU consistía, además de ofrecer a las autoridades nacionales datos sobre movimientos mafiosos de los grupos internacionales, en financiar el mantenimiento y la alimentación de las tropas asignadas a la tarea de erradicación de cocales. Pues bien: hasta ahora nadie ha cubierto esos vacíos que, a la hora de la verdad, resultan importantes.

Tras conocerse la denuncia de la paralización temporal de la erradicación de cocales en el Chapare, el viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres, aclaró que se trataba de un problema momentáneo y que “ni un solo minuto” la Fuerza de Tarea Conjunta dejó de erradicar cocales.

Sólo durante el año 2008, la FELCN encontró en la zona 6.069 pozas de maceración y 4.039 fábricas de cocaína.

Dejar la zona a merced de los narcotraficantes podría convertir a Bolivia en el mayor centro de producción de estupefacientes en la región, lo que podría provocar que la comunidad internacional aplique sanciones muy duras.

Cuando era expulsada la DEA, el presidente Evo Morales dijo que su gobierno se ocuparía de crear los mecanismos nacionales o regionales que permitan llenar el vacío a fin de que el narcotráfico no termine siendo el beneficiado con la medida.

Se sabe que el propio mandatario boliviano ha hecho consultas con países de la región para saber cómo se podría organizar un sistema capaz de reemplazar a la DEA.

El Gobierno tendrá que esmerarse en encontrar pronto la solución a este problema, pues el riesgo mayor será que haya un crecimiento descontrolado de la actividad del narcotráfico y se fortalezcan las mafias que operan en la zona.

Los cocaleros de los Yungas de La Paz han denunciado que las plantaciones de hoja ilegal cubren más regiones del país, como Yapacaní, San Julián, Caranavi, Rurrenabaque y hasta parques naturales. Ante el crecimiento de los cocales, se hace urgente robustecer la tarea de erradicación y combate al narcotráfico. Evo Morales, presidente de Bolivia y dirigente cocalero, tiene la palabra.