Los masistas «fashion»

Evo, es el modelo principal, pasó de la chompita made in China (de $us 10) que vistió en su primera visita al Rey de España, a los sacos de alpaca original de 2000 dólares.

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El resto de la tribu masista de imitadores, además de la ropa, se destacan por  comer como nadie, robar como Al Capone y viajar en primera clase, todo a costillas del Estado y los cheques venezolanos.



 

Aún antes de ser aprobada la constitución masista en los hechos ya se ha formado en el país una nueva clase privilegiada en muchos sentidos. Es fácilmente perceptible que en los tres años de gobierno del MAS ya se han generado ciudadanos de primera y de segunda.

Entre los ciudadanos de primera se contemplan una amplia gama de indigenistas, cocaleros, excomunistas, extrotskistas, exmaoistas, exmovimientistas, exadenistas, exmiristas y una larga lista de “exs” de toda laya que se han arrimado al carro del gobierno y que hoy disfrutan de una serie de privilegios en pago a su interesada conversión.

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Los privilegios   de esta nueva clase se extienden a muchos ámbitos. En primer lugar, para obtener un puesto bien remunerado en la administración pública, no requieren acreditar formación académica o experiencia alguna. Basta con tener un aval extendido por algún dirigente de una “organización social”. Hoy por hoy, los más cotizados son los que conceden Fidel Surco, Celinda Sosa, Isaac Avalos y Edgar Patana.

Esta nueva clase tiene características muy definidas y una propensión muy marcada hacia los lujos. Siguiendo el precepto masista, le gusta “vivir bien” y hasta se podría decir muy bien. Su identidad en el vestuario proviene de los saquitos “estilo Evo” lo que pone en figurillas a la diseñadora Beatriz Canedo y al maestro sastre Sillerico para poder atender los requerimientos de estas prendas de la más fina alpaca cuyo costo mínimo es de 500 dólares.

Se trasladan con gran velocidad de un lado a otro en lujosos vehículos 4X4, con centelladores incorporados desde donde miran con olímpico desdén a esa segunda categoría de ciudadanos que tiene que trabajar para ganarse la vida.

Ahora abominan del “wislulu” y el “culipi” y del Old Parr no bajan. El chairo, la lagua o la patasca dejaron de formar parte de sus gustos culinarios y prefieren los platos que están en francés (aunque ni tienen la mas peregrina idea de lo que están comiendo) en los menús de los hoteles de cinco estrellas. Para más datos pregúntenle al Santos Ramírez.

Los miembros varones de esta nueva clase no son muy consecuentes. Sus preferencias hacia el sexo femenino se orientan más bien hacia las minifaldas y los cabellos teñidos (de rubio claro esta). Consideran que las polleras y las “manqanchas” de sus cholitas de antes, ahora no están acordes con su nueva condición de privilegiados.

Las “bartolinas” como Celinda Sosa y Celima Torrico se tornaron muy fashion y si bien conservan sus polleritas se maquillan con productos Revlon y Elizabeth Arden y alguien contó que son compulsivas compradoras en los “dutty free” de los aeropuertos cuando viajan al exterior, siempre en primera clase.

Los hijos de los miembros más conspicuos de esta nueva clase tienen un acceso privilegiado a las becas de estudios que otorgan los gobiernos extranjeros, particularmente Venezuela. A nadie se le ocurra hacer una solicitud al SNAP si no es hijo o pariente de algún miembro de la “nomenklatura” masista; sencillamente perderá su tiempo.

Pero existen otros privilegios. Si por una casualidad o por esas cosas que tiene la vida, algún miembro de esta nueva clase es sorprendido en algún acto de corrupción no hay porque preocuparse. Existe una especie de “seguro” que garantiza que el corrupto será premiado con algún cargo diplomático o será trasladado a otro puesto donde disfrutará de iguales o mayores privilegios.

Si se descubre que algún cocalero, la élite de esta nueva clase, está fabricando cocaína tampoco hay motivo de preocupación. Lo máximo que podría sucederle es que erradiquen sus cultivos por una temporada..

En suma somos testigos de la emergencia de una nueva clase de la que Buñuel no podría decir que tiene un “discreto encanto”, sino una aterradora capacidad para el robo, el contrabando y el latrocinio al amparo de indigestos discursos de sus lideres Evo y Alvarito sobre un supuesto cambio.