Secretario de Defensa de EEUU confirma que dejará el cargo en el 2011

ROBERT GATES El secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, ha anunciado su intención de dejar el cargo el año que viene. Gates ocupa el cargo desde 2006, cuando lo nombró George W. Bush, y, aunque él mismo consideraba «inconcebible» continuar con Barack Obama, así lo hizo en cuanto el nuevo presidente se lo pidió. Ahora se cruzan apuestas en Washington sobre si esta vez realmente Gates se va a ir, si es posible que se quede o si su anuncio no revela una lucha a muerte por el control del Pentágono.

No era un presidente especialista en guerras el que ganó las elecciones en 2008. Obama retuvo a Gates en parte porque necesitaba desesperadamente a alguien con su experiencia —ha servido a las órdenes de siete presidentes y ha sido director de la CIA— y en parte para tener a un hombre del pasado al que echarle la culpa si las cosas salían mal.

Que han salido mal en más de un sentido. La reciente y aparatosa dimisión del general Stanley McChristal después de que en la revista «Rolling Stone» criticara al actual equipo de la Casa Blanca es sólo un indicio. El mismo Gates, con toda la autoridad que le da su dilatada hoja de servicios y el respeto del que goza entre los jefes del Estado Mayor, ha tenido que dejarse la piel peleando por racionalizar el coste y el calendario de la guerra. Horas antes de su anuncio de retirada trascendían sus últimos forcejeos para reducir en 100.000 millones el presupuesto del Pentágono en cinco años.



También trascendió que él y el general de cabecera de Obama, David Petraeus, discrepan sobre la retirada de Afganistán. Para Gates es irrenunciable la marcha de las tropas en julio de 2011 —lo contrario es entrar en barrena electoral—, Petraeus insiste en reservarse la carta de alargar un poco más.

Batallas importantes

¿Quién ganará? Lo normal en Washington es que todo aquel que anuncia que se irá a un año vista devenga automáticamente en «lame duck», un pato cojo, como se llama a los presidentes con fecha inminente de caducidad. Parece extraño entonces que Gates insista tanto en su retirada justo cuando tiene entre manos batallas tan importantes. De ahí que algunos cuestionen su sinceridad última y se pregunten si en realidad no estará obligando a Obama a respaldarle de nuevo, a dejar claro quién manda aquí.

El entorno de Obama asegura que aunque el fichaje de Gates se hizo por puro pragmatismo, a día de hoy el presidente y su secretario de Defensa están a partir un piñón.

El anuncio de la dimisión de Gates coincidió con la jornada en la que Obama, con las encuestas en contra, se enfundó definitivamente el traje de campaña, iniciando una gira para recoger fondos para los demócratas de cara a las elecciones de noviembre. El presidente recorrerá los estados de Wisconsin, California, Ohio, Florida y Washington. A pesar de encontrarse en su punto más bajo de popularidad desde que es presidente, sigue siendo la figura más rentable para los recaudadores de su partido. La segunda es la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Otra cosa es que tanto Obama como Pelosi pueden resultar reclamos divisivos para los candidatos demócratas en los estados más delicados. Muchas ilusiones del 2008 se han trocado en decepción. A caballos de batalla como la incertidumbre sobre la guerra, la crisis económica o la reforma sanitaria se añaden frentes nuevos como la religión.

El presidente primero apoyó, en una cena de celebración del Ramadán con la comunidad musulmana, la construcción de una mezquita en las inmediaciones de la Zona Cero de Nueva York y la virulencia de las críticas, encabezadas por la estrella republicana Sarah Palin, le empujaron a matizar.

ABC – Madrid