El miedo, recurso para gobernar

Vistos los dividendos que cosecha el régimen originario socialista in extremis es harto conocido que el poder del miedo se va empoderando de la dirigencia nacional percibiendo poco que allí se generan sus desgracias en detrimento de todos los bolivianos. A esta altura de los acontecimientos son muchos los que se percatan de estar siendo gobernados por un régimen de facto, desde el instante mismo en que cortaron las alas del Poder Judicial que les permitían cierto vuelo hacia la legalidad, sin contar los cercos y la intimidación permanente ejercitada contra senadores y diputados que no militan en las filas del MAS.

mauricio_aira2.JPG Mauricio Aira

El oprobio va en aumento si cabe a medida que la “elite gobernante de izquierda delincuencial” se va apropiando de todo lo posible, importándole un comino la institucionalidad democrática, puesto que a las injusticias oficialistas expresadas de muchas manera como adueñarse de la propiedad privada, incluyendo bienes de la Iglesia Católica, malquistar a los líderes naturales y pastores religiosos con su grey llenándolos de oprobio, intrigándoles ante la masa, como ha sucedido recientemente con el arzobispo de Cochabamba monseñor Tito Solari, religioso con más de 40 años de vida en el país e insultado y tenido por extranjero y charlatán por unos pocos masistas agitadores.



Aún cuando se pregone la perennidad del ascenso de los originarios, su socialismo a ultranza no dejará de ser precario, fruto de una inviabilidad histórica, sumida en una crisis mundial de dimensiones colosales de la que no podría escaparse “sin posibilidad de blindaje alguno”. La fuerza del MAS radica en infundir el miedo, en los azotes, la tortura, las amenazas y las detenciones con encapuchados de por medio y los crímenes y linchamientos.

Los intentos constitucionales de restaurar la historia y ajustar “el cambio” a un nuevo molde de sociedad no se pueden advertir salvo el cohecho y el soborno que en forma de devaluados bonos reciben segmentos de la comunidad harto desvalidos y castigados con la indigencia al carecer la Nación de fuentes de trabajo, o medios más dignos de subsistencia. Quizá por ello, porque el monto ínfimo de los beneficios que se distribuyen que en su inicio significan algo, ahora con el alza de productos y servicios se ha depreciado y es factor de depresión colectiva y desesperación porque se han creado nuevas necesidades y el gasto familia ha ido en aumento.

El desparpajo gobernante sin otro impulso que “la voluntad del caudillo” cuyas luces no alcanzan a iluminar su entorno más próximo y mermado en su rendimiento por el desgaste físico y síquico que estar siempre a salto de mata, sin dormir ni reflexionar lo suficiente, en lugar de delegar centraliza, en lugar de mandar agita, en lugar de convencer grita y ordena cual se tratase de subalternos siempre pendientes de su omnímoda voluntad.

En Venezuela como en Bolivia uno a uno van siendo desnaturalizado los bastiones de la Democracia construidos con los votos de los que creyeron en ella. El sistema socialista a ultranza carece de una dirigencia relevante y curiosamente los de abajo son utilizados para legalizar a los de arriba.

La COB está marcadamente dividida, los funcionales con Montes a la cabeza son utilizados por Morales para mostrarse ante los medios con respaldo popular, como la huelga de hambre de algunas horas en el Palacio de Gobierno, acto seguido el dirigente recibió una vagoneta doble cabina por la que se pasea de un extremo a otro, disponen de medios económicos y viáticos para movilizarse y estar en todos los escenarios donde se los usa, por ejemplo en la instauración del juicio a Sánchez de Lozada, con sendos carteles propagandísticos y se aparecen sus dirigentes en los medios controlados por el oficialismo. La otra falange constituida por los trabajadores mineros es disidente y tiene fuertes bases en Huanuni, los centros mineros, Oruro y en agrupaciones afines de los campesinos. Cuando el régimen necesita los opone con mineros cooperativistas que cambian de escenario según la urgencia y llevan cargas de dinamita para infundir miedo donde se manifiestan.

