Las promesas incumplidas

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Índice de los Editoriales de Periódicos

  1. El Día: Las cinco C del narcotráfico

  2. El Día: Occidente

  3. El Día: Mambrú se fue a la guerra

  4. El Día: Bolítica

  5. El Día: Cualquiera se confunde

  6. El Día: Las promesas incumplidas

  7. Los Tiempos: URGENTES AJUSTES A LA POLÍTICA ALIMENTARIA

  8. El Deber: Vecinos en el desamparo

  9. Cambio: Nuestros medios de cada día

  10. La Prensa: Aprovechar la coyuntura

  11. El Diario: Reservas por mayores precios de una menor producción

  12. El Mundo: Llega la fiesta

  13. Opinión:

  14. Clarín, Argentina: Desocupación de jóvenes y mujeres


El Día: Las cinco C del narcotráfico



El Satélite de la Luna

E  l presidente Evo Morales ha caracterizado la crisis que aflige al país con cinco C (comida, cocaína, combustibles, contrabando y corrupción). Con otras cinco C es también posible identificar los desafíos actuales del narcotráfico en Bolivia.

La primera es C de “Cocaleros”. Ese sector social, empujado hacia el Chapare, y hacia el cultivo de coca, por la relocalización minera seguida al DS 21060, ha sido la base electoral de Evo Morales y sigue siendo el núcleo duro de sus sostenedores. Sin duda a muchos “les fue bien”, pero ¿“viven bien”?, o sea, en paz con Dios, los hombres y la naturaleza. Negar el incremento de los cultivos y el desvío de gran parte de la coca al narcotráfico es querer tapar el sol con un dedo, ejercicio que hasta el Gobierno ha abandonado. Por tanto urge una ulterior “relocalización”, moral y productiva.

La segunda C es “Condescendencia”, una grada antes que complicidad. Hace unos meses un alto jefe policial me confirmaba que, si bien nunca hubo una orden de ser permisivos con las actividades del Chapare, en los hechos así lo entendieron vigilantes y vigilados. No obstante, añadió, la actitud policial se había vuelto más estricta a partir de las elecciones de diciembre último. ¡Sin comentario!

“Cristalización” es la tercera C, o sea el salto cualitativo del rol del país en ese negocio. Desde proveedores de pasta base que se enviaba al exterior para ser refinada, hoy tenemos minifábricas de cristalización por doquier. Inclusive se ha denunciado que de Colombia y Perú llega materia prima para ser “industrializada” en el país. ¿Quién dijo que la industrialización no avanza? Asimismo, la cantidad de cocaína producida debería alarmar: de los kilos que se incautaban “antes de la nacionalización”, hemos pasado a las toneladas, señal inequívoca del auge del tráfico.

La cuarta C es “Control social”: uno esperaría que “la reserva moral de la humanidad” fuera capaz de coadyuvar con las tares de interdicción del gobierno, especialmente tratándose de “su” gobierno. Al contrario vemos en muchos casos encubrimiento y complicidad de autoridades políticas, sociales y originarias. Sucede en las áreas rurales más alejadas, en el altiplano, en los valles y en trópico, sin discriminación. Me pregunto: si en este asunto que daña la imagen del país falla el control social, ¿qué pasará en temas menos relevantes como la corrupción local o el contrabando?

Llegamos a la quinta C: la “Contrainteligencia”. El poder del narcotráfico es tan fuerte que para nadie resulta fácil resistir la tentación de “volcar su suerte”.  Se sabe  que muchos dignos servidores públicos la han resistido y la resisten, inclusive arriesgando sus vidas.  Pero eso no basta: se necesita control e infiltración de las bandas. Gracias a la vituperada DEA, el caso del narcogeneral ha destapado la presencia del narcotráfico nada menos que a pasos del despacho del ministro del interior.

En fin, ¿Qué de bueno nos ha traído la política de despenalización de la hoja de coca? ¡Que ya ni siquiera podemos llevar,  enviar o tomar un mate de coca fuera de Bolivia!  Tal vez, hace falta una sexta C: “Convergencia” de todo el país hacia una verdadera política de Estado que libere a Bolivia de la infamia del narcotráfico. 

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El Día: Occidente

Tribuna.

La Real Academia Española da la siguiente definición de Occidente: “Conjunto de naciones de la parte occidental de Europa”. Es ésta la 2ª acepción que figura en el Diccionario, sin indicar el límite, hacia el Este, donde ese conjunto de naciones termina para dar comienzo a otra serie de países. Como la definición es manifiestamente insuficiente, por no hacer referencia a otros pueblos que son también occidentales pero que no están en el ámbito geográfico de Europa, el Diccionario agrega, en su 4ª acepción, esta otra que es más cabal: “Conjunto de países de varios continentes cuyas lenguas y culturas tienen su origen principal en Europa”. El añadido es perfecto y necesario, porque de atenernos a la 2ª acepción, ¿en qué situación quedarían territorios o Estados como Argentina, Australia, Estados Unidos, pongamos por caso? Además, la primera acepción es puramente geográfica, sin hacer referencia a los elementos básicos de las lenguas y culturas.

