Los mensajes de Sucre

El poder político celebró el 184 aniversario de la independencia de Bolivia en su capital, Sucre. Hasta esa ciudad llegó el presidente Evo Morales después de dos años de ausencia, marcados por el enfrentamiento entre el oficialismo y los prefectos del oriente, quienes encarnan lo que se denomina la media luna, que, a criterio del Gobierno, es una expresión de las élites y de la oligarquía en el país.

laRazon Subeditorial La Razón

La decisión de realizar en Sucre el acto central de celebración, la sesión de honor del Congreso, alentó una posibilidad de acercamiento. En una señal de tolerancia y aceptación de dos sectores que en los últimos años han estado enfrentados.



Nada de eso. El preámbulo de que la tensión no bajaría fue la seguridad del evento. Finalmente se formó un cordón en la plaza principal de la Capital compuesto por policías, militares y un grupo de campesinos y mineros.

En la víspera del Día de la Independencia se realizó el desfile cívico, el que encabezaron las autoridades departamentales y municipales, acompañadas por los prefectos de Beni, Santa Cruz y Tarija, quienes junto a la de Chuquisaca forman el Consejo Nacional Democrático (Conalde). La alcaldesa de Sucre, Aidée Nava, justificó esa decisión al asegurar que era “un gesto de reencuentro” y una “muestra del firme deseo de lograr la unidad y la paz entre los bolivianos”.

Pese a esas manifestaciones de unidad, no hubo acciones de acercamiento. La única señal fue la participación de la presidenta interina de la Corte Suprema, junto al mandatario Morales, en la sesión de honor del Congreso.

El inicio de ese evento también fue marcado por la tensión. El Primer Mandatario no asistió al tedeum y cuando llegó a la Casa de la Libertad, donde se reunió el Congreso, parte del público que se dio cita en la plaza de Sucre lo recibió con silbidos y otros aplaudieron. Así se puso en evidencia la división que parece insalvable.

Es lamentable que surjan las señales de confrontación y lo que podía haber sido un ensayo del ansiado reencuentro fue una reafirmación del enfrentamiento entre el Gobierno y las cuatro regiones del país. Lo que la población boliviana esperó como un acto positivo sólo confirmó la división y la decisión de las partes encontradas de seguir por su cuenta, al margen de Bolivia.