Los regímenes totalitarios utilizan el miedo sustitutivo de la libertad, de la independencia de poderes, la igualdad de todos los ciudadanos. Para el totalitario original los hay quienes gozan de todos los derechos y los que tienen piel diferente o mejor educación son virtualmente segregados en puestos de trabajo, en asumir responsabilidades de mando.

Como lo destacara Los Tiempos editorialmente “el miedo inculcado desde las más altas esferas del poder se constituye en un formidable instrumento de dominación política y de control social”. Los hacedores del totalitarismo saben que el miedo resulta mas efectivo que los recursos legales para gobernar recurren entonces al odio, a las amenazas, al acoso permanente y la persecución de sus oponentes. Les meten miedo con tal de alcanzar sus objetivos. Esto sucedió con 10 años de oposición violenta perturbando la paz pública, asaltando, violando la propiedad, bloqueando al punto que la sociedad boliviana cansa de tanto desbarajuste cayó en la trampa y fue a votar por el MAS segura de librarse de tanto caos y agitación cuando llegasen al poder.

Por el miedo se han ido apoderando de la voluntad de los bolivianos, los está sometiendo a la sumisión, a la pasividad extrema premiando a sus leales con cargos públicos, granjerías, vehículos, casas , etc., y por otro amenazando con castigos a quienes se resisten a sus órdenes o simplemente ya no son útiles a sus esquemas de poder, torturas a Fabricano, despojo a Cárdenas, amenazas a Loayza y Veliz, etc., les despojan de su fe cristiana y de sus valores patrióticos. Desaparecido el Crucifijo de las ceremonias oficiales ha sido sustituido por el puño en alto y la whipala.

Han puesto a los comunicadores en la picota del escarnio, a uno lo lincharon, a otros los metieron en la cárcel, a otros más les dieron muerte civil, a otro grupo les han despojado de sus fuentes de trabajo. Como en los tiempos del Dictador Rosas de Argentina, han creado grupos para policiales llamados “movimientos sociales” o “la mazorca” para cometer cualquier tropelía, acto gansteril, lo indecible con tal de ejecutar la consigna, son las milicias de desocupados y mal entretenidos que están en la nómica de los caudillos de turno que administran los recursos de “libre disponibilidad” que les provee Chávez desde Caracas.

El inicio de un juicio a La Prensa por haber ofendido “a S.M. el cacique” con el verídico informe de haber pacto desde Palacio con los contrabandistas de los 33 camiones, se inscribe en las acciones de terror que continúa sembrando el régimen. Útil recordar lo sucedido en Buenos Aires la noche del miércoles 19 de diciembre del 2001 cuando patrulleros y personal de civil iba alertando a los vecinos de cada barrio diciéndoles que se atrincheraran porque en aquel parecido instante venían saqueando las casas los del barrio de al lado, de la villa de al lado, les decían que se armaran, que no durmieran, que hicieran fogatas y piquetes en las esquinas, que se encerraran en sus casas…(investigación del diario Clarín sobre “el miedo como instrumento)

Recuerdo que en la mañana del 20 de diciembre algunos c.c. de trabajo volvieron a sus casas para acompañar en la guardia a sus familiares. Y todo fue mentira, no pasó nada en ningún lado. La psicosis colectiva sirvió para detener los saqueos focalizando las preocupaciones de la gente en otro lado. El juez Oyarbide confesaría después que aquello fue “un truco erróneamente empleado por algunos policías”, recordando aquellas jornadas del 2001 en Argentina, Clarín escribió:

Al final, vamos a llegar a la conclusión de que De La Rua es nuestro Chavez, sacado del poder por un golpe de estado. Todo lo actuado desde ese momento va a ser nulo, Puerta va a ir preso, Rodríguez Saá también (lástima por el millón de puestos de trabajo), Caamaño lo mismo, Duhalde igual, se anula el default de la deuda, el dólar vuelve a valer un peso, se van a haber cumplido los 90 días del corralito de Cavallo así que vamos a poder sacar la guita de los bancos, y De La Rúa vuelve a la Rosada! Lo primero que va a hacer es declarar estado de sitio. Por las dudas.