Occidente es, pues, una realidad histórica, una entidad unitaria, en suma, una “civilización”. Al extender la mirada hacia el Este para definir los límites de nuestra cultura, nos encontramos con “otro mundo”, y eso es lo que existe, en efecto, al avanzar en esa dirección. Allí surge de pronto otro grupo de países con un estilo diferente: es la Europa oriental, un conjunto de pueblos diversos, cuyo nombre genérico es Rusia, aunque esté constituido por pueblos muy distintos entre sí.

La Europa occidental tiene otro límite en el Sur: es el Mar Mediterráneo. Al otro lado de ese vasto mar interior se reconoce la existencia de otra conformación social: es el mundo islámico, absolutamente diverso del que se halla en la ribera opuesta del Mediterráneo. Y así nos encontramos ya con tres civilizaciones distintas, cada cual con su originalidad y ritmo histórico propio: Occidente, la Rusia eslava, el Islam.

Todo esto nos lo enseñó ya hace más de sesenta años el insigne historiador Arnold Toynbee, si bien ya antes Spengler había apuntado su obra en la misma orientación. El primero contó 21 civilizaciones, entre las vivas y las muertas. El historiador alemán sólo llegó a 10. Ambos coincidían en que varias de esas entidades históricas habían desaparecido, como el caso de la sumeria, la egipcia, la greco-romana, la azteca, la incaica.

Importaba ante todo saber cuáles eran esos cuerpos o unidades históricas que seguían vivas. El catálogo de estas sociedades existentes venía a ser el siguiente: “Occidente, el Islam, Rusia, la India, China, Japón”. En el resto del planeta, hay grupos humanos diseminados que no llegan a constituir civilizaciones.

Lo que para nosotros reviste importancia capital es cómo está conformado Occidente. Esa realidad está integrada, en efecto, por los países de la Europa Occidental, América del Norte, del Centro y del Sur, así como Australia y Nueva Zelandia, siendo también muy justificable la inclusión de Filipinas en ese conjunto. Pero, ¿qué decir del caso peculiar de Iberoamérica? A la llegada de los conquistadores y evangelizadores españoles, ellos se encontraron con dos civilizaciones consolidadas en esta parte del mundo. El choque fue inevitable, como lo fue también la imposición europea sobre los mundos azteca e incaico. La imposición no significó la destrucción total, sino más bien la fusión o el mestizaje, fenómenos originales en el mundo, marcados por un signo particular que se llamó la Evangelización, factor decisivo en todo el ámbito de la colonización hispánica.

La América Latina, pese a sus innegables diferencias internas, en el orden racial, económico, cultural y social, constituye una unidad propia dentro del mundo occidental. Sin duda el factor mayor que nos ha unificado desde el siglo XVI ha sido el de la unidad religiosa, por obra de los misioneros católicos. Latinoamérica constituye una supernación, con características propias, dentro del mundo occidental. Hay sin duda grupos y sectores que no están plenamente incorporados a este proceso si bien el avance de la integración mutua es el único camino que podemos seguir para ocupar un puesto en la cultura universal. Así como en el caso de otros pueblos similares, los bolivianos tenemos múltiples diferencias internas. Pero no por ello podemos dejar de reconocer que somos uno más entre los pueblos de la América occidental y mestiza. De lo contrario, se quebraría la realidad unitaria que forma nuestra nacionalidad. De ahí deben partir las grandes líneas de nuestra acción educativa, política e internacional.

Jorge Siles Salinas es miembro de las Academias Bolivianas de la Historia y de la Lengua, correspondientes de las Reales Academias Españolas
 

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El Día: Mambrú se fue a la guerra

¿Es o no es Verdad?

Muchos de mis amables lectores se acordarán de una tonada infantil que cantaba así: “Mambrú se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena. Mambrú se fue a la guerra y no sé cuándo vendrá, tralalá, tralalá…” Cambiemos Mambrú por Gaddafi, y tenemos actualizada la cancioncilla. Añadiré para general memoria que el tal Mambrú fue duque de Malborough, mal pronunciado en español.
 
