Afros toman la palabra a partir de la ley antirracismo

Raza. La comunidad negra alza la mirada para defender sus derechos y afirma que la norma contra la discriminación ya ha recibido aprobación general. Se abre una luz de esperanza

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Sabor. Los negros son la sensación de la gente cada vez que se mueven al ritmo de la música. Envuelven con su talento



Cristian Massud Lozada, El Deber 

Llevan en sus ojos el espíritu de superación y en sus venas la pasión por la música. Cada vez que se refieren a sus logros, una sonrisa se dibuja en sus rostros, pero callan cuando se les pregunta sobre su pasado, porque todavía les duele recordar que provienen de esas generaciones de africanos que llegaron a Bolivia en calidad de esclavos y fueron catalogados como los últimos en la escala de la sociedad en épocas de la colonia.

Los afrobolivianos, que poco a poco han ido abriéndose espacios, creen que la ley contra el racismo y la discriminación, que está en discusión en el Congreso, destapó la ‘olla de grillos’ en Bolivia. La norma, que ya está aprobada por la cámara de Diputados, establece que todas las personas son iguales ante la ley y que se debe sancionar toda forma de discriminación. Aunque algunos artículos han creado polémica, los afrobolivianos consideran que jamás habían estado tan cerca de hacer escuchar sus demandas, pero reconocen que hay necesidad de revisar los puntos que ahora crean conflicto, como el que atañe a los medios de comunicación.

El proceso de aprobación de esta ley ha movilizado a los afrobolivianos, muchos de los cuales radican en Santa Cruz de la Sierra, ciudad que se ha convertido en una especie de refugio para esta comunidad que ya vivió episodios de discriminación en otras regiones del país.

Las escenas de rechazo que varios soportaron, incluso de los mismos policías, que al verlos caminando por las calles paceñas les exigían carné de identidad sin ningún motivo, o la dificultad de acceder a un puesto de trabajo sólo por el color de la piel, resultaron ser temas menos gravitantes en esta parte de Bolivia, lo que para ellos significó un gran paso en la búsqueda de ejercer su ciudadanía.

A  pesar de que hoy los afrobolivianos salen más a la luz, todavía hay un buen grupo de ellos que prefiere vivir en el anonimato. Varias familias afrobolivianas viven en la urbanización El Terrado III, ubicada en los confines del Plan Tres Mil, donde el pavimento termina y hay caballos pastando entre las diminutas casas. “Si vivimos aquí es porque queremos estar alejados de toda la bulla de la ciudad”, relata Inés Pérez, una afroboliviana que hace años dejó Yungas (La Paz), donde se establecieron desde la colonia. Ella y sus vecinos ven que una luz de esperanza se está abriendo para ayudarles a crecer como humanos, para recuperar derechos que les fueron arrebatados a sus ancestros y que les permita tener un carné de igualdad ante la patria.

Inés es danzarina, pero también tiene una dulce voz. Dice que en las canciones que interpreta se expresa la angustia de los negros que llegaron como esclavos a América.

El diputado afroboliviano Jorge Medina se ha convertido para ellos en una especie de interlocutor entre la comunidad y el Congreso Nacional, porque a través de él pueden dar a conocer sus demandas. “Estamos en contacto permanentemente”, afirma Fortunata Medina, la mujer, de 47 años, que es una de las figuras activas de la comunidad negra. Sobre ella recae una especie de título que la enorgullece: es fundadora del Movimiento Afroboliviano de Yungas y del Movimiento Cultural Saya Afroboliviana, de La Paz.

En Santa Cruz es profesora desde hace 12 años y también imparte danza folclórica en el Instituto de Música y Danza, en el casco viejo cruceño. Asimismo, es vicepresidenta de la Comunidad Afroboliviana de Santa Cruz (Cabols) y junto a su colega Antonio Angola tiene listo un plan para que los sueños afrobolivianos lleguen a ser palpables.

Él lleva el apellido de un país en el suroeste de África y el nombre de su nieta también hace referencia a otra nación, Kenia. “Hemos pensado que a medida de que vaya aumentando la familia vamos a ponerles nombres de países hasta llegar a cubrir todo el continente negro”, cuenta.

Angola es el primer presidente de la Cabols elegido democráticamente el 30 de mayo de este año por los propios negros en la capital cruceña.

Aunque este hombre sabe que la responsabilidad con su gente termina en 2012, cuando tenga que dejar el cargo, tiene como objetivo sacar adelante a su raza. Para él la mentalidad afro irá cambiando poco a poco, pues ya no tendrán que acudir a la limosna para cubrir sus necesidades. “Lo que buscamos es el respeto. Para mí, la ley contra el racismo es la madre de las leyes. A los medios de comunicación les digo que  no se les quitará la libertad de expresión. Si se tienen que revisar artículos lo haremos”, asevera Angola.

Fortunata aclara que lo único que piden los negros son mejores condiciones de vida, es decir, seguro médico, trabajo estable, educación y créditos de vivienda. Regularmente la Cabols se reúne para revisar sus demandas y para darse una mano entre ellos. Acuden no más de 200. Según la cifra no oficial que maneja la Cabols, en la capital oriental deben existir unos 3.500 afrobolivianos, número que incluso es superior al de la comunidad que reside en Yungas

En La Paz, Juan Carlos Ballivián, representante del Comité Nacional de la Lucha contra el Racismo y la Discriminación, corrobora el dato: hay más afros en Santa Cruz. Cuenta que la ley contra el racismo tiene aceptación de la comunidad, pero solicita al Gobierno la revisión de los artículos polémicos.“No estamos de acuerdo con el cierre de los medios de comunicación, pero tampoco aceptamos que nos dañen. Hay que jugar en la misma cancha, pero con las reglas claras”, dijo. 

