Cierre de mercados pone a prueba la fidelidad de El Alto

Propietarios de talleres advierten que pueden venir momentos difíciles porque el rubro textil da trabajo a por lo menos 80.000 habitantes. 

Empleo. Todavía confían en que el cambio los beneficie. Los desempleados buscan como conseguir el sustento.



image Producción. El taller de Occidental Tex trabaja a media máquina. Ya no exporta a EEUU y ahora sólo produce para Bolivia

El Deber

Roberto Navia

La paciencia de los que viven en El Alto se ha puesto a prueba y hay quienes sienten que la situación es una especie de bomba de tiempo que puede estallar el día menos pensado. La pólvora que la alimenta es el desempleo que va creciendo como una bola de nieve, en parte, a causa del cierre del mercado estadounidense para los textiles nacionales y porque llegar con prendas de vestir hasta los consumidores de Brasil, Argentina y Venezuela de manera consistente todavía es un sueño que se ve muy al final del horizonte.    

Los que hablan son las mujeres y hombres que han perdido sus fuentes de trabajo porque confeccionar prendas de vestir ya no es un negocio desde que los beneficios de la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas (Atpdea), que permitía que el sector textil exporte libre de impuestos, ya no va más desde diciembre del año pasado, y porque varios países de la región también han protegido su industria. Llegar hasta esos y otros mercados se hace cuesta arriba, incluso ahora que el Gobierno está apuntalando una campaña para que el portazo estadounidense no desemboque en un ‘tsunami económico’ nacional.

Los que hablan también son los dueños de las industrias y microempresas que se han visto obligados a despedir personal y desenchufar sus máquinas de coser hasta nuevo aviso. “Ya hay 9.000 personas en las calles de El Alto y varios miles en la cuerda floja”, dice Porfirio Quispe, que es el presidente del Comité de Defensa de la Industria Nacional. Con una voz de trueno.

Otros propietarios de talleres advierten que si esto sigue así, pueden venir momentos difíciles porque el rubro textil da trabajo (de manera directa e indirecta) a por lo menos 80.000 habitantes de los más de 600.000 que viven en esa ciudad que está a 4.100 metros sobre el nivel del mar. 

Los primeros síntomas de los despidos son visibles. Para el colmo, los desempleados se han visto obligados a tocar las puertas de los que eran los enemigos de la industria textil: el contrabando de ropa china y la internación de ropa usada desde EEUU, dos actividades que desde hace varios años han venido perforando a los vulnerables talleres donde se confeccionaban las prendas que después iban a parar a los escaparates de Nueva York, Sao Paulo o Buenos Aires. 

Gualberto Quispe, presidente de la Asociación de Pequeños Productores de El Alto, dice que también ronda el fantasma de la delincuencia, porque muchas veces el hambre puede más que la honradez. Quispe aclara que el desempleo se viene dando desde antes de que deje de funcionar el Atpdea porque los pequeños artesanos no fueron beneficiados con esa ley. Un policía que está  a la entrada de la autopista que une La Paz y El Alto, en la zona conocida como La Ceja, no tiene estadísticas pero asegura que la delincuencia subió como la espuma. 

Si este fenómeno del Atpdea y de la crisis de los mercados se hubiera dado en un gobierno de derecha, quizá El Alto hubiera convulsionado como ocurrió en octubre del 2003, cuando por una supuesta exportación de gas a Chile la gente se alzó hasta obligar a que Gonzalo Sánchez de Lozada deje el Palacio Quemado. Esto lo sabe Gualberto Quispe, pero considera que por ahora la gente todavía le cree al Gobierno y que el hambre aún es soportable, porque mantienen la última esperanza que les ha dado el Presidente de conseguir nuevos destinos para las costuras bolivianas en Brasil, Venezuela, Argentina, Irán y México, entre otros.   

Pero toda paciencia se puede acabar. Quispe, que dirige a por lo menos 500 pequeñas unidades empresariales compuestas entre por 5 y 15 trabajadores, considera que si el Gobierno no resuelve este problema, la mayoría se dedicará a la delincuencia, a internar ropa usada, al contrabando o algunos podrían no votar por Evo Morales en las elecciones nacionales de fin de año. Humberto Sandalio, presidente de la Cámara de Microempresarios de El Alto, es de los que cree que los microempresarios son los defensores de la paz y que dependerá de lo que ellos decidan para que la ciudad no expulse su furia que la caracterizó en el pasado. “Ahora estamos apostando a la producción”, tranquilizó.

Aidé es una mujer de aproximadamente 50 años. Ella vivía sin sobresaltos económicos hasta enero de este año cuando la dueña de un micro taller le dijo que el trabajo se había acabado. Ahora ella lava ropa ajena y dice que tiene la desventura de que, a diferencia de cualquier otro desempleado del mundo, no puede protestar sobre su triste suerte en voz alta, porque al Gobierno no se le puede mirar feo.  El otro día, Aidé vio una declaración en la televisión que hizo el presidente sobre el tema del Atpdea. Recuerda que Evo Morales denunció la intromisión política de EEUU en asuntos internos de Bolivia y dijo que la suspensión del Atpdea significaba sólo la pérdida de $us 25 millones y que la dignidad de los bolivianos no cuesta esa cantidad. Pero para Aidé no hay mejor dignidad que tener el estómago lleno y las manos ocupadas en un trabajo.