Pero la cuestión no es broma. Muammar Gaddafi, suficientemente conocido por su extravagancia, brutalidad y corrupción, está en guerra civil en su país, Libia. Durante sus 42 años de tiranía ha jugado toda clase de partidos con los países de Oriente (mayoritariamente islámicos) y de Occidente, (bien que mal, democráticos). Ronald Reagan mandó bombardear su palacio de Trípoli para acabar con ese jefe beduino que financiaba el terrorismo. Mataron a su hija, pero él se salvó por los destinos de Alá. También apoyó a ciertos caudillos latinoamericanos emergentes, como a Evo Morales y a Hugo Chávez. Que nadie piense mal. El propio Barack Obama le invitó a reunirse con la “crème” financiera mundial del G8. Se comprende. Libia, desértica y tribal, “navega” sobre un océano de petróleo.
 
Y ahora, vamos al grano. Hasta el momento de escribir este comentario, Gaddafi está en guerra. En guerra civil él, y sus hijos, que han salido al padre. Las guerras civiles suelen pelearse con una crueldad bestial. Y, además no se limitan a matar conciudadanos sino que apasionan y comprometen a países vecinos o interesados -por algún motivo- en la contienda ajena.  Las guerras civiles inquietan a la gente, aunque sean de otros países. Y en lo que se refiere al caso que nos ocupa, los acontecimientos de Libia son una parte del rosario de revueltas populares contra los déspotas corruptos que han gobernado hasta ahora los países de la cornisa septentrional de África. La mecha protestataria, una vez que se encendió en Túnez y pasó por Egipto, sigue ardiendo y no se apagará hasta haber acabado con los dictadores desalmados y monarcas feudales que aún quedan. Sin embargo, no sería prudente hacerse demasiadas ilusiones. La pregunta es ésta: ¿Estamos ante una transición histórica hacia nuevos ensayos democráticos en países de raíz islámica o volverán las autocracias, disfrazadas con ropaje externo democrático?
 
Lamentablemente, hay que reconocer que el conjunto de estados creados en el continente africano, carece de una tradición democrática. Las viejas potencias coloniales europeas se ocuparon de explotar las riquezas de aquellas tierras, contagiaron a sus habitantes con la epidemia consumista y otros malos hábitos de los países desarrollados. Pero descuidaron la construcción de instituciones democráticas solventes. O, si lo intentaron, no acertaron en los métodos para que durasen. De ahí los esperpentos de gobiernos dirigidos por ignorantes tribales, corruptos y desalmados. Y sus familias. Conclusión: una vez que Gaddafi sea derribado -¿lo será?- como es de esperar, todavía quedarán algunos de su misma calaña. Ojalá que sea una especie a extinguir. Sería hermoso que los niños libios puedan muy pronto cantar: “Gaddafi fue a la guerra… y la guerra se acabó”.

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El Día: Bolítica

"El Ministro ha brindado un conjunto de explicaciones que, consideramos, satisfacen plenamente no sólo a la Asamblea Legislativa, sino a la población en su conjunto por eso le hemos dado el respaldo en la Asamblea Legislativa".

Rebeca Delgado
Diputada masista


Se dice que: El ministro de Gobierno, Sacha Llorentty, estaba con un pie afuera del Gobierno por sus errores en Uncía, Caranavi, caso Olorio, Dirk Schmidt, el video-soborno y el último, la detención del general René Sanabria.


Es increíble, pero cuando nosotros pensábamos que la captura del ‘narco-general’ iba a significar la tumba de Sacha Llorentty, eso no ocurrió porque la bancada masista le dio todo su apoyo en la interpelación que le planteamos".

Tomás Monasterio
Diputado de la Oposición

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El Día: Cualquiera se confunde

Analistas internacionales se sorprenden cuando el Gobierno boliviano dice que la detención del general René Sanabria forma parte de una conspiración de la DEA para desacreditar a Evo Morales. La sorpresa es más grande aún, cuando a pesar de semejante acusación, las autoridades de Bolivia siguen los pasos de “los gringos” y ordenan detener a los cómplices de Sanabria. Se preguntan por qué el presidente y sus ministros no defienden a Sanabria de esta supuesta patraña inventada por los yanquis y por el contrario, hacen los máximos esfuerzos por desvincularse del generalote, quien después de dejar su cargo como jefe máximo de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico, fue llevado al Ministerio de Gobierno como asesor de inteligencia. Ahora les falta poco para decir que el susodicho era un anónimo, un fantasma que nadie había visto y que no saben cómo llegó a Panamá con 60 kilos de “merca”. Imagínese la confusión de los observadores cuando se enteran que con casi dos semanas de retraso, el Gobierno decide pedir la captura internacional de uno de los principales cómplices de Sanabria, hermano de otro policía involucrado en “la cosa”.

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El Día: Las promesas incumplidas

Editorial

No le ha caído bien al Gobierno el último informe de la JIFE (Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes), agencia de la Organización de las Naciones Unidas que le va siguiendo los pasos a Bolivia en el control de cumplimiento de convenios internacionales sobre drogas y que le respira al oficialismo en el cuello. La razón es muy simple: según ese organismo, el país ha incrementado por cuarto año consecutivo la superficie total de cultivo ilícito de hoja de coca, lo que no es precisamente lo que ha estado prometiendo el Gobierno. Como van las cosas, parece que no se está haciendo lo suficiente, lo que está dando lugar al mayor deterioro de la imagen gubernamental.

