4 hombres al patíbulo

Y por mucho que el Gobierno presuma de sus triunfos electorales, indiscutibles, las actuales autoridades no han logrado acreditarse como demócratas.

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José Gramunt de Moragas, S.J.*



La Razón

Lo que está ocurriendo con los cuatro ex mandatarios, amenazados por el Gobierno de ser procesados como vulgares malhechores, es “de película”. Los malos son tres ex presidentes y un vice, todos demócratas: Jorge Quiroga, Carlos Mesa, Eduardo Rodríguez Veltzé y Víctor Hugo Cárdenas. Los buenos son aquellos que les juzguen sin haber sido elegidos por el voto ciudadano sino por la orden inapelable de jefe del Órgano Ejecutivo. El guión que enfrenta a buenos contra malos está creando un estado de ánimo intranquilo.

Como no podía ser de otra manera, los cuatro hombres han dado a conocer su firme intención de resistir a esta agresión, a la espera de que la Asamblea Legislativa sancione, y el Presidente del Estado Plurinacional promulgue, la nueva Ley de Juicio de Responsabilidades. Y han adelantado que si el juicio se incoa, ellos impugnarán la competencia del tribunal. Y con esto pondrán a parir —expresión popular muy significativa— al propio Gobierno que ha ingresado a una escalada persecutoria y revanchista. Y por mucho que el Gobierno presuma de sus triunfos electorales, indiscutibles, las actuales autoridades políticas no han logrado acreditarse como demócratas. Es más, la actual postura del Gobierno desilusiona a muchos de los que votaron por Don Evo y pone de mal humor a mucha otra gente de bien. Encima, algunas autoridades retuercen los argumentos de los cuatro, y les echan en cara que ellos mismos se anticipan a declararse culpables. ¡La lógica de Pero Grullo! Así empezó la película que promete profundizar la división y el encono que ya existe.

Otro razonamiento de Mesa, uno de los cuatro, es que Morales, siendo diputado inició el juicio de responsabilidades en su contra y ahora es el mismo Evo quien tendrá de su parte a los jueces que se ocupen de la causa, pues siendo Presidente les eligió a dedo. Favor con favor se paga.

El otro hecho que se suma al malhumor, si no a la indignación de un amplio sector ciudadano, especialmente a numerosos militares, es la actitud del alto mando que aceptó sin reservas adoptar el grito de guerra, “Patria o muerte. Venceremos”, acuñado por la revolución cubana de Fidel Castro y que repitió el Che Guevara. Ahora que el Gobierno ha entrado en una carrera acusatoria no faltará quien, desde la acera de enfrente, retruque y considere que la adopción del grito de guerra del enemigo, impuesto a nuestros oficiales y soldados, constituye un acto de traición a la Patria. Me pregunto si los nuevos jueces plurinacionales se atreverán a enjuiciar a quien inspiró y ordenó tal innovación. Asimismo quisiera preguntar a los heraldistas si el diseño del escudo nacional que se pretende imponer no parece una ensaladera en la que se juntan el Inti, el hacha, la lanza y la flecha de primitivos guerreros, todo envuelto en maternal wiphala. A la tricolor nacional sólo le reservan un lacito coquetón.

José Gramunt
es sacerdote jesuita y director
de ANF.