El efecto Kudelka


Luis Felipe Dorado*

LIPE Un parlamentario dijo hace poco que dos eran las opciones de los opositores en Bolivia: o el exilio o la cárcel. Hay quienes optaron por el exilio y, más allá de cualquier crítica, sólo la historia juzgará si fue o no lo más apropiado. Para ellos el gobierno reservó la confiscación de bienes y el estigma de ser prófugos de una justicia que en Bolivia ya no existe.

También están los que no se marcharon, los que decidieron resistir el ultraje, la persecución y el confinamiento, los que no pueden dejar de ser opositores. Esos que con su sola presencia insuflan ánimo, inspiran, organizan, planifican… urden. Para ellos el MAS tiene un destino mucho peor.



Durante la última audiencia del juicio a Leopoldo Fernández el abogado de los concejales pandinos Ronald y William Musuko intervino para hacer dos preguntas sin aparente relación: inquirió/informó al ex prefecto si conocía que los Musuko habían cambiado de línea política y le preguntó/reveló si sabía que gracias a ellos el MAS había logrado ganar algunos municipios en el Beni en las elecciones de abril.

Ésa fue la señal que me dio claridad. Todo está preparado para lo que semanas atrás había advertido el ex prefecto: el plan Kudelka está en marcha. El gobierno decidió hacer del envilecimiento, ése usado para lograr el testimonio incriminatorio de Juan Kudelka en el caso Rózsa, una estrategia general.

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Luego de interminables y anodinas audiencias en que los abogados del gobierno buscaron por las ramas al no encontrar el tronco; tras semanas de erráticos interrogatorios distantes del pliego acusatorio, está claro que se prepara la única salida a un juicio donde no se tiene ni evidencia ni testimonios concluyentes que sostengan la acusación: la confesión incriminatoria.

No soy Dios, no conozco la verdad ni puedo mirar en el alma de las personas, así que no abogo por la inocencia de Leopoldo Fernández. No fui amigo de Branko Marinkovic y poco llegué a conocer en persona a Manfred Reyes Villa, apenas si puedo dar fe de quién era por su asesor Eric Fajardo, a quien llegué a conocer. A los prefectos del Conalde, alguna vez de nombre y por ninguno puedo poner las manos al fuego. Pero es irrelevante, porque no se trata de lo que yo crea o de lo que el gobierno diga, sino de justicia y debido proceso; de seguridad jurídica y jueces independientes.

Indigna que todos ellos deban enfrentar un sistema legislativo-judicial que les ha suspendido el juez natural, que les niega el derecho a la defensa y que les priva de libertad presumiendo su culpabilidad; y a un estado que fabrica su culpa envileciendo a coimputados y produciendo testigos incriminatorios (testigos criminales sería más apropiado) al costo de una libertad de Judas.

Semanas atrás la defensora de los hermanos Musuko, la abogada paceña Aurea Miranda, renunció denunciando que sus clientes habían pactado con la abogada de la acusación Mary Carrasco su exoneración a cambio de inculpar al ex prefecto. Contra un andamiaje así no se puede.

* Diputado nacional

La Razón – La Paz