La esencia de un embustero

En boca del mentiroso hasta lo cierto se hace dudoso dice un conocido adagio que ha demostrado gran validez y que se aplica a plenitud a todas y cada una de las afirmaciones del presidente Evo Morales.

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Evo en Santa Cruz, con sombrero de sao y collar de coca. Ayer hizo campaña por el Si a su proyecto de Constitución que de aprobarse le permitirá  su reelección indefinida.*



 

En ocasión del acto en que se declaró a La Paz Capital Iberoamericana de la Cultura , Evo asumió ese tónico histriónico que resulta más enfermante aún que el contenido mismo de sus discursos. Casi con lágrimas en los ojos pidió disculpas por los errores que pudo haber cometido en su gestión gubernamental pero este pedido resulta nada creíble una vez que sus acciones personales y las de sus seguidores van en dirección exactamente contraria.

Mientras él hacia este insólito acto de contrición, sus seguidores agredían a la prefecta de Chuquisaca, Sabina Cuellar, la quisieron obligar a arrodillarse y pretendieron humillarla y ultrajarla al más puro estilo masista, pero ella soportó estas agresiones con la entereza que solo tienen los humildes de verdad. Esta vez ningún funcionario gubernamental se rasgó las vestiduras ni clamó justicia y castigo por este reprobable acto cometido contra la dignidad de una mujer indígena.

De igual forma Evo pide disculpas mientras el gobierno emite instrucciones expresas a los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía para que impidan que los partidarios por el NO a la constitución masista hagan campaña.

¿Resulta convincente que se pida disculpas mientras grupos de masistas agreden con el apoyo de la Policía a quienes consideran que la constitución masista no solo que no es la solución a los problemas del país sino que terminará agravándolos? Ojo que el número de estas personas crece día a día en una proporción que impide el sueño a las autoridades gubernamentales.

Estas agresiones son ampliamente conocidas por la ciudadanía y no pueden ser consideradas “aisladas” como las califica el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, cuando vienen de los militantes masistas. Es claro que cuando uno de estos casos involucra a la oposición se trata de una oscura e imperdonable conjura promovidos por grupos racistas, oligárquicos, derechistas, por el «imperialismo yanqui» y cuanto epíteto se les viene a su inquieta lengua.

Pide disculpas pero es el mismo Evo el que a pocas horas abandona el papel conciliador que asumió impelido por las circunstancias y reasume su propio yo; el de los bloqueos salvajes, la personalidad del que autorizaba en el Chapare que se mate a miembros de la policía y del ejército, alguno de ellos acompañado de su esposa sin que se le mueva un pelo.

Investido de su personalidad original proclama que se quedará en la presidencia para siempre pese a quien le pese. Para conseguir este objetivo, la voluntad del pueblo boliviano importa muy poco. Dispone de los mecanismos necesarios y suficientes para torcer hacia donde él requiera esa voluntad. Se trata de su voluntad erigida como fuente primigenia, como origen y destino, como el alfa y omega de una grandiosa escenificación épica en las que las sonoridades wagnerianas son reemplazadas por las tonadas de bombos y zampoñas.

*foto ABI