Ciudades intransitables debido a tráfico denso

mauricio_aira3.JPG Mauricio Aira

La ausencia de planificación, el incontrolado aumento del parque automotor y la violación generalizada de las reglas de tránsito están convirtiendo a Cochabamba y Santa Cruz en ciudades imposibles. Ya no se trata solo de horas pico o de mayor circulación vehicular, los atolladeros se suceden a toda hora y en todas las rutas. La situación se va trocando en desesperada y próximo el colapso ha llegado la hora de asumir medidas salvadoras.

Ocioso resulta la búsqueda de las causas del caos vehicular, no sirve ni siquiera de consuelo saber que nada o casi nada se ha hecho para resolver tamaño problema, ahora lo que importa es el futuro, lo que se debe hacer, ya que no basta el esfuerzo de instituciones y autoridades por mejorar el estado de las plazas y avenidas, la señalización, una más racional distribución del rodaje, ahora se impone adoptar medidas de emergencia que no pueden demorar.



En las grandes ciudades como Madrid resultó la receta de dividir el tráfico en público y privado. Nos explicamos. Los servicios de transporte colectivo se atienden por rutas preferenciales, especialmente en el casco viejo y en los nudos gordianos o cuellos de botella que originan las trancaderas, mientras que los vehículos con placa particular son dirigidos por vías secundarias de menor circulación. No resulta nada fácil, ha tomado años ordenar del tráfico de ésta manera y los resultados han sido de éxito. Ha mermado la cantidad de vehículos en las calles y avenidas más importantes, mientras que los particulares se han visto obligados a transitar por rutas lejos de sus rutinas, se demoran más tiempo en llegar a sus destinos, sin embargo la fluídez del tráfico ofrece mayor seguridad en todo sentido.

Otra solución, que se ha venido practicando inclusive en La Paz, de solución sencilla y práctica consiste en disminuir el 50% del total del circulante, "Hoy placas pares, mañana placas impares", lo que provocó protestas iniciales que al cabo de varios meses después deja advertir los excelentes resultados.

No es posible admitir que los atolladeros son inevitables con toda su secuela de males, pérdida de tiempo, protestas, broncas en las prolongadas esperas, violación de normas de tráfico y una generalizada histeria que ataca a conductores y pasajeros, dándose situaciones incómodas de insultos, peleas y sobretodo de accidentes que bien podían ser evitados. Además de las medidas descritas, está la urgencia de hacer cumplir taxativas disposiciones como evitar el parqueo en rutas de circulación masiva, se tiene que proceder drásticamente. La multa de 50 bolivianos resulta ridícula hoy en día debería ser multiplicada por 10. Sólo así, cuando se trata de pagar un alto precio por dejar parqueado en vehículo en sitos prohibidos se entenderá la gravedad de violar la norma. Las paradas de taxis y colectivos son anacrónicas, desordenadas y tiene que cambiar la actitud de pasajeros y transportistas que ponen en riesgo sus vidas y las de los transeúntes deteniéndose donde les viene en gana.

Interpretando el clamor de miles de personas, de toda la población que se traslada de un lado a otro de las ciudades citadas, invocamos la sensibilidad y la responsabilidad de las autoridades para actuar sin demora. La proximidad de las fiestas de fin de año, que de por sí triplica el movimiento colectivo, impone asumir sin demora una operación que destinada a preservar la vida en nuevos accidentes dentro de las ciudades, sea el preámbulo para una nueva, constructiva actitud ante un problema que nos atinge a todos, chicos y mayores, hombres y mujeres, ricos y pobres. Sacudirse de hombros puede terminar en tragedia que se pueden y deben evitar.