Da Vinci y el Renacimiento están en La Paz

El genio Leonardo da Vinci planea entre las montañas andinas de La Paz a bordo de una aeronave a hélice, con la imperturbable Monalisa de tripulante y Jesucristo y los doce Apóstoles de pasajeros, a 557 años de su nacimiento en la italiana Anchiano y a 490 de su muerte en el francés castillo de Clos-Lucé.

image La Última Cena. Es proverbial la lentitud con que realizaba sus pinturas el genial Leonardo. Sólo en La Última Cena invirtió diez años (foto internet)



Por Coco Cuba

La Paz, ABI.- Este arquitecto, escultor, pintor, inventor, músico, ingeniero y emblema del Renacimiento, aterriza sobre una explanada de 2.500 metros cuadrados en el barrio paceño de Següencoma, con una carga de 200 piezas de sus inventos, pinturas de todos los tiempos, papeles amarillo de antiguos en que se dio a la tarea de describir hueso a hueso, músculo a músculo, tejido a tejido y órgano a órgano la anatomía humana.

    Con su luenga barba blanca y su pronunciada tonsura, el inmortal Da Vinci y sus utensilios que parieron la modernidad y dieron alas a la ciencia que hoy domina a la humanidad, se ha tomado el salón de exposición de La Paz y puesto a un centenar de personas, entre ellos estudiantes de bellas artes, arquitectura, literatura, arqueología, historia y filosofía a trabajar duro y canteado.

    En su periplo a La Paz, después de haber recorrido a bordo de aviones y barcos modernos, tataratátara y tataránietos de los modelos que él creó en pleno amanecer del conocimiento renacentista, Da Vinci viene en compañía de un antiguo cientista y visionario, bastante más viejo que él, el griego Arquímides, inventor de la lógica de la rosca.

    La exposición que ha quedado a placer de los paceños ha recorrido 50 ciudades del mundo desde 2007 y se presenta de la mejor manera posible: con un cuadro de 4m de alto por 2m de ancho de la Gioconda en estado de gravidez y expresión de todo y nada y una serie de 50 primeros y primerísimos planos, planos detalle de sus ojos, sus manos al regazo en ademán de protección al vástago que se desarrolla en el vientre, es decir de uno de los cuadros más famosos y enigmáticos de la historia de la humanidad.

    «Es permitir a la población poder acceder a una muestra totalmente diferente No es solamente cuadros, es ver la inventiva, la genialidad de hace 600 años atrás va a permitir a todos los paceños aumentar nuestra cultura y (darse) un baño de cultura», refiere el anfitrión Fernando Alcoreza.

    Da Vinci, uno de los primeros en extender la luz  en medio de la oscuridad del Medioevo, presenta algunos de los 600 códices, papeles en los que sentó todos sus estudios y descripciones; también reseñas de la constitución de Europa.

    Este multifacético ícono del Renacimiento pone a disposición de la retina acuciosa al abuelo de los pianos, uno portátil sujeto a una herradura como de caballo, que desgrana notas musicales por medio de poleas y palancas. También, en su obsesión por medir el tiempo, el Orologio, el primus interparis de los relojes, un mecanismo de pesos y contrapesos que calculaba los movimientos lunares y solares.

    Exhibe, asimismo, el tambor mecánico de su creación, trepado sobre una suerte de carretón y con paletas engarzadas a las ruecas que al girar provocan que los palos percuten el cuero tesado y desencadenen la percusión.

    Lo mismo, el salón de espejos octogonal y el comienzo del fenómeno de la ilusión óptica; la cámara oscura, ancestro del Daguerrotipo decimonónico, de la cámara fotográfica del siglo pasado y de la digital del presente.

    Da Vinci se vale del intelecto y los ojos verdes de la veinteañera paceña María Fernanda Sandóval, para representar a los antepasados del paracaídas, de las paletas giratorias del helicóptero y de la fuerza centrífuga, de las alas, inspiradas en los miembros expandidos de los murciélagos; el medidor de velocidad, una suerte de molino que este italiano de los siglos XV y XVI configuró como sumergido en la modernidad y el futuro.

    Da Vinci fue el primero en describir la expresión humana y lejos de esbozar las líneas se valió de una técnica que hoy mismo es objeto de sesudas reflexiones: el esfumato, un degradé que acerca el primer nítido plano y hace difuso el fondo, en la misma tónica fisiobiológica del ojo humano.

