Extravagancias bolivianas

ElNuevoDia Armas, un satélite y la fabricación de automóviles híbridos. Son los temas de los que se ocupa el Gobierno, inconsciente del ridículo que hace.

El presidente peruano llama “extravagancias bolivianas”  el hecho de reclamarle a su país por la Diablada y el Ekeko, habiendo temas  trascendentales de los que hablar entre dos naciones con tantos lazos comerciales, históricos y culturales.

Si se refiere así a los reclamos de Bolivia, es porque Alan García no está al tanto de las  últimas excentricidades en las que anda el Gobierno de Evo Morales, empeñado hasta el ridículo en seguirle los pasos a su mentor Hugo Chávez.



A su retorno de Europa, el Presidente ha confirmado el interés de su Gobierno por poner en órbita hasta el 2012 un satélite con sello nacional que podría demandar la friolera de 300 millones de dólares. El emprendimiento, que no es como remontar un volantín de esos que utilizan los niños en los días de viento, requiere contar con una estación espacial, personal calificado (¿aceptarán ganar 13 mil bolivianos mensuales?) y el soporte técnico indispensable para rentabilizar la inversión.

Menos de 50 países en el mundo han sido capaces de afrontar un desafío como éste, sólo cuatro en América Latina (Brasil, Argentina, Chile y Venezuela) y cinco en África. El resto son los gigantes de Europa, Asia y Norteamérica, que justifican la inversión no sólo por su capacidad financiera, sino también por las demandas de un mercado enorme. Para Bolivia, un satélite equivale a comprar  muy cara una vaca, en lugar de pagar lo necesario por la leche todos los días. Esto suena más estrafalario todavía, si se evalúan los costos por el alquiler  del servicio satelital de compañías especializadas, que han bajado ostensiblemente en los últimos años gracias al avance tecnológico.

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Pero como estamos en campaña electoral, el discurso lo consiente todo, como la promesa de instalar en el país una fábrica de automóviles híbridos para utilizar la energía del litio, tan abundante en Bolivia. En primer lugar, lo del litio es un proyecto muy vago aún y segundo, los bolivianos tienen todo el derecho a ser escépticos con estas ideas, después del estrepitoso fracaso en la industrialización del gas (no hemos llegado ni siquiera a instalar una planta separadora) y de lo que está sucediendo con el complejo siderúrgico del Mutún, que también va camino al despeñadero.

En casi cuatro años, el Gobierno sólo ha sacado gazapos defectuosos de la galera de la nacionalización de los hidrocarburos y ni siquiera ha podido poner en pie una empresa petrolera estatal que por lo menos garantice el abastecimiento de combustibles. Veremos qué pasa con los mil millones de dólares que le entregará el Banco Central a YPFB, aunque el propio presidente ha expresado sus dudas y vaticinios.

Y para completar el cuadro de disparates en los que se entretiene este Gobierno está la carrera armamentista. ¿Qué hace el país más pobre del continente haciendo fila para comprar armas rusas? Un analista internacional califica como un escándalo el hecho que países que no tienen resueltas las necesidades más elementales de la población se hayan metido en esta alocada carrera que sólo cabe en la mente de un petrolero ricachón y descontrolado con delirios megalómanos.

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