La Argentina sin Néstor Kirchner


MarceloOstriaTrigoMarcelo Ostria Trigo

Con el repentino fallecimiento de Néstor Kirchner, muchas cosas habrán de cambiar en la Argentina y aun en la región. Sin la presencia del desaparecido ex – presidente, se pondrá a prueba la capacidad de liderazgo de su viuda, a la que él encumbrara como presidente de su país. Pero Cristina Fernández, no es Estela Martínez a la que el fundador del ‘justicialismo’, Juan Domingo Perón, impuso como su compañera de fórmula presidencial en las elecciones que sellaron la era del caudillo. La viuda de Kirchner es una experimentada política, y ya ha surgido en la facción oficialista del peronismo, la iniciativa de reelegir a la mandataria.

Ciertamente, esta es una esperada reacción que se da cuando aún no se ha superado el impacto –para muchos argentinos de mucho dolor– de la desaparición del hombre fuerte del régimen que él construyó desde 2003 cuando, con poco más del 22 % de los votos, fue investido presidente, por el abandono del candidato Carlos Menem antes de una segunda vuelta electoral. La desaparición del mentor y cónyuge de la presidente tendrá por un tiempo un claro ingrediente emocional y favorecería a la actual mandataria en caso de que se celebraran ahora las elecciones. Pero aún hay un buen trecho que recorrer, y será un reto para la presidente asentar su autoridad y predicamento, lo que, ante las pasiones desatadas por la ambición de líderes de una serie de sectas peronistas, seguramente no le será fácil.



Cristina Fernández, si se decide a intentar su reelección, más tarde tendrá que lidiar no solamente con la oposición y la disidencia peronista, sino también con quienes, ubicados en su entorno por su cónyuge, van a reclamar la sucesión política, oponiéndose a la herencia familiar del liderazgo. Por lo pronto, es dudoso que Cristina Fernández pueda obtener la conducción del Partido Peronista, cuyo liderazgo, formal y efectivo, era ejercido por su consorte. El instrumento político, entonces, puede ser usado por líderes peronistas con ideas propias y con no pocas ambiciones. En fin, cuando desaparecen los caudillos, como ocurrió en 1974 con la muerte de Juan Domingo Perón, no quedan herederos directos del poder político. Y este caso parece que no será la excepción.

Esto se irá dilucidando cuando terminen las condolencias de los argentinos. Entonces los problemas van a reaparecer si no hay un giro en el gobierno de la señora Fernández, especialmente si no abandona la agresividad kirchnerista, tan característica en el fallecido ex presidente que, sin duda, tenía habilidad para sortear los líos que él mismo creaba. Uno de ellos, aún en curso, es el suscitado con los diarios Clarín y La Nación de Buenos Aires, producto de la obsesiva aversión del ex presidente hacia la prensa; conducta que compartía, aunque siguiendo caminos alternativos, con los populistas de la ALBA comandados por Hugo Chávez.

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Los pronósticos, las dudas, las inquietudes en el mundo sobre el futuro de los argentinos –la Argentina tiene peso propio en lo económico y político– abundan y son contradictorios. Pero en lo que hay coincidencia es que en la Argentina habrá cambios: "Incertidumbre tras la muerte de Kirchner": El Comercio de Lima. "La muerte de Kirchner abre la lucha por el poder en la Argentina": El País de Madrid. The Wall Street Journal de Nueva York: la desaparición de Kirchner "sacude a la Argentina" y "crea vastas incertidumbres, pero también abre la posibilidad de que el país se aleje de sus políticas populistas y combativas". The New York Times: "Muere ex líder argentino; el impacto político es turbio". En el Uruguay, El País: "Muere Kirchner, cambia la Argentina". (Fuente: La Nación, Buenos Aires).

Este es reflejo de la percepción predominante en toda América sobre el futuro político argentino.