El papelón de Unasur

La aparición de “muertos” cuya vitalidad ya no es fácil poner en duda, le dio el tiro de gracia a la credibilidad del “Informe Mattarollo”

Editorial Los Tiempos.



Como para confirmar las muchísimas dudas que desde su origen mismo se plantearon sobre la seriedad de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el papel que se propone jugar en nuestra región, durante los últimos días se ha puesto en evidencia que su participación en la crisis boliviana su debut en el escenario internacional no fue más que una grosera manipulación de los hechos para adaptarlos a las conveniencias del gobierno del Movimiento al Socialismo.

En efecto, el famoso “Informe Mattarollo” acerca de lo ocurrido en Pando en septiembre pasado fue un papelón de enormes proporciones y un pesado baldón que hundirá tal vez definitivamente la credibilidad de ese organismo, porque al haber sido avalado por sus principales impulsores, los presidentes de Chile y Brasil, el descrédito no afecta sólo al argentino que encabezó la comisión investigadora, sino a quienes lo respaldaron y aceptaron sus torcidas conclusiones.

Las razones que desacreditan el trabajo de Unasur son varias. La mayor parte de ellas fue ampliamente expuesto desde el momento en que la comisión inició sus labores, pero sin merecer la debida atención. Es que a favor de la versión oficial jugaba un ancho y denso manto de dudas y prejuicios que contribuyeron a que se impusiera la distorsión de la realidad. La aparición de “muertos”, cuya vitalidad ya no es fácil poner en duda, le dio el tiro de gracia a la validez de una pesquisa llena de arbitrariedades.

El caso pone en serios aprietos al gobierno boliviano. Pero mucho más que eso, significa un revés a la cuestionada actitud de Bachellet y da Silva, quienes en sus respectivos Parlamentos recibieron ya severas críticas por su actitud condescendiente hacia el régimen masista. Como se recordará, ni el Congreso chileno ni el brasileño avalaron la conformación de Unasur y ahora es más difícil que nunca que lo hagan. Lo más probable es que se confirme que Unasur nació más muerta que viva.

Así, a medida que la verdad va saliendo a luz, se pone en evidencia que la “masacre de Pando”, lejos de ser un crimen cometido con premeditación y alevosía por las autoridades prefecturales de ese Departamento, fue una cruel maniobra oficialista que respondía, eso sí, a un plan de acción fríamente ejecutado.

Hasta ahora, los efectos del fiasco de la comisión de Unasur han caído sólo sobre sus principales protagonistas; pero cabe suponer que el más contundente lo recibirá la diplomacia de Chile y Brasil, países que se verán obligados a rectificar la manera tan condescendiente como hasta ahora se adaptaron a los excesos del gobierno nacional.