Una votación que muestra otra vez una Bolivia dividida en dos

UN TRIUNFO DEL OFICIALISMO CON SABOR AMARGO

El "sí" triunfó en el occidente andino, mientras que el "no" fue mayoritario en el oriente del país.

Por: Pablo Stefanoni – Clarín.com



UN PICADITO. MUJERES DE EL ALTO JUEGAN AL FUTBOL EN UNA CALLE DE LA CIUDAD DURANTE LA VOTACION DE AYER.

Evo Morales ha vuelto a ganarle la pulseada a la oposición. Un 60% -según conteo en boca de urna- le ha dicho "sí" a una nueva Constitución que hace un año parecía condenada al fracaso. Como ocurrió a lo largo de toda la historia boliviana, la región andina es el gran decisor de la política nacional, en virtud de su peso demográfico, su carácter de sede de gobierno y de su "visión nacional". Y la mezcla de identificación étnica-cultural y una cultura política más cercana al estatismo explica la adhesión sin fisuras del occidente del país a Evo Morales.

Fue esta región el centro del socialismo militar de los años ’30, de la revolución nacional del ’52, del nacionalismo militar de los ’70 y de las guerras del agua y del gas en los años 2000.

No obstante, dicho esto, la nueva victoria oficialista tiene un sabor amargo. Después del aplastante triunfo de Morales el 10 de agosto pasado, que logró perforar a la "media luna" autonomista y dejar a la derecha al borde del knock out, los resultados de ayer vuelven a mostrar una Bolivia dividida en dos. Aunque los conteos preliminares suelen subestimar la votación rural -ampliamente favorable al gobierno nacional- la victoria del "No" en Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando vuelven a dibujar a la "media luna" opositora.

Es cierto que el 40% que se opone a la nueva Constitución es una porción minoritaria del país. Pero esta minoría nacional es mayoría en regiones compactas del territorio boliviano. Con todo, la denuncia de la oposición, que explica los resultados apelando a denuncias de fraude que no puede probar, muestra impotencia a la hora de disputar el escenario nacional y su dificultad para comprender la dimensión del "fenómeno Evo" entre los excluidos. Al igual que ocurrió en Venezuela -aunque en menor magnitud- quedó claro que una cosa es la aprobación del presidente; y otra, la de un texto constitucional redactado en medio de conflictos, desprolijidades y dificultades para lograr acuerdos.

Un plebiscito particular se vivió en el departamento de Pando, donde el gobierno intervino, encarceló al prefecto y nombró en su lugar a un jefe militar. Y el "No" que ayer se habría impuesto en esta región amazónica cuestiona la estrategia de fuerza gubernamental.

Pero las divisiones no son solamente occidente-oriente: los boca de urna y los conteos rápidos muestran una división campo-ciudad. En la mayoría de las nueve capitales de provincia se impuso el "No". Ahí el discurso opositor resultó exitoso. La insistencia en que es una Constitución que instaurará un "racismo al revés" convenció a muchos votantes "mestizos" de inclinarse al rechazo. Por el contrario, en el área rural, su postergada población considera que, por primera vez en la historia, serán incluidos como ciudadanos de primera, en condiciones de igualdad con los "criollos-mestizos". Y no se trata sólo de los habitantes del campo: en ciudades como La Paz, El Alto u Oruro, las fronteras entre campo y ciudad son difusas y son en gran medida "urbes con mentalidad rural". Quizás un dato auspicioso: varios de los opositores dijeron claramente: "Ganó el Sí y hay que aplicar la ley". Aunque nadie cree que eso sea posible sin nuevos consensos.