En los últimos cinco años se incrementó en un 30 por ciento el número de pacientes masculinos que se someten a cirugías estéticas. Ellos se operan la nariz, las nalgas y se reducen las mamas. Cada vez acuden más varones de El Alto.
La Razón
Texto: Jorge Quispe
Fotos: David Gutiérrez y Miguel Carrasco
El universitario Adrián Aro Maldonado (nombre ficticio) vive una enorme depresión. Tiene pocos amigos, rara vez asiste a una fiesta de su carrera y tampoco tiene una novia. El joven está convencido de que todos sus problemas se deben a la forma que tiene su nariz. Para cambiarla debe someterse a una cirugía plástica estética llamada rinoplastía; sin embargo, estas tres palabras le suenan femeninas.
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Envuelto en un dilema decide visitar a un especialista para que le corrija lo que considera un defecto. Tres semanas después de la rinoplastía, Adrián cambia radicalmente su vida. Es el mediocampista de un equipo de fútbol, intenta aprender el paso de moda para ir a su próxima fiesta y sale con una chica.
La historia la cuenta el médico cirujano plástico Gonzalo Sillerico Salinas, quien, al igual que sus colegas Wilford Arze Gómez, Ricardo Ayala Rojas y Augusto Valdivia Antisolís, sostiene que actualmente en La Paz los hombres se someten cada vez con mayor frecuencia a este tipo de intervenciones quirúrgicas.
“Hay una relación porcentual de pacientes de 50 a 50 con las mujeres cuando antes era de 10 a 90”, explica Valdivia.
“Si antes venían dos hombres por ocho mujeres ahora son cuatro ante seis damas que vienen por una cirugía para verse mejor”, añade por su lado Ayala.
En Bolivia hubo un incremento de un 30 por ciento de cirugías al público masculino en los últimos cinco años, de acuerdo con el presidente de la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica y Estética, Carlos Vacaflor Montero. En todo caso, no hay un cálculo exacto respecto del número de intervenciones por año.
Otra tendencia, comenta Arze, es que cada vez hay más varones procedentes de El Alto. “Vienen seis de El Alto por cuatro de la zona Sur y es que todos ahora quieren verse mejor”, revela. El doctor atribuye esto al poder adquisitivo que algunos habitantes de esa urbe poseen ahora.
Nariz proporcionada, rostro juvenil, cintura moldeada, glúteos y pectorales definidos y pronunciados es el modelo que siguen los varones. “Es el hombre exitoso y guapo que nos vende la publicidad cuya imagen le da otro status, más negocios, más personalidad en el trabajo y por eso muchos acuden para hacerse cirugías e implantes”, dice la sicóloga Denisse Ampuero.
De glúteos a mamas
Hace unos 20 años era difícil pensar que un varón pudiese someterse a un implante de glúteos. Ahora no, según Arze. En la clínica B&A de Sopocachi, el médico realiza durante el año este tipo de cirugías, y también de narices, mentones, orejas e implantes de cabello. Comenta que si bien el número de varones que acude para la operación del glúteo es reducido, la tendencia es creciente.
“La Paz es un lugar frío, en el que las personas pueden utilizar un abrigo o un poncho para cubrirse, pero aún así ponemos implantes en razón de seis glúteos a mujeres y dos a varones”, expresa Arze sobre la nueva tendencia. Agrega que en Santa Cruz, donde el clima es caluroso, el culto a la belleza es mayor en ambos sexos y esta cirugía es una de las más requeridas.
Al año fácilmente se hacen 200 operaciones de glúteos en el mercado varonil cruceño. En cambio en La Paz, se llega a 10. El trabajo consiste en aumentar y potenciar la silueta del glúteo mayor, para que la nalga parezca más musculosa. El implante es de silicona y se sitúa debajo del pliegue entre ambas posaderas.
Otra intervención quirúrgica que solicitan los varones es para combatir el crecimiento anormal de las mamas. Para esto, el médico efectúa la reducción con la técnica de la liposucción, que elimina las zonas de grasa mediante aspiración. Este tipo de cirugía se cataloga como invasiva.
“La liposucción se aplica también en la abdominoplastía o cirugía del abdomen”, precisa el doctor Ayala Rojas desde su consultorio del edificio Providencia, tercer Mezanine.
Una nariz cambia la vida
En septiembre del 2007, el cirujano de modelos y reinas en Santa Cruz, Luis Burgos, ubicó a la rinoplastía como la primera de las intervenciones que se realizan en esa ciudad. Algo similar pasa en La Paz, y es la cirugía preferida por los varones, coinciden los médicos. Para el galeno Valdivia, quien es también el presidente de la Sociedad de Cirugía Plástica y Estética de La Paz, esto se debe a la giba osteocartilaginosa, una especie de montañita o masa abultada en la nariz, propia de la raza aymara.