Alegres, humildes, trabajadores, danzarines, soñadores y más bolivianos que nunca, así son los afros. Para ellos no es fácil ser negros, pero tampoco es difícil afrontarlo en un país que se abre cada vez más para entenderlos.

   Para saber  

– Comienzo. El tráfico de esclavos negros data desde el siglo XV, realizado por ingleses, franceses y españoles. Las primeras llegadas se dan en 1502, transportados desde España a Santo Domingo y Haití para reemplazar a los indios que casi habían sido exterminados. A Bolivia los negros llegan a mediados de 1535 por el Río de La Plata y el Callao. Los primeros trabajos a los que fueron sometidos fue la explotación de minerales en Potosí.

– Cambios. El clima y el trato brutal al que fueron sometidos hizo que gran parte de esta raza desapareciera. En 1760 se habla de la presencia de algunos negros en las haciendas yungueñas y para 1806 la presencia es masiva. En 1952 Paz Estenssoro dicta la Reforma Agraria y los negros se quedan como dueños de las parcelas de tierra que trabajaban durante el pongueaje.

– Idioma. El Centro Boliviano Americano (CBA) ofrece becas completas a los negros. Sólo deben tener un buen promedio en los colegios. La convocatoria se lanzará este mes. Esta iniciativa surgió en 2008 y hay 40 inscritos activos. Inf.: 334-2299.

– Talento. En el Instituto de Música y Danza (prolongación Vallegrande, a media cuadra del estadio Tahuichi Aguilera) se dictan clases gratuitas de danza e instrumentos. Inf.: 716-71589.

  La cifra  

3.500

Es la cifra no oficial que maneja la Cabols referente al número de afros que viven en Santa Cruz.

Aportan con su trabajo

Familia Pérez y Marín

Inés Pérez posa junto a sus hijos Melany y Deimar (faltó Hillary). Se casó con Enrique Marín y vive en el Terrado III. Afirma que el trabajo los ha llevado a contar con una casita en dicha urbanización. Enrique y su hermano Orlando trabajan en Industrias Belén. Orlando tiene tres hijos Noemí, Josué y Anthony. Los vecinos afirman que esta comunidad no da problemas al barrio. 

Antonio Angola (63)

Orgulloso de ser negro

Es oriundo de Coripata. Desde muy pequeño se trasladó a un centro minero con sus padres. Después se fue a La Paz donde formó parte de un club deportivo. Llegó a Santa Cruz siendo joven y aprovechó su talento con la pelota para sobrevivir. No se avergüenza de sus raíces y más bien agradece a Dios por ser negro. Dice que en Santa Cruz no se siente discriminado.

Les gusta la ciudad

Familia Angola

En la gráfica, tomada en horario laboral, no pudo estar toda la familia, pero los que no quisieron perderse la oportunidad son Antonio, su esposa Eusebia Landaveri y Noel, uno de sus hijos. La pequeña es la nieta, Kenia. Viven en el kilómetro 6 de la carretera a La Guardia. Los demás integrantes son Mirea, Marco Antonio, Gabriela y Dayana Angola, que concursó en el Miss Santa Cruz, en 2008. 

Tiene una tienda propia

Teresa Pérez (43)

Cambió Yungas por la región oriental. Vive en el Terrado III desde hace nueve años. Alquila una casa, pero cuenta con una venta propia construida de madera. Es conocida en el vecindario por su buena atención. Tiene seis hijos. Ha tenido diversos empleos, hasta que pudo instalar un puesto propio. Su marido falleció por complicaciones en los pulmones.

Las minorías se hacen visibles

Rodrigo Barahona Lara / Sociólogo

De todos los grupos sociales que componen el país, el que ha mantenido siempre un perfil bajo fue el de la comunidad afroboliviana, que cobra hoy protagonismo porque uno de los impulsores del proyecto de ley contra el racismo es miembro de ese colectivo. El aporte que dicha comunidad hace, en consecuencia, es muy significativo, porque saca a flote un problema antiguo de la estructura social boliviana y porque gran parte de las iniciativas y reformas que se implantaron en la última década, como la autonomía y la Asamblea Constituyente, surgieron como propuestas de grupos secularmente marginados.

El racismo expresado contra este grupo afincado inicialmente en la zona subtropical de La Paz (Yungas) y ahora disperso en numerosos puntos del país, se manifestó de una forma sutil y camuflada, mediante bromas sobre todo, situación que hoy intenta revertirse con la aprobación de esta ley. A esto se añade el componente ‘identitario’ y sociocultural, ya que hablamos de una colectividad con sus propias especificidades (vestimenta, música, danza, etc.) y el deseo de ‘visibilizarse’ ante los ojos de la sociedad boliviana.

Todo apunta a que vivimos también el tiempo de las minorías y la intención de éstas de integrarse efectivamente a la vida nacional. Quizás con el tiempo la denominada ley contra el racismo y la discriminación pase a la historia como un emprendimiento de la comunidad afroboliviana y el inicio de una lucha contra una forma de pensar –el racismo– arraigada en los prejuicios.