En la zona de la autopista que está a la entrada de El Alto, un enredo de minibuses alimenta el tráfico caótico y en uno de esos vehículos una mujer grita las rutas por las que atravesará el motorizado. “Yo trabajo de voceadora”, explica, mientras el chofer espera que el foco rojo del semáforo cambie a verde. “Antes me dedicaba a confeccionar prendas de vestir. Pero como el hambre no espera, tuve que aceptar la primera propuesta que llegó a mi puerta”. 

Pero la baja en la producción textil no sólo ha perjudicado a los dueños de los talleres y a los empleados que ahora están sin trabajo. En la zona de Puente Vela, a 15 minutos del centro de El Alto, hay un barrio con casas de adobe y en las caras de sus habitantes se nota que la pobreza duele. En un cuarto pequeño, construido en un lote sin barda, vive Rosenda, madre de cuatro niños pequeños. Ella dice que se ha dado cuenta de que hay menos dinero circulando en la ciudad, tanto que ya se siente afectada.

La mujer que le daba ropa para que se la lave ha optado por hacer ella misma ese trabajo bajo la excusa de que ya no tiene dinero, porque un taller de costura la ha echado a la calle.

Sin esperanzas

Gary Antonio Rodríguez. | Gerente del IBCE

Hace unos años nació en El Alto el grupo de madres “Nueva Esperanza”, 100 mujeres capacitadas para el embellecimiento de prendas a ser exportadas a los EEUU.  Este grupo aglutinaba a señoras que hacían de padre y madre: madres solas que nunca tuvieron un esposo; madres divorciadas; madres abandonadas; madres cuyos cónyuges migraron para trabajar en el extranjero; y abuelas a cargo de niños cuyos padres emigraron. La nueva esperanza era tener un empleo digno embelleciendo las prendas, pintándolas, bordándolas y dándoles un toque especial que los estadounidenses pagaban bien.

La alegría duró mientras duró el Atpdea. De aquel grupo quedan hoy menos de 20 señoras por la caída de las ventas a EEUU.  Del resto, la mayoría está sin trabajo; otras, en el comercio informal o trabajando como ‘semiesclavas’ lejos de su patria. Una vez más, son madres sin esperanza…

El mercado regional 

Espacio. A nivel mundial existe una histórica tendencia proteccionista en el mercado textil; en períodos de crisis, este fenómeno es más que evidente, pues todos los países buscan proteger su mercado interno para su industria, y así no perder empleos. Entre los países que están aplicando medidas restrictivas que afectan a las exportaciones bolivianas de confecciones textiles, destacan los siguientes:

Ecuador: Venía aplicando una salvaguardia por problemas en su balanza de pagos, estableciendo el cobro de aranceles; sin embargo, esta semana debió levantar la medida por presión al interior de la CAN.

Argentina. Aplica licencias previas no automáticas de importación, lo que es una traba al libre comercio prescrito por el Acuerdo Bolivia-Mercosur, en tanto que el nuestro no aplica ningún reparo al ingreso de productos argentinos. La devaluación del peso argentino, encarece la importación en ese país.

Brasil. Este país es tradicionalmente proteccionista. Bolivia le exportaba más de $us 5 millones en confecciones en los años 90, pero la devaluación del real echó por tierra ese esfuerzo. Nunca se volvió a vender ese monto. En 2008 apenas se colocaron poco más de $us 3 millones . Las trabas paraarancelarias y no arancelarias, anulan el arancel cero que ya existe desde hace más de 10 años.

Venezuela. Aplica licencias previas de importación a través del ‘certificado de no producción o producción insuficiente’. Hay problemas para obtener divisas de importación de la Comisión de Administración de Divisas.

Fuente: IBCE

  Detalles 

La Asociación de Pequeños Productores de El Alto de La Paz pidió al Gobierno que si retorna el Atpda, ellos sean beneficiados directamente con esa ley y que no estén obligados a exportar a través de empresas grandes puesto que ya están cansados de ser sólo la mano de obra.

La ciudad de El Alto es reconocida como el bastión de varias revoluciones a favor de los desposeídos. Los hechos ponen en evidencia que fue en esa ciudad donde se cultivó la resistencia contra el gobierno de Sánchez de Lozada en la ‘guerra del gas’.

La jornada de un desempleado por lo general consiste en lo siguiente: se levanta temprano, se va a La Ceja de El Alto a buscar trabajo, el que no encuentra en varias semanas busca vender algo. 

Como solución, algunos dueños de talleres proponen abrir los mercados de los países limítrofes y que los bonos que da el Gobierno, en vez de darlos en efectivo, que los entregue en prendas de los confeccionistas.

Un esfuerzo que se va al agua

Con el despido de los empleados de los talleres de costura también se van años de experiencia de trabajo en ese rubro.  John Condori, ejecutivo de la empresa textilera Occidental Tex, sentado en el sofá de su oficina cuya ventana de vidrio permite ver un patio donde muchas máquinas de coser están sin funcionar, explica que con cada empleado que se ven obligados a despedir se va una fuerte inversión, porque en ellos se destinaron recursos para que se vuelvan ‘cancheros’ en el oficio. El problema mayor se vendrá cuando quieran contratar nuevamente personal, porque ya no encontrarán a los ex trabajadores, quienes, incluso, se han ido fuera del país a trabajar en talleres de costura de Brasil y Argentina. 

Para el analista en comercio internacional, Julio Alvarado, todos estos efectos agudizarán la pobreza, puesto que el desempleo, a su criterio, aumentará por lo menos en 1,5%.