Ahora se puede entender la acción de los tristemente famosos “piqueteros” unidos por un cordón umbilical con los “ponchos rojos” o los “senderistas” que habían sellado un pacto de sangre (consistía en cortarse las venas, dejar correr la sangre en botellas de cerveza, hacer un coctel y beber la misma para cumplir el juramento) que no es otro que la toma del poder a como dé lugar. Dominar por el terror (degollar a los perros, linchar, torturar, dar muerte)

Los piqueteros llegaron a Bolivia en febrero y octubre del 2003 y fueron protagonistas en la quema del Banco Central, el Ministerio de Trabajo, otras oficinas de gobierno, incendio de vehículos, toma de emisoras y destrucción de canales de TV. Varios de los sitios de la Red y sus medios propios informaron ampliamente y documentaron el accionar de “los héroes solidarios que vinieron a compartir nuestro destino”. Existen cientos de imágenes y videos.

Porqué extrañarse si Niccolo Machivelli en 1513 de su Il príncipe concluía que si un gobernante no puede ser amado y respetado, es más seguro ser temido primero que amado…los hombres se abstienen de ofender al que se hace temer por miedo al castigo que nunca falla, mientras que “al ser amado los hombres que generalmente son ingratos, volubles, hipócritas y ansiosos de ganancias” tenderán a traicionarle.

Lanzar a las calles a “sus leales” que no son otros que incondicionales de un ejército creciente de desocupados, se está convirtiendo en el mejor método utilizado por Chávez en Venezuela, Morales en Bolivia, en Ecuador y Nicaragua, hasta hace poco en Argentina donde ha pasado de moda por los cambios democráticos que se están operando.

El arte de gobernar es difícil, puesto que el Estado siempre limitará la libertad para conseguir el bien común, “cuando el Estado monopoliza la libertad para confiscar la de los individuos, el resultado es intolerable” (Thomas Molnar) ya el mismo Maquiavelo previno que el príncipe debe optar por ser querido, utilizando la moderación y la humanidad. Así un mandatario no puede gobernar intimidando, profiriendo amenazas, enseñando a odiar y buscando la confrontación. Siendo odiado en cualquier momento sea depuesto.

Esta estrategia de cambiar el temor por la confianza fue argumentada por el elocuente tribuno romano Marco Tulio Cicerón, quien insistió que es preferible ser amado a ser temido, ya que el que te ama aunque no te obedezca siempre, por lo menos te escucha y nunca te deseará el mal, mientras que el que te teme, sólo espera el momento adecuado para desquitarse.

Al final de la vida, todas las mieles del poder no alcanzan en nuestro ataúd, pero sí queda el legado de nuestras acciones como miembros de la sociedad. Esto es lo más importante para todo político, su legado. Sería contradictorio pensar que la misma persona que llena las rotondas con mantas que aluden al “amor” como más fuerte que el “odio” pretenda dejar un legado de intolerancia, sectarismo y aborrecimiento. Para evitar esto, Cicerón dejó una regla para los que rigen y administran la justicia, “que su cuidado y vigilancia se extienda a todo el cuerpo de la República…” en sí, un gobernante no debe, por beneficiar a una parte de la población, desamparar a todos los demás, y más cuando éstos son una parte muy importante de la patria.

