Sobre el culto a la personalidad

MarceloOstriaTrigo Marcelo Ostria Trigo

Hay una larga y antigua lista de autócratas endiosados: Stalin, Hitler, Mussolini, “Papá Doc”, Trujillo y muchos más. Para esta práctica Nikita Khrushov acuñó la expresión “culto a la personalidad”, cuando denunció en el XX congreso del partido comunista soviético la veneración a José Stalin.

Luego siguieron muchos nuevos endiosados: “Tacho” y “Tachito”  Somoza, Juan Perón y Evita, Idi Amín Dada, el norcoreano Kim Il-sung que legó el poder a su hijo Kim Jong-il, Mao Tse-tung, Fidel Castro al que sucedió su hermano, el Ayatolá Khomeini, Saddam Hussein y, recientemente, Hugo Chávez Frías.



Estas son algunas de las características de este culto: la “recepción sin crítica de las expresiones en la opinión pública de la persona admirada; la persecución contra sus críticos, en parte con amenazas de muerte; la aprehensión y desaparición de los opositores; la presencia exagerada de imágenes, fotografías y slogans del endiosado en escuelas, edificios y en los medios masivos; la designación de empresas, edificios públicos, escuelas, calles, avenidas, plazas, canchas deportivas, ciudades con el nombre del líder; elaboración de relaciones (a menudo absurdas) del líder con todos los aspectos de la vida nacional”.

Para crear una legión de adoradores no es suficiente la voluntad del endiosado, aunque éste acepte con gozo las manifestaciones de veneración. Deben existir obsecuentes que no reparen en el absurdo.  Al tirano dominicano Rafael Leonidas Trujillo Molina, siempre le complacieron  los ridículos títulos de “Primer Médico de la República, Primer Anticomunista de América, Primer Maestro de la República, Primer Periodista de la República, Genio de la Paz, Protector de todos los Obreros, Héroe del Trabajo, Salvador de la Patria, Generalísimo Invicto de los Ejércitos Dominicanos, Benefactor de la Patria, y Padre de la Patria Nueva”. Trujillo fue, inclusive, propuesto como candidato al Premio Nobel de la Paz en 1936.

A Mao Tse-tung, muy a su gusto se le llamó “Gran Timonel, primer deportista de China, primer carpintero, primer sembrador de melones, primer dentista, primer partero, etc.”

Y hay otros: “En aras de un férreo culto a la personalidad encaminado a convertir a Fidel Castro en un semidios, infalible, intangible y mas allá del común de todos los mortales, muchos fueron ejecutados o condenados a  presidio político”. En Birán, Cuba, se ha convertido en santuario la casa donde Fidel Castro vivió en su niñez y, aunque ésta se destruyó en un incendio en 1954, fue reconstruida para la veneración pública.

El  periodista Joaquim Ibarz señala que no hay carretera venezolana que no esté inundada de vallas de tamaño gigante con loas a Hugo Chávez… Lo mismo ocurre en Caracas. Edificios públicos y privados se cubren con la imagen del caudillo”.

Y el colmo: desde el tiempo del dictador dominicano Trujillo no se veía en América Latina una enorme herejía histórica: un cuadro en el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, muestra al sátrapa cabalgando junto a Bolívar.

En Bolivia, los plurinacionales también rinden culto a la personalidad. Desde el inicio de la gestión del Movimiento al Socialismo, MAS, hay una intensa y creciente andanada de spots televisivos que atribuyen al mandamás  logros imaginarios. “Evo cumple”, es el slogan. También el lugar de nacimiento del presidente –el altiplánico paraje de Orinoca, en Oruro-, se erige, como Birán, en un santuario pagano.

En la adulonería no hay límites.