Los ecos del Bicentenario

En tanto, en las horas precedentes acaba de ser extendido el certificado de defunción del Tribunal Constitucional, tras la renuncia de la última de sus integrantes que se mantenía…

laPrensa Editorial La Prensa

Todavía no se han apagado los ecos de las celebraciones del Bicentenario del grito libertario de Chuquisaca que luego se extendería al resto del continente. Unos actos deslucidos en buena medida por el perverso afán gubernamental de duplicarlos con tal de mortificar a sus opositores en la capital de la República, con la simple y llana pretensión de arruinarles la fiesta.



Una fiesta que bien pudo haber constituido la oportunidad propicia para lograr la reconciliación que todo el pueblo boliviano espera o, en lo esencial, para que el magno acontecimiento cuya trascendencia traspasaba las fronteras nacionales no dejara traslucir una polarización y más que eso, las deplorables mezquindades y chicanerías entre los propios bolivianos, empezando por sus gobernantes.

No obstante, de la culta Charcas, el primer mandatario Evo Morales podría haber vuelto a la sede de sus funciones con una sonrisa de oreja a oreja por unas monedas conmemorativas en las que su rostro ha sido estampado bajo el rótulo de “Presidente del Bicentenario” y porque también los jefes de sus movimientos afines le entregaron un deslumbrante título y capa como “Libertador” de los indígenas bolivianos. No habría que descartar en esta suerte de masajes permanentes al ego de los ahora soberbiamente empoderados un próximo nombramiento de Mariscal o Generalísimo para que recaiga en uno de los más cercanos colaboradores de don Evo Morales.

En tanto, como para que se mantenga el estado de crispación, de suspenso e incertidumbre entre buena parte de

los bolivianos, que entre otras cosas ven hacerse añicos la institucionalidad del país, en las horas precedentes acaba de ser extendido el certificado de defunción del Tribunal Constitucional, tras la renuncia de la última de sus integrantes que estoicamente se mantenía en funciones, después de que los demás magistrados de aquella instancia superior de la justicia en Bolivia decidieran alejarse al no poder soportar presiones y humillaciones constantes a las que fueron sometidos.

A la ausencia de quórum por la falta de nombramiento de sus miembros faltantes por el Congreso se agregó el recorte presupuestario articulado por el Poder Ejecutivo a través del Consejo de la Judicatura, de acuerdo con la denuncia formulada por la magistrada renunciante.

Del Bicentenario con un nuevo “Libertador” y sin Tribunal Constitucional son los contrastes de este mes de mayo. Título y capa que se agregan a varios doctorados Honoris Causa para el Jefe de Estado, mientras que sin instancias que velen por ellos quedan al garete los derechos fundamentales de las personas en este país de contrasentidos y desventuras.