El oficialismo ha reconocido que los cultivos excedentarios de hoja de coca han tenido una tendencia al aumento en los últimos cuatro años. Se ha asumido –y eso es algo que conviene destacar en su favor- que de las 30.500 hectáreas aceptadas actualmente, sólo 12.000 son consideradas como legales para la masticación, elaboración de infusiones medicinales y ritos religiosos. El resto, se ha señalado claramente, es un excedente que todos suponen, incluyendo los organismos internacionales, va dirigido a la fabricación de cocaína. Este detalle también ha sido admitido por el Gobierno, lo que vuelve a evidenciar que no ha podido cumplir su palabra pese a tener conocimiento del problema.

En los hechos, se le reprocha al Gobierno ser muy tolerante y permisivo con los cocaleros, al punto que la superficie total de cultivos ilegales se incrementa cada año pese a los esfuerzos de erradicación forzosa. Todavía más, la oposición le ha pedido al presidente Morales dejar el liderazgo del sector cocalero porque su cargo le embarga la voz a la hora de condenar los cultivos excedentarios y le compromete todavía más con la situación irregular del país en este delicado terreno. Es posible que el Gobierno tenga el justificado temor de perder el estratégico apoyo de este sector social si se toman medidas más duras para una más amplia erradicación de cocales. Tal su disyuntiva.

Pero si no adopta las medidas pertinentes en el plazo más breve, el Gobierno puede perder la soga y la cabra. La propia JIFE le ha exhortado a poner en marcha políticas eficaces y redoblar esfuerzos para eliminar el cultivo ilícito del arbusto de coca y que, por otra parte, haga frente de manera decisiva a la fabricación y tráfico ilícitos de cocaína. En otras palabras, le ha recordado que sus promesas incumplidas le pueden acarrear problemas mayores y sanciones internacionales. El solo hecho que el narcotráfico ha desarrollado su capacidad de elaborar cocaína debería ser suficiente aliciente para poner freno a los cultivos ilegales y encarar la lucha antidroga con ayuda.

Recién nomás, el presidente Morales ha insistido en vetar la presencia de la DEA estadounidense en Bolivia. Sin ayuda internacional de envergadura se ha hecho evidente que el narcotráfico está incrementando sus actividades y presencia en el territorio nacional. Esta insuficiencia también es observada por la ONU a través de la JIFE. El hecho que el país no haya avanzado en la aplicación de las recomendaciones formuladas para la reducción de plantaciones de coca por mantener la estrategia de revalorización de la hoja de coca está resultando demasiado contraproducente. Acelerar la erradicación de cocales ilegales resulta perentorio si la intención sincera es cumplir lo prometido.

Mantener la estrategia de revalorización de la hoja de coca está resultando demasiado contraproducente para el país.

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Los Tiempos: URGENTES AJUSTES A LA POLÍTICA ALIMENTARIA

La crisis alimentaria mundial que se avecina y los pobres resultados de los últimos años obligan a adoptar medidas urgentes

Aunque la información oficial proveniente de los ministerios del área económica, pero sobre todo la intensa campaña propagandística gubernamental que se esmera en mostrar un panorama muy alentador de la economía boliviana, una serie de informes difundidos durante los últimos días por instituciones nacionales y extranjeras cuya seriedad está fuera de toda duda, dan motivos para temer que no sea muy alentador el panorama que se vislumbra en el futuro inmediato, especialmente en lo que a la producción de alimentos y a los precios de los mismos se refiere.

Dos serían según esos estudios las principales causas del problema alimenticio que se avecina. Por una parte, la constante alza de los precios de los alimentos a nivel mundial, los mismos que durante los últimos días habrían alcanzado los niveles más altos de las últimas décadas. Según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), durante los próximos meses esa tendencia se mantendrá causando muy serias dificultades a los países, que para satisfacer sus necesidades se ven obligados a comprar alimentos en el mercado internacional.

Ése no tendría porqué ser el caso de Bolivia, pues el nuestro es un país privilegiado por la naturaleza y contamos con condiciones óptimas no sólo para satisfacer la demanda del mercado interno, sino para disponer de importantes volúmenes para la exportación.

No es ese el caso, lamentablemente, y no sólo porque la naturaleza haya causado severos daños a la capacidad productiva nacional sino, principalmente, porque las políticas aplicadas por las autoridades del área económica han tenido efectos mucho más nocivos en la producción de alimentos que los desastres climáticos.

