De potencias a potencias

manfredo-kempff-2Manfredo Kempff Suárez

Si hay algo que gusta en Bolivia – y que le fascina a este Gobierno – es eso que ahora está sobre todas las cosas: la “soberanía” y la “dignidad”. Son dos palabrejas mágicas, que repetimos, y nos enamoran hasta el embobamiento, aunque se hayan convertido en palabras vacías. Más que en las anteriores gestiones llamadas condenatoriamente como neoliberales, en esta etapa de “revolución en democracia” o simplemente de “cambio”, la soberanía y la dignidad han sido elevadas a un altar etéreo, inalcanzable, sólo de boca para afuera naturalmente, pero que nos están costando muchos millones.

Nada hay peor que jugar a gran potencia, cuando apenas se cuenta con un territorio semipoblado y con una población semiletrada (con perdón de S.E. que jura que ya no hay analfabetos en Bolivia). Este hermoso lugar, habitado por airosas llamas, lagartos curicheros, cóndores que avizoran desde altas breñas y “homus bolivianensis” (perdón por el dudoso latinajo), que durante el siglo pasado fue un país con grandes esperanzas y futuro porque se abría paso hacia la modernidad, ahora es un conjunto de naciones errantes y belicosas que se desplazan a pie irritadas por no poder “vivir bien”.



La pequeña elite gobernante, nueva, aborigen, ignara, pero que cree descubrir la pólvora, y cuya peor corrupción es de carácter intelectual, se cree llamada a grandes destinos por incomprensible locura, una fiebre lunática que los hace creer que son los elegidos. Nadie que piense un poco, que haya leído algo, entiende por qué. Hemos visto legiones de mestizos e indios pasar por diferentes gobiernos y no recordamos que se hubiera producido ningún milagro salvador por ese motivo. Lo del cholerío empoderado no es nada nuevo en Bolivia. Aunque posiblemente ahora sí hayan copado enteramente el gobierno. Pero, por el hecho de que algunos mandatarios hubieran sido hijos de aimaras o quechuas, que los hubo varios, no se llegó a ninguna redención en Bolivia ni se hizo tanta algazara.

Lo curioso es que éste nuestro país, ha llegado por obra y arte de la ignorancia, a creerse una potencia en el área. Potencia que quiere ingresar a la costosa carrera espacial, a los armamentos caros, a tutearse con naciones que son amenazas bélicas mundiales contra las democracias, y, naturalmente, a hacer desplantes nada menos que a los EEUU. ¿Por qué la enemistad con la Unión? Por defender la soberanía y la dignidad, natutralmente. ¿Y eso qué es? No someterse a una potencia que nos exige dejar de producir pichicata. Si nos vemos en plan de potencia, ¿por qué S.E. no va a lanzarle también un ultimátum a Chile para que conteste antes del 23 de marzo si nos da mar sin más vueltas?

Estamos enfrentados entre potencias. La nuestra, de una pobreza franciscana, hambrienta, que entristece a quienes nos visitan o nos analizan desde lejanos laboratorios de caos, pero que se da lujos de magnates griegos como el de comprar aviones de lujo; y la otra, casi nada: la primera potencia del mundo. En el primer caso, somos tan atrasados tecnológicamente, que, hasta donde sabemos, no existe ni siquiera un piloto boliviano que pueda maniobrar el bello y costoso Falcon presidencial. El otro es EEUU cuyos pilotos hace más de 40 años que llegaron a la luna y tiene más de 10 mil tripulantes para maniobrar aviones mucho más sofisticados que ese solitario Falcon que simboliza el poder y la irresponsabilidad de la Nueva Bolivia.

Pero el hecho es que, de potencia a potencia, se nos ha ocurrido hacerle una guerrilla provocadora al Imperio, y hasta agraviante, expulsando a su embajador, a sus agencias de cooperación, rechazando sus ofrecimientos de facilidades arancelarias para nuestros productos, y sentenciándolos a no venderles litio durante los próximos siglos. No obstante, para quien pueda entenderlo, bajo cuerdas se viene armando un relanzamiento de las relaciones, restituyendo, inteligentemente, a los embajadores por ambas partes. Cuando las negociaciones con los norteamericanos están a punto, S.E. le da una coz al tablero y vuelan todas las fichas. El canciller Choquehuanca, con paciencia infinita, las junta y empieza de nuevo a armar el tinglado.

Se decía que ya estaba todo listo, que EEUU había elaborado un plan de acercamiento aceptable. Ahora resulta que no había sido así. Algo no le gustó a S.E. Porque que no venga el Canciller a decir que “algunos puntos son inaceptables” y que no se los puede someter ni a la vista de S.E. ¿Inaceptables para quién? Han sido inaceptables para el Presidente. Y seguramente eso tiene que ver con la disminución de la cooperación gringa en materia antidrogas. Bueno, también, ya EEUU no quiere darnos sino 10 millones de dólares. Y no da más, seguramente, porque los cultivos de coca crecen y la fabricación de pichicata también.

Ahora no se le ha ocurrido nada mejor al Estado Plurinacional que acusar a EEUU, a través de S.E., de ser una nación negociante de drogas en el mundo. Bolivia buscará con su exitosa diplomacia la interdicción de EEUU en la comunidad internacional y así ambas potencias quedaremos empatadas.