Oculta el palo y muestra la zanahoria a los «pollitos»


Es el presidente «democrático» que peor ha tratado a la prensa desde 1982. Sin embargo, es el político que más apoyo recibió de los medios en dos décadas. 

Evo Morales, les dice lo que le viene en gana a los periodistas, desde indignos hasta conspiradores. Pero estos, acuden prestos al primer llamado y olvidando pasados agravios se sientan con él para compartir un “desayuno plurinacional”, sazonado de campaña electoral, y hasta celebran con sonrisas los malos chistes del mandatario.

imageimage Dos momentos. Hoy un Evo amable saluda a los reporteros en el desayuno (izq). Antes, diciembre 2008, maltrataba a un editor de La Prensa por denunciar el contrabando en Pando, en acto público en palacio.



No se puede pretender que los periodistas pongan “al hielo” a un presidente, cualquiera que fuera este y dejen de dar cobertura a las actividades gubernamentales y a las declaraciones que pueda hacer el mandatario, por muy disparatadas que estas sean.

Esa es la realidad de la actividad periodística. A sus consideraciones personales, el periodista debe anteponer su deber profesional. Tiene una función social que cumplir aun cuando para hacerlo deba soportar no solo afrentas sino también todo tipo de peligros y agresiones hasta físicas.

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Sin embargo en el cumplimiento de esta tarea, muchas veces ingrata, el periodista debe cumplir ciertos códigos y normas. El primero de ellos es mantener con su fuente una distancia que impida que por una u otra circunstancia pueda aparecer envuelto en las redes que frecuentemente teje el poder.

El periodista no puede ser condescendiente con el poder sino su eterno interpelador. En eso radica su esencia y actuar de manera contraria sería desvirtuar el ejercicio de aquello que Gabriel García Márquez llamó “el oficio más bello del mundo”.

Evo se ha quejado muchas veces que no se da una cobertura adecuada a las acciones de su gobierno que él considera son dignas de aplausos y elogios y que por el contrario, se destacan los errores.

En gobernantes que tienen sesgos autoritarios así se proclamen a cada paso demócratas, existe una evidente tendencia a sobrevalorar sus acciones y pretenden que todos tengan esta misma visión. De ahí vienen sus frecuentes roces con los medios. Pero, en fin, son cosas del oficio.

El desayuno con la prensa no quiere decir en modo alguno que Evo haya cambiado la opinión que tiene de los medios y de los periodistas, de los “pollos de granja» como los denominó en uno de sus frecuentes y grotescos intentos por parecer gracioso. Una prensa libre e independiente siempre le resultará incómoda mientras esté en el poder y no existe nada que nos pueda hacer pensar que ha cambiado de criterio.

Pocos días  antes del desayuno, los periodistas “palaciegos” fueron encerrados en la sala de prensa para impedirles que puedan abordar al presidente Hugo Chávez evitándole a éste algunas preguntas incómodas y de paso que no quede registrado el grado de subordinación al que ha llegado Evo al extremo de hacerse a un lado para que su protector venezolano reciba el parte de la guardia presidencial.

En tanto, en el Beni, un guardaespaldas del ministro de la Presidencia agredió a un periodista llegando a golpearlo en el rostro y unas cuantas horas después del desayuno, el vicepresidente Alvaro García daba órdenes para que se impida el ingreso de los periodistas al hemiciclo parlamentario y cuando se le pidió una explicación sobre esta arbitrariedad, si limitó a poner cara de “yo no fui”.

Las agresiones a periodistas y medios llegaron a 23 entre enero y junio de 2009, según el informe del Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) de la Fundación Unir Bolivia y la mayoría se registran en La Paz, la sede del gobierno.

Son elementos que confirman que la actitud del Ejecutivo respecto a la prensa no ha cambiado ni cambiará y así lo entienden los medios y los reporteros al destacar en varios artículos que:  «Evo se acerca a los periodistas cuatro meses antes de las elecciones». Nada mas claro.