Las políticas públicas aplicadas en el sector agrícola, como la apreciación del boliviano, la prohibición de exportaciones y otras medidas de carácter restrictivo (para mantener precios internos bajos), a lo que se sumó la falta de seguridad jurídica en la tenencia de la tierra han privado a los productores agropecuarios de los estímulos necesarios para incrementar su producción.

La consecuencia de esa disminución de la capacidad productiva nacional fue el desabastecimiento en el mercado interno y la necesidad de importar artículos que antes se exportaban, como azúcar y maíz, entre otros, con la consiguiente alza de precios en los artículos de la canasta alimenticia.

La experiencia acumulada durante los últimos cinco años al respecto es muy ilustrativa. Ofrece abundantes y contundentes datos que dan cuenta de la urgente necesidad de que desde el Gobierno central se dé un giro radical a la manera como hasta ahora se ha abordado la relación entre las autoridades estatales y los productores de alimentos grandes, medianos y pequeños.

La absurda suposición de que los empresarios agroindustriales son enemigos a los que se debe destruir y no pilares fundamentales del bienestar colectivo no puede seguir guiando a nuestros gobernantes. Lo funestos que son los resultados a los que esa lógica conduce ya se han comprobado, por lo que sólo cabe esperar que se hagan las enmiendas correspondientes.

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El Deber: Vecinos en el desamparo

Todos sabemos la zozobra que los asaltos, robos y otras acciones delictivas, tanto diurnas como nocturnas, provocan en el vecindario urbano y suburbano de la ciudad. Algo patético exacerba aquel estado de ánimo: nada ni nadie protege a la gente contra delincuentes que saquean domicilios y atacan a las personas para arrebatarles sus pertenencias, dinero y, no pocas veces, el vehículo a bordo del cual retornan a sus hogares o se trasladan a algún sitio de la ciudad.

Particularmente ciertas zonas residenciales, como las de Las Palmas, Equipetrol, Urbarí, San Aurelio, entre otras, se convirtieron en el blanco predilecto de las bandas de malhechores. No funcionó en ellas el sistema de guardias o vigilantes privados, porque con sólo laques y pitos nadie se las puede contra delincuentes que casi siempre van bien armados y dispuestos a matar a cuantos les opongan resistencia.

Nuestra Policía acusa manifiestas deficiencias tanto en personal como en logística. Estas son las causas por las cuales demuestra un escaso rendimiento la acción policial preventiva y represiva de tales delitos. Tarda demasiado en llegar al lugar de los hechos, circunstancia que favorece a asaltantes y ladrones, muchos de los cuales vuelven varias veces al lugar en que perpetraron sus fechorías.

Desesperados como estaban por semejante estado de desamparo policial, los habitantes de algunos barrios residenciales optaron por sus propias soluciones, una de las cuales fue la instalación de las controvertidas ‘trancas’ en determinadas bocacalles de acceso a sus viviendas. A través de vigilantes controlaron así, especialmente por las noches, el acceso de gente sospechosa al vecindario. Obviamente que terminaron o fueron reducidos a su mínima expresión los robos domiciliarios y los asaltos en sus calles, pero esta solución abrió las puertas a un problema de tipo jurídico-legal que indujo al Concejo Municipal a disponer el despeje de tales calles, puesto que las mencionadas ‘trancas’ de protección contra la delincuencia contradecían el principio de libre tránsito, consignado por una ordenanza municipal, en concordancia con el que sobre el tema establece la Constitución Política del Estado.

O sea que vecindarios como los ya citados, vuelven al desamparo en que antes se encontraban. Les asiste una justificada razón para oponerse a esta regresión, pero también el legislativo municipal está obligado a velar por el cumplimiento de las normas de libre tránsito por las calles de la ciudad.

Nos parece absolutamente necesario que tal colisión sea resuelta en términos que satisfagan a ambas partes. Al gobierno municipal, en sus empeños por que la normativa de tránsito urbano sea respetada y a los vecinos en sus medidas de autoprotección contra una delincuencia que nadie contiene ni controla. Necesariamente debe diseñarse y aplicarse una fórmula idónea para esa conciliación. Es de esperar que se la acuerde y aplique a la mayor brevedad.

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Cambio: Nuestros medios de cada día

El pasado domingo, el ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, indicó que algunos medios de comunicación privados son parte de la oposición radical de derecha que buscan posicionar determinados temas para desestabilizar la gestión del presidente Evo Morales. Aunque Llorenti ubicó a otros medios entre los de una oposición democrática, ratificó lo que el mismo presidente Morales vino señalando en reiteradas ocasiones: que la verdadera oposición al Gobierno está en los medios de comunicación vinculados a grupos de poder económico y político adversos al actual proceso que vive Bolivia.

