Termómetro político

El Nuevo Día. Lunes,  26  de Enero, 2009

Ganó el SÍ en la Bolivia del MAS. Y ganó el NO en la Bolivia autonomista. Por eso, a fines legales, la nueva constitución entrará en vigencia mañana mismo. Pero a fines políticos la tal constitución tiene grandes problemas de legitimidad.

Vale decir: se repite el empate. Las dos “Bolivias” vuelven como el signo de la vida política para este inicio de siglo.



El Gobierno del MAS dijo que una de las Bolivia –la suya, la de prospecto andino– había vencido contundentemente a la otra, en el plano militar y electoral. La verdad es que la opinión del Gobierno del MAS, es más un deseo que una realidad.

Es cierto que el MAS, durante los meses de septiembre y octubre del 2008, se impuso por la vía física a los autonomistas. También es cierto que el MAS ha sacado más votos en general. Pero no es menos cierto lo siguiente: la constitución del MAS es un proyecto político no aceptado -literalmente, rechazado- en la mitad de Bolivia.

Y ser rechazado en la mitad de un país, es mucho rechazo, para ocultarlo, disimularlo o pasarlo por alto. Para el MAS es muy difícil hacer como si nada hubiera ocurrido este domingo y decretar la victoria sin más consideración.

No son pocos los votos que ha sacado la constitución del MAS, son muchísimos. Pero esos votos a favor de la nueva constitución están concentrados en una zona y en una tradición cultural muy concreta: están concentrados en el mundo andino y sus alrededores.

Las regiones y las gentes que no viven en los andes y sus alrededores, sencillamente han votado en contra de la nueva constitución. Y eso es una derrota dramática para esa constitución.

Recordemos que no es lo mismo una votación para elegir un presidente, que una votación para aceptar o rechazar una constitución. Una constitución requiere un apoyo muy generalizado, extendido en geografía y en población, extendido en las culturas, extendido en las clases sociales de un país. Vale decir, una constitución, es un acuerdo entre todos y para toda la vida. Y si no es eso, es una imposición. 

Por eso, la victoria numérica del MAS, en realidad, es una derrota dramática y muy complicada. Una constitución que no gana bien, es una constitución que ha perdido. Sobre todo, cuando los votos que la rechazan tienen una pauta común: en este caso, la pauta es la identidad cultural y de valores y la continuidad geográfica.

Son unos pueblos geográficamente “pegados” y que tienen sus particulares señas de identidad y sus específicos valores, los que no aceptan la constitución del MAS. Los que la rechazan. Eso es lo grave, eso es lo que da un sentido político muy importante a la derrota del MAS en la media luna.  

No en lo jurídico, pero sí en lo político y en lo moral, esa derrota de la constitución del MAS en la media luna, sólo se supera por dos vías: o por la vía de un acuerdo, o por la vía del palo.

La vía del palo

El MAS puede desempatar a palos. Y la media luna cometería un error tremendo si busca cinco pies al gato y acepta el desafío del palo que, muy probablemente, le hará el Gobierno en las próximas semanas.

En efecto, en las siguientes semanas, el Gobierno intentará la vía de la represión. Intentará buscar algún pretexto para desempatar por la vía militar y policial, tal y como lo hizo en septiembre y octubre del 2008.

En otras palabras, el gobierno buscará que la media luna meta la pata y vaya a la vía física, terreno, donde ya se sabe quién tiene el Ejército y los sindicatos entrenados. Es decir, ya se sabe quién gana.

Ganó el SÍ en la Bolivia del MAS. Y ganó el NO en la Bolivia autonomista. Por eso, a fines legales, la nueva constitución entrará en vigencia mañana mismo. Pero a fines políticos la tal constitución tiene grandes problemas de legitimidad.

Vale decir: se repite el empate. Las dos “Bolivias” vuelven como el signo de la vida política para este inicio de siglo.

El Gobierno del MAS dijo que una de las Bolivia –la suya, la de prospecto andino– había vencido contundentemente a la otra, en el plano militar y electoral. La verdad es que la opinión del Gobierno del MAS, es más un deseo que una realidad.