    Jesuscristo y los doce apóstoles, alineados en cuatro grupos de tres, una instantánea de la Ultima Cena tomada horas antes de la gran traición del Judas expulsado del paraíso, permanecen a la vista de los paceños, junto a las imágenes de oleos tales como la Virgen de las Rocas, María en medio de la rocosa caverna verde y húmeda, por lo tanto fértil.

    También están a la orden la Dama del Armiño, de facciones dulces y candorosas y el San Gerónimo Inconcluso.

   Da Vinci se ha reservado todo un salón para reeditar su clase magistral de anatomía, después de haber disecado y diseccionado 30 cadáveres. Versa sobre la anatomía del corazón, dibujado a tinta y carboncillo por este personaje desde una perspectiva transversal y longitudinal. Lo mismo hígado, estómago.

    Con extraordinario escrúpulo, este hombre que en lo espiritual ha trascendido la cuarta dimensión, el tiempo, que tanto se ufanó en medir, describe los sistemas digestivo, urinario, reproductor desde el momento del coito, en espectacular corte de planos transversal y longitudinal.

    En tiempos que escaseaban instrumentos de cálculo y precisión, dibuja a escala el ramal de arterias y venas, vasos capilares y las conexiones al corazón y los pulmones.

    También desprende el paquete vásculo nervioso de la base del cráneo y lo estudia y permite estudiarlo.

    Da Vinci era zurdo y para ocultar el contenido de sus escritos escribía de derecha a izquierda, lo que torna ininteligibles sus grafías. La única forma de transcribirlo era interpretarlo con un espejo.

    Más de cinco siglos de apoyar por horas interminables los codos sobre la mesa, sorprenden aún sus descripciones gráficas del esqueleto, de los tejidos, de la red de nervios y tendones, de los vasos y las mucosas, todo lo que llevó a darse cuenta que la degeneración de los tejidos al paso del tiempo desencadenaba la arterioesclerosis.

    A mirar con detalle incontrastable cráneo, biceps, tríceps y hasta cada surco de una piel envejacida por el tiempo, en su famoso estudios de las arrugas.

  Su faceta de físico y mecánico es igualmente pasmante. Sus inventos para evitar la fricción entre dos superficies planas, por vía de pelotas de metal o piedra, hoy conocidas como rodamientos; los rodillos para producir láminas o planos uniformes y facilitar el movimiento, están a merced en Següencoma.

    Creador de las poleas para mover grandes pesos, de los engranajes dentados para transformar el movimiento lineal y circular, de las manivelas y tambores giratorios, de la calibración de los espacios intersticiales y la profundidad de las hendiduras de los tornillos, Da Vinci se enseñorea sobre la explanada paceña.

    Proyector de la ‘ciudad ideal’ con túneles, bóvedas y alcantarrillas, de los edificios y las excavadoras, de la bicicleta movida a cadena, este hombre se luce al presentar a doña Monalisa Francesco de Giocondo, después de envanecerse por el diseño de las embarcaciones que se han perfeccionado en el tiempo hasta el advenimiento de los acorazados y portaaviones.

    Muestra las barcazas movidas a molinetes, tipo triciclos y sus más variados inventos acuáticos: equipos de buceo, una túnica hecha a cuero de chivo y corcho y varillas flexibles de bambú, lo mismo que los salvavidas y los instrumentos para desplazarse y flotar sobre el agua y la nieve.

    En su faceta de guerrero, exhibe los puentes movibles de troncos entrelazados, entre ellos un tipo muy similar al paso de las Américas, entre los barrios de San Jorge y Miraflores y los puentes trillizos en La Paz.

    El prototipo del submarino, para atacar por debajo a las embarcaciones flotantes en las superficies del agua, como así equipos rodantes que permitían, en base de escaleras corredizas alcanzar los más alto de las murallas de los castillos del Medioevo o lanzar con más fuerza, en base de un estudio de su autoría sobre las resistencia de los materiales flexibles, pedrones o bolas de fuego con las catapultas forman parte de la muestra.

    Este hombre que pintó y describió palmariamente al ser humano, no pudo escapar al mandato de su época y se dedicó también a las artes de la guerra.

    Inventó prototipos de ametralladoras y cañones, tanques de guerra y perfiló los proyectiles en forma de ojiva. Da Vinci, enlace entre la era medieval y el tiempo lunar y digital, lapso de 600 años, está de paso por La Paz.