Las afirmaciones oficiales sobre el papel político de algunos medios, por cierto, no son gratuitas ni casuales. Históricamente, cualquiera que sea el alcance de determinados procesos políticos y el carácter de los gobiernos, los medios de comunicación han jugado precisamente ese papel, más aún en una realidad mediática marcada por el capital y el mercado.  No hay que olvidar que éstos (los medios) forman parte de la superestructura ideológica de todo sistema y que se mueven precisamente en ese ámbito, más allá de que los mercaderes de la comunicación intenten, vanamente, desideologizarlos. Todo proceso de comunicación supone una actitud política  e ideológica en un contexto determinado. No existe hecho comunicacional inocuo, sin dirección. Sin embargo, es bueno señalar que la comunicación en sí misma busca -al final de cuentas- el bien común, la construcción de una sociedad comunitaria, solidaria. Será por eso que muchos medios masivos hoy se hayan desnaturalizado al extremo de convertirse en simples propagadores de versiones e infundios. Para nadie es un secreto que los medios privados, especialmente televisivos, viven del mercado y las ventas, y para vender no existe límite alguno; basta observar con cierto detenimiento los ruidosos programas que marcan el nivel de audiencia (en su mayoría extranjeros) o los espacios publicitarios que, en muchos casos, no sólo alientan el consumismo desmedido y crean una realidad inexistente, sino que no tienen empacho en utilizar, por ejemplo, a la mujer como objeto para ofrecer determinados productos. Aquello sin duda que es parte del montaje político e ideológico que edifica valores sociales y culturales que a estas alturas, no cabe duda, es una batalla que no se ha encarado desde la perspectiva de los cambios revolucionarios que se pretenden impulsar en la sociedad.

Sobre los medios, hay necesidad de discernir con mayor precisión y seriedad para no caer en generalizaciones peligrosas e injustas. En ese marco, no se puede acusar -por ejemplo- a Erbol de ser parte de una oposición de derecha. Es necesario precisar y ser más cuidadosos cuando nos referimos a uno de los espacios más ricos de comunicación alternativa y popular que se ha desarrollado en Bolivia. El reconocimiento a las Escuelas Radiofónicas de Bolivia (Erbol) a escala latinoamericana va más allá de consideraciones políticas coyunturales. Nadie que ha seguido de cerca la labor de este espacio comunicacional singular puede negar, entre otras cosas, su compromiso con el pueblo en las históricas jornadas de octubre de 2003, dando una lección de comunicación al país mientras otros medios, sí tomados por el neoliberalismo, pasaban dibujos animados o estaban perdidos en ridículos enlatados traídos de Miami.

Los medios juegan y jugarán un papel político ideológico innegable y con ellos tendrá que convivir la democracia y el Gobierno. Lo importante será que esta batalla democrática la gane el pueblo. Al respecto, un dato alentador: en una de sus últimas apariciones, la secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, reveló que el imperio está perdiendo la batalla en los medios de comunicación, y el antiimperialismo que recorre el mundo es una muestra de ello.

Es bueno señalar que la comunicación en sí misma busca -al final de cuentas- el bien común, la construcción de una sociedad comunitaria. Será por eso que muchos medios masivos se han desnaturalizado…

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La Prensa: Aprovechar la coyuntura

El aumento puede llevar al Gobierno a pensar otra vez en aumentar el precio de los combustibles con la secuela de problemas que ya conocemos?

El precio del petróleo se ha vuelto a disparar en los mercados internacionales. Ha sobrepasado, como en 2008, la cota de los 100 dólares por barril debido exclusivamente a la profunda crisis política que sacude a Libia, uno de los más importantes productores de petróleo del mundo.

A pesar de que la venta de petróleo libio no está dirigida a muchos mercados y se concentra principalmente en el de Italia, la grave situación política por la que Libia atraviesa impacta en los precios mundiales del oro negro.

Es una buena noticia para Bolivia, uno de los mayores productores de gas natural de petróleo de América, cuyo precio también permitirá mayores ingresos económicos para el país. Ello incrementará las reservas internacionales que, según el Gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), están por encima de los 10.000 millones de dólares. Se supone que cuanto más dinero un país recibe por sus exportaciones, sus posibilidades de crecimiento, de vencer en la lucha contra la pobreza, de crear más fuentes de trabajo para aquellos regimientos cada vez más numerosos de desocupados, y de socorrer a los miles de damnificados por los derrumbes, lluvias e inundaciones en diferentes departamentos del país, son mayores. Claro que todo dependerá de una buena gestión administrativa de las autoridades.

La buena noticia del alza del precio del petróleo para un país hidrocarburífero como el nuestro empieza a perder su bondad cuando se informa que aumentarán también los precios del diésel y gasolina que importamos, o del petróleo que compramos a las empresas extranjeras que operan en nuestro país. Se calcula que la subvención para la adquisición de esos combustibles se comerá nada menos que dos tercios del valor de las exportaciones de gas, o sea poco más de 1.000 millones de dólares en el presente año.