Es cierto que el MAS, durante los meses de septiembre y octubre del 2008, se impuso por la vía física a los autonomistas. También es cierto que el MAS ha sacado más votos en general. Pero no es menos cierto lo siguiente: la constitución del MAS es un proyecto político no aceptado -literalmente, rechazado- en la mitad de Bolivia.

Y ser rechazado en la mitad de un país, es mucho rechazo, para ocultarlo, disimularlo o pasarlo por alto. Para el MAS es muy difícil hacer como si nada hubiera ocurrido este domingo y decretar la victoria sin más consideración.

No son pocos los votos que ha sacado la constitución del MAS, son muchísimos. Pero esos votos a favor de la nueva constitución están concentrados en una zona y en una tradición cultural muy concreta: están concentrados en el mundo andino y sus alrededores.

Las regiones y las gentes que no viven en los andes y sus alrededores, sencillamente han votado en contra de la nueva constitución. Y eso es una derrota dramática para esa constitución.

Recordemos que no es lo mismo una votación para elegir un presidente, que una votación para aceptar o rechazar una constitución. Una constitución requiere un apoyo muy generalizado, extendido en geografía y en población, extendido en las culturas, extendido en las clases sociales de un país. Vale decir, una constitución, es un acuerdo entre todos y para toda la vida. Y si no es eso, es una imposición. 

Por eso, la victoria numérica del MAS, en realidad, es una derrota dramática y muy complicada. Una constitución que no gana bien, es una constitución que ha perdido. Sobre todo, cuando los votos que la rechazan tienen una pauta común: en este caso, la pauta es la identidad cultural y de valores y la continuidad geográfica.

Son unos pueblos geográficamente “pegados” y que tienen sus particulares señas de identidad y sus específicos valores, los que no aceptan la constitución del MAS. Los que la rechazan. Eso es lo grave, eso es lo que da un sentido político muy importante a la derrota del MAS en la media luna.  

No en lo jurídico, pero sí en lo político y en lo moral, esa derrota de la constitución del MAS en la media luna, sólo se supera por dos vías: o por la vía de un acuerdo, o por la vía del palo.

La vía del acuerdo

La otra vía que tiene el gobierno para encarar este fracaso de su constitución en la mitad del país, es un acuerdo. Un acuerdo con la media luna. Por ejemplo, el Gobierno podría abrir el diálogo para un proyecto confederal.

Más allá de las formas (la Bolivia confederal, la Bolivia federal, Bolivia autonómica u otras formas de organizar el poder territorial del Estado), lo importante sería que el Gobierno encontrara un espacio para que el Estado boliviano reconozca lo siguiente: aparte de la Bolivia masista, socialista y andina, existe la otra Bolivia: la autonomista, la que tiene por base la media luna, la que busca y cree en el mercado y se aferra a los valores de la democracia liberal.

Como es obvio, el Gobierno no hará un acuerdo. Intentará imponer su constitución sobre la media luna. E imponer una constitución (aquí y en la luna) requiere poner en marcha un régimen autoritario. Por eso –y a decir  verdad– el futuro de la democracia en Bolivia es incierto.

La otra vía que tiene el gobierno para encarar este fracaso de su constitución en la mitad del país, es un acuerdo. Un acuerdo con la media luna. Por ejemplo, el Gobierno podría abrir el diálogo para un proyecto confederal.

Más allá de las formas (la Bolivia confederal, la Bolivia federal, Bolivia autonómica u otras formas de organizar el poder territorial del Estado), lo importante sería que el Gobierno encontrara un espacio para que el Estado boliviano reconozca lo siguiente: aparte de la Bolivia masista, socialista y andina, existe la otra Bolivia: la autonomista, la que tiene por base la media luna, la que busca y cree en el mercado y se aferra a los valores de la democracia liberal.

Como es obvio, el Gobierno no hará un acuerdo. Intentará imponer su constitución sobre la media luna. E imponer una constitución (aquí y en la luna) requiere poner en marcha un régimen autoritario. Por eso –y a decir  verdad– el futuro de la democracia en Bolivia es incierto.