Presionados por tener un ‘cuerpo perfecto’ desde los 10 años

La insatisfacción corporal es similar entre niños con peso sano y con sobrepeso. Los niños que se sienten gordos tienen más riesgo de sucidio. Elevar la ‘autoestima’ en los colegios previene la obesidad y promueve hábitos saludables

    image

    Una modelo desfila en Cibeles. (Foto: AFP)



    PATRICIA MATEY

    MADRID.- Ellas quieren ser delgadas y esbeltas y, ellos, ‘cachas’. La presión que las sociedades occidentales están ejerciendo a través de los medios de comunicación y la publicidad sobre la importancia de tener un ‘cuerpo perfecto’ y cómo lograrlo nunca ha sido una ‘broma’. Pero, comprobar que este ‘apremio’ lo están sintiendo ya los niños y las niñas de tan sólo 10 años debería ser motivo serio de preocupación para padres, educadores y responsables sanitarios.

    Científicos de Canadá y EEUU acaban de constatar en una investigación no sólo la preocupación excesiva de los chavales por su imagen física, sino cómo el peso se relaciona con una mayor o menor satisfacción corporal. «Cuanto más contentos estén consigo mismos más se cuidan. Lo preocupante es que tanto las niñas y niños con un peso sano se sienten igual de insatisfechos que los que tienen sobrepeso», declara a elmundo.es Bryn Austin, del Departamento de Adolescentes y Jóvenes del Hospital Infantil de Boston (EEUU) y autor principal de la investigación.

    La relación, además, entre una «baja satisfacción corporal y un incremento de la predisposición a sufrir comportamientos y síntomas de enfermedades relacionadas con el peso [vomitar, usar píldoras dietéticas o laxantes] es un hecho que ha quedado muy bien establecido en las investigaciones previas con población adolescente», recuerdan los científicos. Incluso más allá de esta asociación, «el descontento con el cuerpo ha capturado la atención de los investigadores, por su papel potencial para prevenir la obesidad y promover los hábitos alimenticios sanos y la actividad física», aclaran.

    Prueba de ello es un reciente trabajo realizado a raíz del Proyecto de Alimentación, de la Universidad de Minnesota. Este plan tiene como fin indagar en los factores que influyen en los hábitos dietéticos de los adolescentes. El estudio, en el que han participado 2.500 niños y niñas que fueron reclutados mientras cursaban el equivalente a la ESO en España, desvela que una mayor satisfacción con el cuerpo se relaciona con una alimentación más sana y una práctica mayor de deporte cinco años después.

    «A esta buena noticia se añade que los programas escolares destinados a elevar la satisfacción corporal de los alumnos ayudan a prevenir la obesidad y los trastornos de la alimentación», agrega el doctor Austin.

    En la nueva investigación, publicada en el ‘BMC Public Health’, han participado 4.254 estudiantes canadienses de 10 y 11 años a los que, además de preguntarles «¿Te gusta tu cuerpo?», se les midió su Índice de Masa Corporal (IMC). También se examinó si la educación y los ingresos de sus padres y la zona de residencia (rural o urbana) influían en cómo estos chavales se ven a sí mismos.

    Baja satisfacción corporal

    Un 7,3% de las chicas y un 7,8% de los chicos reconocieron su baja satisfacción corporal. «Un 5% de las niñas con peso normal estaba insatisfecha con su físico, un porcentaje que se elevó al 10% en el caso de las que tenían sobrepeso y a un 13%, si eran obesas», apuntan los investigadores. En cuanto a los niños, los porcentajes fueron prácticamente similares: 7%, 8,4% y 8,1%, respectivamente.

    «El descontento de los chicos con bajos índices de IMC pone claramente en evidencia la presión que ejerce el modelo estético que vende que los varones deben estar musculados», deducen los autores.

    En el caso del sexo opuesto, el estudio apunta que las menores más insatisfechas eran las que tendían a tener padres con un nivel educativo inferior y vivir en zonas rurales. «Este dato nos sorprendió bastante, pero puede significar bien que la presión es más elevada en las zonas rurales o que simplemente en las urbanas gozan de más programas educativos que fomentan la satisfacción personal», añade el investigador principal.

