Santa Cruz no es separatista


Para empezar, señalaremos que Santa Cruz jamás incurrió en separatismo alguno. Así lo puede comprobar cualquiera que repase la historia regional, desde la revolución independentista, hasta nuestros días.

eldeber Editorial El Deber.



La región acogió a figuras estelares del movimiento que tras 15 años de continua lucha contra la dominación hispánica, daría lugar al nacimiento de la República de Bolivia el 6 de agosto de 1825. Entre esos próceres debemos mencionar a los militares patriotas Warnes y Arenales. No olvidemos que entre los fundadores de la patria en Sucre, se hallaban constituyentes cruceños -Vicente Caballero, para sólo citar uno de ellos-, como paladines de la voluntad política regional de ser parte integral de la nueva nación, vocación a la que se mantiene fiel hasta ahora.

Después de la Independencia, Santa Cruz se resignó durante más de un siglo a vivir como aldea abandonada a su propio destino, aislada totalmente del occidente por falta de infraestructura vial y la visión marcadamente regionalista de una oligarquía occidental que sólo promovía el desarrollo en el altiplano, favoreciendo a la minería y los terratenientes con toda clase de estímulos, particularmente de carreteras y vías ferroviarias que mejoraran las conexiones domésticas de mercado y la competitividad de sus exportaciones, a través de puertos del Pacífico, respectivamente, sin preocuparse para nada de la región cruceña.

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A pesar de tan injusta postergación, Santa Cruz jamás se levantó en una proyección separatista. Nunca quiso desmembrarse de Bolivia. De vez en cuando sus espacios, particularmente el capitalino, fueron sacudidos por movimientos centrados en objetivos regionales, pero nada más. Sólo querían que el centralismo le diese a Santa Cruz lo que le correspondía por legítimo derecho, a fin de que pueda pasar de aldea atrasada y somnolienta a la urbe de pujante desarrollo que anhelaba ser.

Las cosas empezarían a cambiar a partir de mediados de la década del 50, cuando la carretera Cochabamba-Santa Cruz y luego la nueva vía asfaltada a la capital valluna, acortaron drásticamente el tramo temporal de la actividad comercial regional, tanto a escala doméstica como internacional, elevando los índices de competitividad de sus exportaciones. Se crearon así condiciones que permitieron a Santa Cruz, en menos de tres décadas, transformarse en lo que es hoy: una urbe de producción agropecuaria e industrial que cada vez asciende más arriba en las cifras del PIB y de las exportaciones nacionales.

Hoy Santa Cruz es toda una síntesis de Bolivia. Abrió ampliamente sus puertas a la migración de occidente, acogiendo a quechuas y aimaras que nunca fueron discriminados, razón por la cual no pocos de ellos lograron afirmarse en la economía regional como productores e inclusive como pequeños y medianos empresarios. Que en Santa Cruz se respira actualmente un aire de total bolivianidad, lo acredita esa suerte de coexistencia cultural de lo occidental con lo camba que se observa en las fiestas tradicionales de la región. Tenemos no pocas villas o barrios populares en cuya estructura demográfica predominan los ciudadanos de origen quechua o aimara

Santa Cruz no quiere separarse de Bolivia. No se puede asociar su demanda de una real autonomía con propósito separatista alguno. Menos aún, sindicarla de dedicarse a promover y financiar el terrorismo con aquel fin. De modo alguno desvirtúan tan incuestionable realidad personas o grupos presuntamente comprometidos en tales actividades. Cruceños somos todos y a nadie le es dable catalogarnos de esto y aquello por lo que supuestamente hagan unos pocos.