La flotilla de la libertad

GEORGE CHAYA El marco jurídico internacional así como el derecho consuetudinario, la lógica, el orden y la experiencia, nos enseña que frente al deplorable incidente que ha dejado 15 personas muertas y varios heridos de ambos lados, no sirven de nada las reacciones impulsivas e instintivas, mucho menos el uso de medios propagandísticos de instigación y retórica que propagan el odio y los actos de terrorismo.

La incursión de un comando israelí días pasados sobre la denominada “Flotilla de la Libertad” encabezada por el buque turco “May Marmara” genero numerosas protestas y condenas mundiales. No hay duda que el resultado de la operación israelí fue triste, lamentable y sangriento, pero ello es la evidencia que muestra inequívocamente el estado de confrontación total de todos los factores componentes que dieron lugar a los hechos ya conocidos. Al mismo tiempo, las manifestaciones, los escándalos, la histeria rabiosa, la agitación, los insultos y los gritos, no ofrecen una solución de cara al futuro en lo que puedan ser nuevas situaciones de crisis similares. En otras palabras, la retórica y los discursos inflamatorios no traerán de vuelta a la vida a los murieron en el desafortunado incidente. Las Naciones Unidas han condenado el acto. La ONU exige una investigación amplia de los hechos, lo cual va en consonancia con su accionar de los últimos diez años, pero hay silencio ante los estallidos populares en las calles de países como Irán, Turquía, Jordania, Líbano, Egipto, Francia, Alemania, España y Gran Bretaña. Definitivamente las manifestaciones de protesta ante las embajadas israelíes no son una respuesta adecuada al problema, mucho menos lo son la quema de banderas israelíes y estadounidenses o las amenazas de Ahmadinejad de aniquilar a Israel y lanzar a su gente al mar.

En Occidente y en lo que se conoce como el mundo libre y democrático, el acusado es inocente hasta que se declare su culpabilidad en un tribunal de justicia. No podemos aceptar o sucumbir al culto de la muerte y el salvajismo, así lo indica la Carta de los Derechos Humanos, pero también la normativa del derecho y el orden en las sociedades civiles modernas. Es así que sobre esta base reconocida por las leyes, el derecho, los valores y principios que todos los países, organizaciones políticas, activistas de derechos humanos, el clero y las personas que están genuina y sinceramente comprometidas por conocer la verdad acerca del incidente de la flotilla y por averiguar lo que realmente ocurrió en el barco durante los enfrentamientos e identificar a los responsables que iniciaron tales hechos se debe dejar seguir su curso al derecho internacional para que se cumpla la ley con equidad y justicia. Pero lamentablemente, los gobiernos democráticos de Occidente no ejercen ningún tipo de presión sobre muchos de sus aliados para que estos actúen con prudencia calma y respeto por la ley internacional, o para que pongan fin a su tácticas demagógicas de incitación al odio y la explotación de las tragedias ni por sus violaciones reiteradas del derecho y el abuso en promulgar decretos religiosos que llaman a la discriminación y el asesinato. Así, de forma absurda, muchos países del mundo libre están cediendo ante los terroristas, y por tanto, actúan de la misma y vergonzosa manera que lo hacen los gobiernos dictatoriales que favorecen el crimen del terrorismo.



Insensatamente, la educación y la inclinación de Occidente hacia la paz y el orden público están retrocediendo, mientras que el adoctrinamiento perverso de la violencia y el salvajismo está invadiendo muchas de sus sociedades y gobiernos. No hay duda que si la retórica incendiaria, las declaraciones engañosas, la demagogia, la calumnia, el fanatismo y la provocación son armas que se utilizan para invadir otros países, muchos regímenes árabes e islámicos son maestros en esta materia y Occidente esta claudicando ante ellos. Las demostraciones y declaraciones hostiles y los discursos que se publicaron a raíz del incidente de “la flotilla de la Libertad” en Libia, Siria, Jordania, Egipto y otros países árabes, así como en Turquía e Irán, confirma de forma inapelable que la racionalidad, el sentido de responsabilidad, la lógica y la ley: “hace tiempo están de vacaciones en los gobiernos de los países mencionados”. La mayoría de estos gobiernos nunca ha tratado oficialmente ningún problema con la honesta intención de resolverlo, por el contrario, intencionalmente derraman combustible sobre los problemas agravándolos y profundizándolos. Así, los gobernantes despóticos pueden enquistarse en el poder de forma absoluta para llevar a sus pueblos a los más altos índices de odio y fanatismo que inexorablemente se traducen en rechazo al derecho, la responsabilidad y la verdadera educación.

El abordaje israelí se produjo a menos de 200 millas de sus costas. Cualquier diplomático libre de prejuicios ideológicos sabe que eso “no” son aguas internacionales, sino que es lo que el derecho internacional reconoce como “zona económica exclusiva del estado con soberanía en la costa”, en este caso Israel.

Es de esperar que todos los conflictos e incidentes, incluido el de la “Flotilla de la Libertad”, sean resueltos por medio de una investigación dentro del marco de la ley y en dirección a la construcción de la paz, con directa observancia por los derechos humanos, de “todos los derechos humanos”. Por consiguiente, todas las partes involucradas: Turquía, las ONG’s intervinientes e Israel tienen la obligación y el mismo pie de igualdad de dar todas las respuestas necesarias para hacer que la justicia prevalezca y establecer así quienes son realmente los responsables de este lamentable incidente. Si esto no sucede, la justicia, la libertad, la verdad, la moral y la ética, serán valores que Occidente habrá decidido descartar; y con ello se estará alejando de los principios que han cimentado su propia forma de vida para entregarse a la degradación, al retorno a siglos pasados y a la brutalidad y la barbarie.

Diario Exterior