Esta situación es alarmante y se debe, en gran medida, a la poca eficiencia de nuestras refinerías de petróleo y que, según expertos del área, tienen muy altos residuos que bien refinados podrían aumentar la obtención de gasolina y diésel reduciendo los volúmenes de compra.

Ese aumento puede llevar al Gobierno a pensar otra vez en aumentar internamente el precio de los combustibles ?a pesar de la promesa vicepresidencial de que antes de un alza de precios en este rubro pasarían años? con toda la secuela de problemas que ya conocemos y que afloraron en diciembre último, cuando el Gobierno se vio obligado por la ira popular a dar marcha atrás en el aumento de precios que estableció.

El Gobierno deberá también cumplir el reciente compromiso con compañías argentinas y brasileñas que operan en el país para dar las mayores garantías jurídicas a las inversiones que harán para explorar áreas en la zona petrolera de Tarija, en busca de mayor riqueza del subsuelo, a fin de aumentar las reservas de gas y petróleo nacional.

Asimismo, deberá romper su hermético silencio sobre las reservas de gas existentes y obrar con cautela y responsabilidad para sacar la mejor tajada para el país de esta coyuntura favorable que se le presenta otra vez.

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El Diario: Reservas por mayores precios de una menor producción

Los resultados económicos del país muestran que, pese a haberse producido menos, hemos percibido más dinero por concepto de exportación de hidrocarburos, minerales y otros que se los ha vendido con precios muy altos, comparativamente con lo ocurrido en años anteriores.

Los resultados son contrarios a lo que una sana administración económica hubiese logrado. La verdad es que los precios internacionales nos han salvado casi de una quiebra porque si exportábamos sobre la base de las cotizaciones habidas hace pocos años, nuestros ingresos hubiesen sido bajísimos y, en algunos casos, inferiores a los costos de producción. Conviene recordar que en tiempos críticos de la minería, cuando el estaño tenía una cotización de algo menos de dos dólares por libra fina, los costos de producción eran superiores a los cuatro dólares por cada libra producida; la consecuencia, el derrumbe de la minería y la imposibilidad de seguir con la explotación de lo que sería desastroso para el país.

El Gobierno se envanece por las reservas logradas y que sobrepasarían los diez mil millones de dólares y, contraria y equivocadamente, no hace referencia a que nuestras deudas son mayores o similares a esa cifra. ¿Cuál es, en realidad, nuestra situación? Vistas a “grosso modo” nuestras verdades, podemos llegar a la conclusión de que hemos producido menos, vendido menos y ganado más tan sólo por efecto de los precios internacionales vigentes para materias primas, petróleo, gas y minerales.

¿Cuál sería nuestra realidad si no se adoptaba medidas que frenen la producción, que bajen el caudal de producción de gas y disminuyan las exportaciones? ¿Cuál sería la realidad si producíamos normalmente, aumentaba la producción, se diversificaba la economía y se incrementaba la producción hidrocarburífera y de minerales? Estaríamos con un superávit superior a los quince mil millones de dólares, nuestro endeudamiento externo sería menor y el interno sería mucho más bajo del que es hoy.

Es envidiable cómo la economía latinoamericana alcanzó índices altos por efecto de haber producido más y haber vendido a mayores precios. El Perú alcanzó un crecimiento en el año 2010 que le permitió reservas superiores a los 45 mil millones de dólares; por supuesto, se trata de una economía mucho más fuerte y, además, cuenta con una administración muy responsable. ¿Cuánto se podría decir de Chile, la Argentina, Brasil y Colombia? Sus resultados económico-financieros han alcanzado cifras jamás vistas antes. ¿Servirán esas experiencias para que efectivamente cambiemos conductas y encaremos una responsable aplicación de políticas económicas?

Es muy importante que salgamos de la “modorra financiera” en la que nos hemos debatido con experimentos que agravaron nuestros males, incentivaron la pobreza y anularon perspectivas futuras. Hemos perdido tiempo y dinero al no haber aprovechado un “auge de precios” que era, en los hechos, un desafío aceptable para los países del Tercer Mundo y, a su vez, prueba de fuego para los países ricos y desarrollados.

Es de suponer que las experiencias vividas servirán al Gobierno para un manejo eficaz, eficiente y responsable de nuestra economía; de otro modo, si no se adopta medidas coherentes para restablecer la producción y diversificarla en todo sentido, la pobreza y la dependencia se verán acrecentadas hasta límites imposibles.

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El Mundo: Llega la fiesta

Si algo espera el cruceño con un interés especial es su fiesta grande, el Carnaval no es solo una fecha del calendario religioso donde se debe celebrar una tradición regional, para el cruceño es parte de su cultura y le pone un interés especial.