"La única cosa de la que debemos tener miedo es del miedo", dijo en 1933 Franklin Delano Roosevelt. Décadas después, los políticos parecen mucho menos valientes y bastante menos sinceros que el presidente estadounidense. La gente tiene miedos nuevos y miedos de toda la vida, pero algunos políticos y mafias, en vez de intentar resolverlo, prefieren cabalgar la montura del pánico para vender seguridad a cambio de poder. La tecnología y los avances incomprensibles para muchos, la precariedad que amenaza el modus vivendi o la inmigración llenan de incertidumbre a los ciudadanos.

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Ciudades como Pekín y Bombay viven más confiadas que Roma

El pavor es un reflejo de la lucha de siempre entre libertad y seguridad

Una cumbre social celebrada en Roma ha dado a conocer los datos del miedo. Un estudio de Censis, basado en 5.000 entrevistas a habitantes de 15 a 75 años de 10 grandes ciudades (Londres, París, Roma, Moscú, Bombay, Pekín, Tokio, Nueva York, São Paolo y El Cairo), indica que, aunque la angustia domina en las poblaciones urbanas, la gente, todavía, no se deja arrastrar por el pánico.

Aunque el 90% de los habitantes metropolitanos declara que sufre al menos algún tipo de miedo, y el 42,4% siente un "miedo muy fuerte", sólo un 11,9% afirma que es el sentimiento que describe mejor su actitud vital. Uno de cada cuatro se percibe con "incertidumbre". Pero la mayoría muestra una actitud positiva. La encuesta confirma también que el miedo va por barrios, y por edades. Cunde un poco más entre las mujeres, y sobre todo entre los que tienen menos medios, menos cultura y más años. Lo sufren el 8% de los que viven en familias acomodadas frente al 22,5% de los que provienen de origen humilde; el 27,5% de los que sólo tienen educación primaria frente al 10% de los que han recibido una educación superior. Roma es la capital mundial del miedo, y Londres, la más optimista. En Londres y Nueva York, pese a los atentados terroristas, prevalece la confianza (el estudio es anterior al colapso del sistema financiero). Al otro lado del mundo, las dos ciudades del poder emergente, Pekín y Bombay, aparecen exultantes: el 65% de los chinos y el 83,3% de los indios se mueven entre la confianza y el entusiasmo. El pésimo dato de Roma es uno de los que más choca a los expertos, porque al mismo tiempo la ciudad encabeza las tablas de las ciudades más seguras del mundo, pese a la "emergencia de seguridad" lanzada contra inmigrantes rumanos y gitanos por el Gobierno de Silvio Berlusconi y por el alcalde Gianni Alemanno.

Para el psicoanalista y filósofo James Hillman, autor del libro El código del alma, "el miedo es, como dijeron Sartre y Kierkegaard, una invención, una religión, una creencia, una ilusión. Pero no hay nada tan ilusorio como la seguridad perfecta y mágica que nos venden los políticos y que nos hace perder la libertad".

"Los temores de la gente provienen del entorno, de la economía, del racismo", explica Hillman. "De la arquitectura, de los sistemas de enseñanza, del capitalismo, de la explotación, de la precariedad. Vienen de muchos sitios que la psicoterapia y la política no tratan".

La lógica populista del chivo expiatorio lleva centurias funcionando como receta política, y Hillman tiene una bonita teoría para explicar la persecución secular de judíos y gitanos. "Más que el chivo expiatorio, esa política encarna el mal absoluto. Las minorías suelen llevar vidas libres, fuera del sistema, ajenas al Estado, y eso nos produce mucha envidia. Los gitanos viven en la calle o en el campo, a menudo no pueden trabajar. Representan algo inalcanzable. Es una envidia fea, esa. No quiero ser gitano, pero me gustaría ser como ellos".

Según Giuseppe Roma, director de la Fundación Censis, la razón del temor romano "es la nula adaptación de la ciudad al cambio generado por la inmigración. Si ciudades como Pekín y Bombay presentan altos niveles de satisfacción, es entre otras cosas por la interpretación positiva de los flujos migratorios".

