Denuncian purga de libros en bibliotecas de Venezuela

image Por CASTO OCANDO en ElNuevoHerald.com
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En el más reciente frente de lucha de la revolución bolivariana, la principal amenaza no proviene de oscuras conspiraciones urdidas por la oposición ni de curtidos mercenarios de la CIA que buscan derribar al jefe de Estado, sino de las ideas de autores tan variados como el venezolano Arturo Uslar Pietri, el francés Antoine de Saint-Exupery, el británico Alfred Hitchcock o el ex presidente de Venezuela Rómulo Betancourt.

En una serie de acciones y decisiones puestas en práctica desde el 2008, el gobierno venezolano ha ampliado su ofensiva revolucionaria a los estantes de decenas de bibliotecas públicas en todo el país, segregando selectivamente una amplia variedad de títulos, entre ellos libros populares como El Principito de Saint-Exupery, Lecturas para jóvenes venezolanos de Uslar Pietri, El misterio de la momia de Hitchcock o Venezuela, Política y Petróleo de Betancourt.

El común denominador de estos autores: promueven presuntamente los valores del capitalismo y la sociedad de consumo.



Según recientes denuncias, más de 60,000 volúmenes han sido expurgados de las bibliotecas públicas venezolanas por razones "ideológicas», y convertidos en pulpa de papel o incluso incinerados.

Los criterios varían. Según las autoridades, buena parte de los libros retirados son descartados por obsoletos o porque están contaminados con hongos o polilla. Pero según recientes denuncias e investigaciones, otros criterios pueden incluir también la "promoción de la ideología capitalista» o la simple mención del "imperio» estadounidense.

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En el más controversial descubrimiento hasta ahora, unos 46,000 volúmenes fueron retirados de 56 bibliotecas públicas del estado Miranda, durante la administración del gobernador chavista Diosdado Cabello, y vendidos como pulpa de papel por supuesto mal estado, por la presencia de hongos o porque estaban desactualizados.

Pero en realidad aplicaron criterios ideológicos para la desincorporación de estos libros, aseguró Miriam Hermoso, actual directora del Instituto Autónomo de Biblilotecas del estado Miranda, que condujo una exhaustiva investigación sobre el hecho.

"Eliminaron de los estantes aquellos textos relacionados con el imperio estadounidense», indicó Hermoso en una entrevista. La experta aseveró que en algunos casos, retiraron libros con ‘‘cuentos infantiles donde había nieve», para ser sustituidos por libros "sobre la vida y hazañas del Che Guevara».

Hermoso afirmó que otras colecciones bibliográficas, como la Biblioteca de Autores y Temas Mirandinos, fueron purgadas de los estantes porque se trataba de obras editadas durante la llamada "Cuarta República», un período que abarca los 40 años previos a la llegada del presidente Hugo Chávez al poder.

En otra polémica denuncia, más de 2,000 libros de la biblioteca Riera Aguinagalde de la localidad de Carora, en el estado centrooccidental de Lara, pertenecientes a la colección donada por la familia del intelectual Cecilio Zubillaga Perera, fueron sacados de los estantes y desaparecidos.

Varios intelectuales locales, entre ellos el escritor e historiador Juan Páez Avila, biógrafo de Zubillaga, aseguraron que los libros fueron quemados por "ignorancia», pero autoridades de la Biblioteca Nacional aclararon que se trató de una reubicación de volúmenes hacia otra biblioteca regional. Ignacio Barreto, director de la Biblioteca Nacional, negó enfáticamente que volumen alguno haya sido incinerado.

Según Páez, entre los libros desaparecidos se encontraban ejemplares de los clásicos griegos y latinos con anotaciones al margen, y una colección de escritores europeos y americanos contemporáneos.

La desaparición de ejemplares de la biblioteca de Carora generó denuncias similares en otras bibliotecas del estado, al punto que las autoridades ordenaron una auditoría general en 35 bibliotecas públicas del estado.

El objetivo es "resguardar el patrimonio y la memoria de [el estado] Lara», declaró Alvaro Gómez, director de la red estatal de bibliotecas.

El historiador Arístides Medina Rubio, director de la Biblioteca Nacional entre el 2003 y el 2008, admitió en una entrevista que durante su gestión se produjeron numerosas desincorporaciones de libros del sistema de bibliotecas públicas, pero negó que se haya producido quema de libro alguno.

"Los libros sólo se queman cuando están infectados de polillas u hongos, cuando no tienen posibilidad de salvación y se decide quemarlo, pero eso es algo muy ocasional», indicó Medina Rubio.

El historiador denunció que "hay un interés de crear una matriz de opinión, gente que quiere crear la idea de una actitud protofascista en Venezuela. Eso es una patraña política, yo garantizo que eso es falso».

El más reciente episodio de desincorporación de libros por razones políticas fue denunciado esta semana por Virginia Betancourt, ex directora del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, que coordina las bibliotecas públicas a nivel nacional.

Según Betancourt, que es hija del ex presidente Rómulo Betancourt, una colección de 107 libros de su padre que estaban en la biblioteca pública de Guatire, donde nació el político venezolano en 1908, fueron desincorporados bajo criterios como "desactualizado", "mal estado", y "no pertinente».

Betancourt puso en duda las razones esgrimidas por las autoridades culturales del gobierno, sobre el predominante mal estado de los libros que han sido eliminados de las bibliotecas. "Me parece un poco exótico que todos [los libros] tengan hongos. En ningún país del mundo se ha dado, a menos que haya habido una inundación o una catástrofe, que en circunstancias regulares un número tan alto de libros se deteriore o llene de hongos simultáneamente. Eso simplemente no ha sucedido», indicó Betancourt, refiriéndose a la desincorporación de 65,000 volúmenes en varias bibliotecas públicas del país, en una entrevista con el diario El Universal de Caracas.

La experta bibliotecóloga advirtió que la denunciada práctica de sacar miles de libros de las bibliotecas públicas "forma parte de un proyecto mucho más complejo», más allá de destruir libros o convertirlos en pulpa de papel.

"Implica cambiar la naturaleza de la biblioteca pública, no solamente de la colección sino de su función», indicó Betancourt. "Porque la biblioteca pública es la biblioteca detestada por todos los regímenes totalitarios o dictatoriales», puntualizó.