No obstante la significación de la fiesta, nunca faltan los excesos que no hacen otra cosa que deslucir una fiesta que sirve para mostrar el espíritu que anima el corazón del pueblo, de la región y en especial de la capital del oriente.

En esta oportunidad, el carnaval cruceño tiene como un ingrediente especial la recordación de los 450 años de la fundación de la ciudad, hecho que sirve para recordar el sincretismo que dio lugar al nacimiento del nuevo hombre cruceño.

Durante el tiempo transcurrido, desde la fundación de la ciudad hasta el presente, ha sucedido una cantidad de acontecimientos que han permitido un desarrollo diferente al que ha podido producirse en otras latitudes del panorama nacional, en especial por la indiferencia con que las autoridades del gobierno central han tratado a la región durante largos períodos.

Hoy los cruceños, al grito de autonomía, quieren consolidar todas aquellas conquistas que han sido producto del esfuerzo de sus propios hijos y la generosidad del suelo que le ha brindado sus frutos de diferentes maneras.

En los últimos tiempos, Santa Cruz se ha caracterizado como el crisol de la nacionalidad y quienes han venido a integrarse a la comunidad, se han convertido en alegres cultores de las tradiciones y costumbres, al extremo de haberse popularizado aquel dicho de que el cruceño nace donde quiere.

Distanciados en la vida de la comunidad, por la competencia en los negocios o por las diferentes ideologías, los cambas terminan unidos bajo el ritmo de la banda que alegra la celebración.

Como ha sucedido en diferentes escenarios, nos sumamos al pedido de que se eliminen los excesos en la fiesta y que sea la diversión quien reine en un momento en que la vida de la comunidad se encuentra amenazada por la incertidumbre, ante una serie de problemas que a pesar de mantenerse latentes, han permitido abrir un paréntesis para la fiesta, sin que por ello se pueda pensar que exista indiferencia en torno a ellos.

El preámbulo de la fiesta estuvo marcado por diferentes actos que tuvieron lugar en días pasados, comenzando por la proclamación de la reina y la celebración de las fiestas pre carnavaleras que en cuatro oportunidades, recorrieron las calles del centro de la ciudad y animaron las noches de la Monseñor Rivero que se ha convertido en el centro de la actividad nocturna que permite encontrar en ese lugar a los amigos, siempre dispuestos a compartir un cafecito con una animada charla.

La alegría del corso que todavía se mantiene al cierre de esta edición de El Mundo, continuará en los próximos días con el tradicional encuentro de amigos en el centro de la ciudad y que desde hace algunos años ha llevado a los grupos carnavaleros a la diversión el garajes adaptados para la fiesta y de esa manera evitar los roces desagradables que se manifestaron en algún momento y que empañaron una fiesta que busca sobre todo la diversión, al margen de lo que puede ser agresiones y violencia.

Desde las personas de mayor edad hasta los niños más pequeños tienen en la fiesta un espacio destinado a la diversión y realizan un esfuerzo especial para lograr que estos días se conviertan en un recuerdo permanente en la mente de la comunidad.

No está demás reacordar que luego de la fiesta, todo debe volver a la normalidad y a la atención de los problemas que han quedado pendientes; ojalá que en esta oportunidad no se agreguen otras preocupaciones como los daños al ornato público, a veces muy censurables o agresiones a personas que prefieren mantenerse al margen de la celebración.

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Opinión:

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Clarín, Argentina: Desocupación de jóvenes y mujeres

La baja en la tasa de desocupación general, que según las estadísticas oficiales habría caído al 7,4% de la Población Económicamente Activa, no puede ocultar las enormes diferencia de situación laboral entre grupos etarios y de diferente capacitación laboral y educación.

Es así que, según los datos proporcionados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), mientras las categorías de Jefes de hogar y de varones de 30 a 64 años muestran una tasa de desocupación algo superior al 4%, en los varones de hasta 29 años el porcentaje se eleva al 12,6% y en la Mujeres de hasta 209 años al 17,2%.

Las diferencias se explican porque la capacidad de las personas de satisfacer las demandas de los empleadores varía según la edad y el género y muestra que el aumento de la demanda de mano de obra no alcanza para reducir en forma homogénea la desocupación. Para lograr este objetivo es necesario contar con programas más extendidos de capacitación dirigidos a las franjas con menor grado de empleabilidad, con especial énfasis en la educación técnica y aprendizaje de oficios que se pone a disposición de los más jóvenes.

La baja desocupación en los varones de más edad indica otro problema del mercado de trabajo, como es la escasez de personal con capacidades suficientes en ramas que exigen conocimientos técnicos o habilidades especiales, como sucede en algunas manufacturas y servicios, actividades pueden enfrentarse con restricciones que afectan sus costos.

La baja en la desocupación general no oculta grandes diferencias entre grupos de edad o género que sufren elevada desocupación, un problema que requiere políticas específicas.

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