"Nuestros miedos son líquidos, se nos pegan y se nos despegan dependiendo de quién nos los intente vender: la política o la economía". Así explicó el sociólogo polaco Zygmunt Bauman el miedo europeo. "La gente siente que vive en un reality show del que te eliminan. Si pierdes es por tu culpa, y pagas".

Es un relato sencillo: el miedo va y viene, porque se compra y se vende. Y es un reflejo de la lucha de siempre entre libertad y seguridad, dos "exigencias primarias del hombre". El péndulo está ahora en el terreno de la seguridad. Y en nombre de ese principio, aceptamos cualquier cosa: "La humillación, la represión, el populismo y el liberticidio", dice Bauman. Pero se trata, advierte el autor de Vidas desperdiciadas, de una "seguridad fantasmagórica, que no resuelve el problema".

Pero sentimos un miedo nuevo que resume todos los demás. "Es el temor a no ser adecuado, a no servir. Sabemos que podemos ser excluidos si no somos lo suficientemente hábiles". Ese miedo viene de todos los rincones del capitalismo global, concluyó el sociólogo de la modernidad líquida: "Podría desaparecer la empresa para la que trabajamos, podrían no hacer falta más nuestras competencias".

Y ahí es donde surgen la política y el mercado, dándonos seguridad falsa. "El miedo es una ganancia permanente para los políticos que parecen arrogarse el deber de acabar con él. Lo mismo vale para las empresas que nos ofrecen seguridad privada. Unos y otros prefieren no resolver nuestros miedos, porque cada uno de ellos genera nuevos réditos", dice Bauman.

Para vencer el miedo, subraya Hillman, es preciso dialogar, conocer al otro, salir de la parálisis y la desconfianza. "Amos Oz dice que imaginar al otro cura el fanatismo. Conocerlo seguramente es mejor".

Pero la manipulación de ese sentimiento que convierte a una minoría en objeto del pavor colectivo ofrece grandes ventajas, explica el psicoanalista: "Une al Estado porque crea un enemigo común. Bush hizo eso mismo tras el 11-S, aprovechó la unidad espontánea que se generó en el país y en el mundo para crear el enemigo que Cheney y los neocon habían señalado previamente. Es el típico movimiento de Goebbels, y de hecho Bush se refiere frecuentemente al nazismo al hablar de Irak e Irán. Lo malo es que McCain seguirá el mismo plan. En su discurso de nominación dijo 30 veces la palabra lucha". El estudio de Censis enseña que los miedos urbanos de este siglo no son compactos y varían mucho de ciudad a ciudad; si acaso, se impone una tendencia individual, menos colectiva.

En el primer puesto de las causas de inseguridad actual está la tecnología. Luego, vienen el miedo al terrorismo, y otros ancestrales, como la muerte y el sufrimiento físico o psíquico por muy diversas causas.

También hay una geografía del miedo que explica por qué en Tokio la mayor inquietud son los terremotos (16,1%); en Pekín, las catástrofes naturales (15,4%); en Bombay los accidentes (23,6%), y en París, como en Roma, el miedo es a sufrir daños físicos (23%). En Moscú se teme la pérdida del trabajo y la autosuficiencia (20,4%), y a ser víctima de crímenes o violencia (19%). Mientras, en El Cairo manda el temor a perder seres queridos (23,4%) y a quedarse rezagados en los avances sociales (17,2%).

Casi empatada con la violencia física, aparece la exclusión, la marginalidad, la posible pérdida de la posición social como factor de incertidumbre. Si falta el Estado social, cuanto más pobres, más miedo. Los neoyorquinos, por ejemplo, temen más a no ser capaces de mantener su estilo de vida (17,2%) que a los atentados terroristas (16,6%) o a un conflicto internacional (14,6%). En la muy insegura São Paulo, la gran causa de inseguridad es el dolor físico (24,8%), seguida de la miseria (19,8%). El aumento de la violencia terrorista y xenófoba está entre los nuevos fantasmas contemporáneos, pero genera más miedo la disminución del nivel de protección social y la pérdida de valores como la solidaridad.

