Espejitos de colores

Evo Morales sigue timando a los indígenas como lo han hecho desde la conquista.  Les ofrece una autonomía que ni él respeta.

ElNuevoDia Editorial El Día

El dirigente de los pueblos indígenas del oriente, Adolfo Chávez, se puso a llorar cuando se aprobó la Ley Electoral Transitoria tres meses atrás. El MAS había enarbolado a los originarios con la promesa de devolverles la soberanía sobre 36 territorios, los mismos que debían tener representación asegurada en la futura Asamblea Nacional. Los indígenas querían 18 diputaciones y al final se quedaron con siete, escaños que tampoco irán regalados como se había dicho al principio, sino que tendrán que ganárselos en contiendas electorales frente a partidos políticos y/o agrupaciones ciudadanas. Chávez se sintió estafado y por eso lloró amargamente. Para su consuelo, días más tarde dijo que, por lo menos, a los indígenas les quedaba la potestad constitucional de decidir sobre los recursos naturales existentes en sus territorios y que en ese caso no se dejarían timar nuevamente.



Chávez tiene para llorar un buen tiempo con lo que les ha sucedido a sus hermanos indígenas mosetenes, lecos, tacanas y chimanes que habitan en el norte de La Paz, más concretamente en las inmediaciones del parque Madidi, lugar adonde acaba de ingresar la empresa petrolera Petroandina a iniciar trabajos de exploración, pese a que los dirigentes de esos pueblos originarios se habían opuesto a las operaciones de la compañía, capitaneada por la venezolana PDVSA. La transnacional ni siquiera esperó el estudio de impacto ambiental para entrar y ahora los indígenas de la zona amenazan con incautar los vehículos y todo equipo de la petrolera que ingresen al lugar. Como el presidente Morales fustigó hace unos días a los pueblos y las ONGs que se oponen a la explotación del petróleo en esa región amazónica, ya se ha producido una división entre los nativos.

En estos días también, se ha estado negociando un acuerdo con Chile sobre las aguas del Silala y es muy probable que el Gobierno termine regalándoles a los chilenos un valioso recurso natural que ha venido explotando hace más de cien años. Ningún indígena ha sido consultado para tomar esa decisión y el oficialismo ha descartado convocar a un Referéndum. El Presidente “le va a meter nomás”, a pesar de que el agua que está regalando no viene del espacio, sino de una de esas 36 naciones que juró respetar cuando promulgó la nueva constitución.

El domingo se produjo la última tomadura de pelo a los indígenas, a quienes el Presidente acarrea en buses de aquí para allá, para asegurarse que nadie lo abuchee. En Camiri, Evo Morales firmó un decreto que les permite a los municipios con alta presencia de originarios, convocar a consultas para aprobar las “autonomías indígenas”. Los interesados tienen 21 días de plazo para completar todos los trámites y así poder votar por la propuesta el mismo 6 de diciembre de las elecciones.

El presidente Morales lanza su decreto, sabiendo que es violatorio de las leyes y que la Corte Electoral va a rechazar semejante mamarracho. Lo bueno de este artilugio es que ahora, la culpa de que los “hermanos indígenas” no tengan autonomía será de otro, no del MAS, que sigue empeñado en regalar espejitos de colores, tal como lo hicieron los conquistadores hace más de 500 años.