“Llegan y dicen ‘doctor quiero una nariz rectita’. Antes estaban de moda las respingadas que eran muy artificiales y ahora quieren rectas y finitas”. La operación dura dos horas y el costo depende de lo que hay que corregir. Las mujeres también se someten a esta técnica.
Una de ellas es la cajera de una financiera que un día llegó hasta el consultorio del cirujano Sillerico. “Mire, tengo un poquito de vergüenza por mi nariz, por eso no participo de reuniones”, le contó esa vez al especialista. Después del tratamiento, la vida de la funcionaria ha cambiado positivamente y hoy no es la misma de ayer, señala el médico. Esta técnica puede costar entre 300 y 500 dólares. Los precios son referenciales.
“El costo es un acuerdo privado entre paciente y cliente”, admite uno de los cirujanos.
Además de la rinoplastía, los pacientes acuden para la blefaroplastía o cirugía de los párpados y la ritidoplastía o la operación del rejuvenecimiento del rostro. La primera consiste en retirar el exceso de piel debajo de los párpados superiores e inferiores y la segunda permite al cliente quitarse años por medio del estiramiento de la piel.
Otro método para rejuvenecer es la aplicación del bótox, producto contra las arrugas que es usado por varones y damas. “Bloquea las terminaciones nerviosas en la cara y hace que las líneas de expresión sean menos notorias, pero es algo pasajero, dura entre tres y seis meses máximo. Es un paliativo”, dice Arze.
Bolsillos para nuevos senos
A principios del siglo XX se usaba grasa humana para realizar implantes de mama, pero los resultados no eran buenos, de acuerdo con el médico Valdivia. En 1960 aparece la silicona —un polímero compuesto de silicio— que los médicos utilizan como prótesis mamarias. En la actualidad se utiliza en la mayoría de las operaciones de este tipo.
“Algunas mujeres tienen aplasia o ausencia de mamas e hipoplasia o una mama de poco desarrollo. Otras mamas son muy pequeñitas y las damas quieren tenerlas hacia adelante”.
Hay casos de mujeres que perdieron un seno debido al cáncer. Para ellas también sirve la implantación”, expone el médico Valdivia Antisolís.
La cirugía emplea la prótesis de silicona para reconstruir y dar el volumen necesario. Para ello se efectúa un corte —o “bolsillo”, como llaman los cirujanos—donde se instala el implante.
La operación para cada mama demora entre 45 minutos y una hora y media.
Hasta hace algunos años, estos implantes había que cambiarlos cada diez años, pero los que se usan ahora pueden durar por el resto de la vida. Estas operaciones estéticas, se efectúan en jóvenes a partir de los 18 años, aunque existen casos de chicas de 15 en Santa Cruz, según Arze.
Un par de prótesis puede costar desde 400 hasta 1.200 dólares y una operación, con equipo médico incluido, alcanza los 1.600 dólares en la ciudad de La Paz.
No todo es vanidad
En Bolivia, el seguro social no cubre la cirugía estética, pero sí la reconstructiva, necesaria en casos de quemaduras y accidentes.
“Somos un país hidrocarburífero y deberíamos tener muchos especialistas en quemaduras. La frecuencia de quemados cada vez es mayor especialmente en la gente que llega del campo a la ciudad”, evidencia Valdivia.
La cirugía reconstructiva se usa también ante las mordeduras de animales. “En los últimos años tuvimos mordeduras de humanos. Hay personas que perdieron una oreja, el labio o la nariz tras una pelea”, recuerda Valdivia.
También están las intervenciones a personas que tienen el labio leporino o el paladar hendido. Las cirugías corrigen este defecto de formación.
La adicción al bisturí
Hay también personas que, tras el éxito de una cirugía, retornan de manera frecuente al médico. “Les corregimos la nariz y a los dos meses regresan para hacer desaparecer unas arruguitas y posteriormente por una liposucción. Se crea como una adicción”, cuenta Valdivia. Al respecto, la sicóloga Ampuero apunta a que estas personas se crean una falsa imagen con la cirugía cuando en realidad es la autoestima la que se debe mejorar.
A la señora Felipa Santoro (nombre ficticio), una operación le aumentó la autoestima y le cambió la vida. Ella se había divorciado y estaba tan deprimida que no quería ni siquiera arreglarse para salir. Sus hijas la llevaron al consultorio de Valdivia.
Felipa no quiso realizarse en un principio la ritidoplastía y blefaroplastía que recomendó el especialista, pero al final accedió. Unas semanas después viajó en un crucero por el Caribe y en el barco se conoció con un ecuatoriano con quien luego se casó. “Mis hijas y usted doctor me regalaron una nueva vida. Muchas gracias”, señala una postal enviada desde la ciudad de Guayaquil al cirujano paceño.