Brasil y el factor Evo

MAPA BRASIL OK Un análisis de los recientes resultados electorales del Brasil arroja un dato interesante: la gran mayoría de los estados donde triunfó la oposición son fronterizos con Bolivia. Es el caso de Acre, Rondonia, Matto Grosso y Matto Grosso do Sul. También sucedió con los cuasi adyacentes Paraná, Santa Catarina y Sao Paulo, siendo la única excepción el norteño estado de Roraima. Cabe preguntarse, entonces, si la cercanía con nuestro país tendrá alguna vinculación con el fenómeno. ¿La entrada en gran escala de cocaína boliviana en esos estados generó rechazo hacia el oficialismo brasilero, percibido como un socio político del gobierno de Evo Morales? ¿O será el conocimiento de los conflictos que produce el populismo, ejemplificados en la situación de Bolivia, lo que provocó una reacción preventiva contra el ascenso al poder de Dilma Rousseff? ¿Tuvo alguna influencia el factor Evo en ciertos resultados regionales del Brasil?

La estrategia del PT para la segunda vuelta

“Cualquiera que sea la decisión de apoyo en la segunda vuelta” del electorado de Marina Silva, “la convocatoria de asambleas para definir debe confirmar la tendencia a la abstención, volviendo más difícil la operación política en la dirección de apoyar a Serra”. “Es una ilusión considerar que la segunda vuelta es otra elección. Es la continuación de la primera, en nuevas condiciones de bipolarización. La campaña debe ser dirigida directamente por Lula, debe estar centrada en la comparación de los gobiernos de Fernando Enrique Cardoso y de Lula”. Promoción de la abstención entre los seguidores del Partido Verde y una más intensa lulificación de la campaña son parte de la receta recomendada al PT por Emir Sader, uno de los intelectuales orgánicos del Foro de Sao Paulo.

Farsa de ley, farsa de diálogo

Si es cierto que en muchas partes del mundo hay leyes antirracismo, no es menos verdad que esas normas fueron fruto de largos procesos de discusión y concertación (6 años en Brasil, 10 en la Unión Europea). Muy a diferencia del caso boliviano, donde existe una sospechosa prisa para aprobar un proyecto oficialista que, creemos, merecería un tratamiento legislativo más amplio y detenido. En el fondo, la ley que promueve el gobierno de Evo Morales no sería otra cosa que una norma de censura de prensa, camuflada bajo una cobertura que permite descalificar a los críticos como “racistas”. Sobresale el carácter extremadamente punitivo de la ley, en comparación con las legislaciones de otras latitudes, que han priorizado la educación sobre la sanción. Para diluir los cuestionamientos por la falta de consenso en torno a la norma, el gobierno parece haber adoptado dos tácticas: el diálogo en el Palacio Quemado con directivos de las organizaciones de la prensa, destinado al consumo de la prensa internacional; y una supuesta flexibilización del artículo 23 del proyecto, donde se sustituye una mención expresa a los periodistas como sujetos pasibles de sanción por otra implícita que no cambia el fondo de la cuestión…



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