Yo, Evo. ¿Idolatría?, un análisis a la figura de Morales

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La tradición cuenta que antes de morir, aquel 15 de diciembre de 1781, Túpac Katari dijo que volvería convertido en millones. Es una frase que Evo Morales se ha encargado de recordar en reiteradas oportunidades al relacionarla con su propio caso, haciendo uso de su origen aimara y del hecho de haber llegado a la Presidencia con el respaldo del 54% de los votos (1,5 millones).



Es también la manera más práctica que ha encontrado para asociar su imagen con la de aquel líder aimara que fue la cabeza de un levantamiento contra las autoridades coloniales del Alto Perú.   

A esta comparación le siguieron no sólo discursos, sino también acciones que buscan resaltar la imagen del primer mandatario con la impresión de su imagen en tres estampillas para correspondencia, la aprobación de un decreto supremo que declara Patrimonio Nacional a Orinoca, su pueblo natal, y consagra como Monumento Histórico Nacional la casa de Isallavi, donde él nació.

También recurrió a la reciente acuñación de la imagen de su rostro en una moneda para conmemorar el bicentenario del primer grito libertario de América Latina y recibió la proclamación de Libertador que le hizo la gente de su entorno en un acto realizado en El Villar, un pueblo de Chuquisaca donde la heroína Juana Azurduy de Padilla instaló su cuartel y curó sus dolores después de las batallas.

  Todos estos hechos han generado una corriente de opiniones que van desde aquéllas que dicen que son acciones de los adulones palaciegos que se encargan de inflar el ego del Presidente, hasta aquéllas que indican que se trata de una estrategia para catapultar la imagen en un caudillo como salvador de un país al borde del abismo. 

El sociólogo Ronaldo VacaPereira hace un paneo por la historia de la humanidad y afirma que exaltar la figura de un Presidente es un fenómeno común en Latinoamérica y en el mundo. “Manejar el poder embelesa. Se pueden ver varios ejemplos que advierten que mientras más absoluto sea el poder, la persona enaltece su imagen. Lo de Evo no es un fenómeno nuevo, se lo ha vivido en diferentes regímenes, ya sea de izquierda o de derecha”, explica Vaca-Pereira y recuerda que guarda una moneda en la que está el rostro del ex presidente Hugo Banzer. El sociólogo remarca que un caudillo, por lo general, tiene tintes ególatras y se llena de estandartes y de banderas.

También existe una explicación psicológica. Alicia Martha Sánchez es una experta en programación neurolingüística y pertenece a la escuela de la Gestalt. Ella explica que los líderes desean perpetuarse para el futuro y ser identificados con acciones heroicas. Claro que no a todo el mundo le pasa, depende del contexto, del medio cultural y de cómo ha vivido el individuo. Sánchez aclara que para llegar a una conclusión es necesario hacer un análisis más exhaustivo del Presidente, porque no se puede aventurar a definir la personalidad del mismo. “Las conductas también son el resultado del contexto, de la gente que lo rodea, todo tiene influencia”, explicó y recordó que en Argentina está el caso de Carlos Menem, que se identificaba con el caudillo ‘Chacho’ Peñaloza, a tal punto que el ex presidente se hizo crecer las patillas.  ¿Esto es bueno o malo?

“Lo que importa son los resultados del trabajo de una persona”, afirma la psicóloga. 

El investigador social Roberto Laserna cree que el manejo de la imagen del Presidente, tal como se lo viene haciendo, es una estrategia política deliberada y lo que el Gobierno pretende es aprovechar a un electorado con muy poca educación que tiende a reflejar sus lealtades en torno a figuras. “Por eso el caudillismo forma parte de la cultura boliviana, muchos partidos ya lo hicieron en el pasado, pero creo que ahora está más exacerbado”.

Según su parecer, lo que el oficialismo busca es afirmar esa identificación de la población con el caudillo y tratar de concentrar la esperanza que la gente tiene en el proyecto político a través de la figura de Evo Morales. “Eso no es bueno, porque debilita a las instituciones y contribuye a la manipulación de los sentimientos de la gente”, resaltó. 

El ex vocero del MAS en Santa Cruz Fernando Vincenti no cree que Evo tenga que recurrir a ese tipo de acciones para posicionar su candidatura, porque considera que es el líder político de mayor reconocimiento en la historia republicana del país, lo cual ha sido demostrado en reiteradas elecciones.

Admite que en Bolivia hubo personajes con un marcado acento caudillista como Mariano Melgarejo o René Barrientos, pero, según él, ellos distan de la actitud de Evo Morales.  

Pedro Cabrera / Experto en imagen y marketing

También es un producto de marketing

Los grandes movimientos políticos han generado personalidades a las cuales se suma una idea. El MAS sin Evo no tendría fuerza alguna. Parte de su estrategia es subir la imagen de un caudillo. Hoy nos encontramos en un momento político nacional en el que no hay partidos con personas que tengan buena imagen. Enaltecer la imagen es una estrategia que ha sido utilizada históricamente en el mundo de los dictadores; lo hizo Mussolini, Hitler, etc.  Ahora, en todo el mundo se está haciendo un trabajo de marketing político. En Bolivia no hubo alguien que tenga tal manejo de imagen como Evo. Los presidentes de los países se están convirtiendo en productos. Se les está aplicando la misma estrategia que se utiliza para promocionar un artículo. Decir si esto es bueno o es malo, es complicado.

Me parece que endiosar a un triste mortal, como lo somos todos, es una cosa grave y muy peligrosa. Somos humanos y  frágiles. Con esto no se hace daño a la persona que se adula, porque ésta cree que es lo máximo; se hace daño a la sociedad, porque los ídolos tienen pie de barro.

Eso se ha demostrado a lo largo de la historia. Para quienes dicen que con esto Bolivia está ante la mirada del mundo, tienen que recordar que Bolivia, en términos de país, no existe en las revistas de negocios, no está ni para los índices financieros. Lo que está sucediendo es que la vida del Presidente es polémica. Bolivia está en la mira cuando se descubre pichicata o cuando le gana a Argentina 6 a 1. El Deber, Roberto Navia