    El trabajo rememora que «la asociación descrita entre satisfacción y peso difiere según el género, pero en ambos sexos se relaciona con los trastornos de la alimentación. Se deberían promover iniciativas de salud pública destinadas a la prevención de la obesidad y la anorexia y la bulimia en los niños y niñas. Para ello hay que entender mejor por qué las chicas se sienten contentas con sus cuerpos de una forma distinta que los chicos y cómo influye la familia y la zona de residencia».

    Pero, por encima de todo, «se debe elevar la autoestima y los niveles de satisfacción corporal de los pequeños», insiste el científico estadounidense.

    Los niños que se sienten gordos tienen más riesgo de sucidio

    ESTUDIO CON 14.000 ESTUDIANTES DE INSTITUTO

    Lo mismo sucede con aquéllos que tienen exceso de peso real

    Los hallazgos alertan de la necesidad de controlar la obesidad infantil

      PATRICIA MATEY

      MADRID.- Las chicas no están solas en la obsesión por el cuerpo. Datos de un nuevo trabajo publicado en ‘Journal of Adolescent Health’ ponen en evidencia que la imagen corporal también ‘come’ la moral de los chicos.

      Y más grave es aún que aquellos o aquellas que se sienten gordos, aunque no lo sean, o tienen un sobrepeso real, cuentan con más riesgo de suicidio. Monica Swahn, del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Georgia (EEUU) y directora del estudio, comenta a elmundo.es que «mientras la sociedad y las publicaciones tienden a enfocar las cuestiones del peso hacia las chicas, nuestro ensayo muestra que es también motivo de gran preocupación en los varones. Aunque los más destacable es que el exceso de kilos constituya un motivo para querer dejar de vivir«.

      El hallazgo debería, por tanto, provocar la reflexión de los especialistas, máxime cuando cada día aumenta el número de niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad. «Los datos respaldan los obtenidos en otros ensayos previos y sacan a la luz la necesidad no sólo de controlar el exceso de kilos en la población infanto juvenil sino, también, de extremar la vigilancia de los menores obesos y de los que se sienten con exceso de peso, aunque sea irreal», puntualiza.

      Partiendo de la investigación ‘Comportamientos de Riesgo en Jóvenes 2007’, los autores analizaron los datos proporcionados por más de 14.000 estudiantes de instituto. «Nuestros resultados representan a la juventud de EEUU por el tamaño de la muestra y porque el ensayo se ha realizado a escala nacional», insiste Swahn».

      El ensayo, además de proporcionar información obre consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, revela qué porcentaje de participantes está deprimido, cuáles tienen sobrepeso real y quienes creen que lo poseen, aunque sea mentira. Asimismo, indica cuántos han tenido intentos de suicidio en los pasados 12 meses.

      Imagen distorsionada de uno mismo

      Entre los datos destaca que el 61% se describió asimismo sin sobrepeso y la medición de Índice de Masa Corporal (IMC) indicó que efectivamente no lo tenían. Por el contrario, un 8% creía estar delgado, pero realmente le sobraban kilos. El 11% de los estudiantes aseguró que tenían exceso de peso, pero no era cierto.

      «Nuestro análisis confirma una fuerte asociación entre intentos suicidas y la creencia de sentirse con exceso de peso, aunque sea una percepción irreal en comparación con los que no tienen esta sensación. Lo mismo sucede con los que se sienten obesos y lo son realidad. Estos chicos y chicas son los que más posibilidades tienen de quitarse la vida», rezan las conclusiones del estudio.

      «Basándome en estudios previos así como en lo que podemos observar a diario, las influencias sociales juegan un papel fundamental en el peso y en la apariencia. Desafortunadamente, nuestra sociedad está muy focalizada a la belleza y particularmente al peso. Los intentos suicidas y los suicidios consumados son un enorme peaje para toda la sociedad. Por eso, los estudios que puedan ayudar a entender mejor los factores de riesgo que aumentan las posibilidades de que los jóvenes acaben con sus vidas tienen una importancia crítica», recalca la doctora estadounidense.

      Defiende además que se «proporcionen los servicios que requieren los adolescentes para poder poner en práctica la prevención del suicidio. Una de las asignaturas pendientes de este país», agrega. (elmundo.es)