El progreso, el cambio climático, la falta de límites éticos y la globalización son otros factores que aumentan la incertidumbre. De media, un 54,3 % de los habitantes urbanos está asustado ante la tecnología. Gary Becker, premio Nobel de Economía, cree que el progreso incide notablemente sobre el cambio de realidad, generando nuevas ansias y remedios. "La medicina, la globalización y la economía son cada vez más complejas, pero no debemos tener miedo. La crisis económica y financiera no ha hecho más que empezar, pero no habrá una nueva gran depresión. En 1929 la tasa de paro era del 25%, hoy no supera el 10%. Nos recuperaremos".

Otro nuevo miedo es la ciencia. El 41,2% la considera un "mal necesario", más un coste a pagar que un valor; y el 13% tiene miedo de ella porque teme las consecuencias. ¿Androides, quizá? Los asistentes a la cumbre han tratado de desmontar las trampas del miedo, mostrándolo como un camino peligroso e inútil, como un demonio que alimenta (y es alimentado por) el autoritarismo y la mediocridad.

La gente sabe bien quién cabalga el miedo, quién saca tajada de él. Los políticos, para generar consenso, (29,5%); los terroristas, para infundir pavor (25,7%) y los medios, para ganar audiencia (20,4%). "El discurso de unos y otros intenta reducir el miedo a la categoría de problema de orden público: criminalidad, inseguridad, violencia aparecen como los únicos factores que resumen una complejidad mucho mayor", afirma el estudio.

Según el sociólogo de la comunicación David Altheide, de la Universidad de Arizona, el lenguaje de los medios crea, diseña y amplifica el temor. Y el poder político hace uso instrumental. El uso de la palabra miedo "ha aumentado hoy, pero también antes del 11 de septiembre, aunque las estadísticas demuestren que la sociedad actual es mucho más segura que la de antes".

"Hace falta combatir el miedo al miedo", afirmó el sociólogo francés Michel Maffesoli. ¿Pero cómo hacer para no sufrirlo en un momento en que la fragilidad de las instituciones no nos permite agarrarnos al viejo sueño ideológico del mundo perfecto? Nos queda el juego de rol, dice Maffesoli, "la capacidad de reinventarnos. Un poco como sucedía en la antigüedad con las bacanales del mundo griego, las evasiones momentáneas y virtuales nos conceden un momento de purificación de la vida, un momento loco en el que imaginar, como en un teatro, que si el mal existe es posible también salvarse".

Frank Furedi, de la Universidad de Kent, cree que hay que ser conscientes de las medidas inútiles que nos complican la vida (por ejemplo, las de los controles en los aeropuertos), que "si bien no han servido para detener a un solo terrorista, contribuyen a alimentar la percepción de inseguridad". Así, "el miedo se convierte en una ideología absolutamente independiente de los riesgos reales". El escritor indio Suketu Mehta cree que Bombay está entre las ciudades más optimistas del planeta porque la vida y la muerte "se basan en un sistema de solidaridad. Los indios saben que ante una catástrofe natural el sentido de autogobierno que se crea entre los ciudadanos resolverá la crisis". En Campania, en cambio, es el sistema camorrista quien gestiona el miedo, dijo Saviano. Y "la solidaridad es solo el instrumento de la Camorra que alimenta el miedo y después la explota para sustituir al Estado". A contra pelo de la opinión general de la cumbre, Saviano deseó que llegue el miedo a Campania, "mejor que la fría distancia".

De momento, no lejos de allí, en Novoli (Lecce), está a punto de estrenarse un musical sobre Juan Pablo II. Escrito por el cura Giuseppe Spedicato para el grupo teatral San Francesco d’Assisi, tiene un título de estirpe rooseveltiana: "No tengáis miedo".